para otras mejoras esteticas: operaciones de nariz, implantes de pecho, cualquier cosa.

El origen de «Necesito espacio» era un poