– Bueno, lo mirare. ?Va a esperar?

– Si, me espero.

La respuesta parecio defraudarla, pero Bosch sonrio de la manera mas amistosa que pudo. Beaupre se llevo el papel y desaparecio entre las pilas de documentos. Bosch paseo en el reducido espacio durante unos minutos y despues salio a fumarse un cigarrillo. Estaba nervioso por algun motivo que no lograba definir. No paraba de moverse, de pasear.

– ?Harry Bosch!

Se volvio y vio que un hombre se le acercaba desde el hangar de helicopteros. Lo reconocio, pero no fue capaz de situarlo de inmediato. Entonces lo recordo: Dan Washington, que habia sido capitan de patrullas y que en ese momento era comandante del escuadron aereo. Se dieron la mano cordialmente y Bosch suspiro por que Washington no estuviera al corriente de su situacion de baja.

– ?Como va en Hollywood?

– Como siempre, capitan.

– ?Sabes? Lo hecho de menos.

– No hay mucho que echar de menos. ?Que tal usted?

– No me puedo quejar. Me gusta el destacamento, pero el puesto tiene mas de director de aeropuerto que de policia. Supongo que es un lugar tan bueno como cualquier otro para pasar desapercibido.

Bosch recordo que Washington se habia enfrentado politicamente con los pesos pesados del departamento y habia aceptado el traslado como medio de supervivencia. El departamento contaba con decenas de destinos apartados como el que ocupaba Washington, destinos donde uno podia sobrevivir y esperar a que cambiara el viento politico.

– ?Que estas haciendo aqui?

Alli estaba. Si Washington conocia la situacion de Bosch, admitir que se estaba llevando el archivo de un viejo caso era un reconocimiento de que estaba violando la normativa. Aun asi, como atestiguaba su posicion en la brigada aerea, Washington no era un hombre de la linea oficial. Bosch decidio correr el riesgo.

– Estaba sacando un viejo caso. Tengo algo de tiempo libre y queria comprobar un par de cosas.

Washington entrecerro los ojos y Bosch se dio cuenta de que lo sabia.

– Si…, bueno, escucha, he de irme, pero resiste, hombre. No dejes que los burocratas acaben contigo. -Le guino el ojo a Bosch y siguio adelante.

– No les dejare, capitan. Usted tampoco.

Bosch se sentia razonablemente seguro de que Washington no mencionaria su encuentro a nadie. Piso la colilla y volvio a acercarse al mostrador, reprendiendose en privado por haber salido y haberse dejado ver. Al cabo de cinco minutos empezo a oir un sonido agudo procedente de los pasillos que habia entre las pilas. Al momento Geneva Beaupre aparecio empujando un carrito en el que llevaba una carpeta de tres anillas.

Era el expediente de un caso de asesinato. Tenia al menos cinco centimetros de grosor y estaba cubierto de polvo y cerrado con una goma elastica. La goma sostenia tambien una vieja tarjeta de registro verde.

– Lo encontre.

Habia una nota de triunfo en la voz de la mujer. Bosch supuso que seria el mayor logro del dia para ella.

– Fantastico.

La mujer dejo el pesado archivo en el mostrador.

– «Marjorie Lowe. Homicidio. Mil novecientos sesenta y uno.» Veamos… -Beaupre cogio la tarjeta de la carpeta y la miro-. Si, usted fue el ultimo que se lo llevo. Veamos, fue hace cinco anos. Entonces estaba en robos y homicidios y…

– Si. Y ahora estoy en Hollywood. ?Quiere que firme otra vez?

Ella le puso la tarjeta verde delante.

– Si, y anote tambien su numero de identificacion, por favor.

Bosch hizo lo que le pedian y se dio cuenta de que la mujer lo estaba observando mientras escribia.

– Es zurdo.

– Si.

Volvio a pasarle la tarjeta por el mostrador.

– Gracias, Geneva.

Bosch la miro. Deseaba decir algo mas, pero temia cometer un error. Ella le devolvio la mirada y en su rostro se formo una sonrisa de abuela.

– No se lo que esta haciendo, detective Bosch, pero le deseo suerte. Seguro que es importante si vuelve despues de cinco anos.

– Son muchos mas anos, Geneva. Muchos mas.

Bosch retiro todo el correo viejo y los manuales de carpinteria de la mesa del comedor y coloco en ella la carpeta y su libreta. Se acerco al equipo de musica y puso un disco compacto: Clifford Brown with Strings. Fue a la cocina a coger un cenicero y se sento delante del expediente. Lo miro durante un buen rato sin moverse. La ultima vez que habia tenido el archivo apenas habia ojeado sus muchas paginas. En aquella ocasion no sintio que estuviera preparado y lo devolvio a los archivos.

Esta vez queria asegurarse de que si lo estaba antes de abrirlo, por eso dedico un buen rato a examinar la cubierta de plastico resquebrajada como si esta contuviera alguna pista acerca de su preparacion. Un recuerdo le inundo la mente. Un chico de once anos en una piscina, agarrandose a la escalera de acero del costado, sin aliento y llorando, con las lagrimas disimuladas por el agua que resbalaba del cabello mojado. El nino estaba asustado. Solo. Se sentia como si la piscina fuera un oceano que debia cruzar.

Brown estaba tocando Willow Weep for Me, valiendose de su trompeta con la suavidad con que un pintor de retratos usa el pincel. Bosch cogio la goma elastica que habia puesto en torno a la carpeta cinco anos antes y esta se quebro al tocarla. Dudo solo un instante mas antes de abrir la carpeta y soplar para sacar el polvo.

El expediente correspondia al caso abierto el 28 de octubre de 1961, el asesinato de Marjorie Phillips Lowe. Su madre.

Las paginas de la carpeta estaban de color amarillo oscuro y rigidas por el paso de los anos. Mientras las miraba y las leia, Bosch se sintio inicialmente sorprendido por lo poco que habian cambiado las cosas en casi treinta y cinco anos. Muchos de los formularios de investigacion de la carpeta continuaban utilizandose. El Informe Preliminar y el Registro Cronologico del Agente Investigador eran los mismos que usaba el, salvo por algunas palabras cambiadas para adaptarse a sentencias judiciales y a criterios de correccion politica. Las casillas de descripcion donde antes ponia «negro», se cambiaron despues por «de color» y mas tarde por «afroamericano». La lista de moviles en la Proyeccion Preliminar del Caso no incluia la violencia domestica ni las clasificaciones odio- prejuicio que figuraban en la actualidad. Las hojas de resumen de interrogatorios carecian de casillas para marcar que se habian comunicado las advertencias Miranda.

Aparte de ese tipo de modificaciones, los informes eran identicos y Bosch decidio que la investigacion de homicidios continuaba basicamente igual que entonces. Por supuesto, se habian producido avances tecnologicos increibles en los ultimos treinta y cinco anos, pero pensaba que habia cosas que eran siempre las mismas y que no iban a cambiar. El trabajo de campo, el arte de interrogar y escuchar, de saber cuando fiarse de un instinto o una corazonada. Esas eran cosas que no cambiaban, que no podian cambiar.

El caso habia sido asignado a dos investigadores de la mesa de homicidios de Hollywood. Claude Eno y Jake McKittrick. Los informes que redactaron estaban en orden cronologico en la carpeta. En los informes preliminares se referian a la victima por el nombre, lo cual indicaba que habia sido identificada de inmediato. En una de esas paginas se decia que la victima fue hallada en un callejon, detras del lado norte de Hollywood Boulevard, entre Vista y Gower. La falda y la ropa interior de la victima habian sido desgarradas por su agresor. Se suponia que habian abusado sexualmente de ella y que la habian estrangulado. El cadaver habia sido abandonado en un cubo de basura situado ante la puerta trasera de una tienda de recuerdos de Hollywood llamada Startime Gifts amp; Gags. El cuerpo fue descubierto a las 7.35 por un agente de patrulla que recorria a pie las calles del bulevar y que solia echar un vistazo en los callejones al principio de cada turno. El bolso de la victima no se encontro pero esta fue identificada de inmediato porque el agente la conocia. En la hoja siguiente quedaba claro por que la conocia.

La victima tenia un historial de detenciones por rondar en Hollywood. (Veanse ID 55-002, 55-913, 56-111, 59-

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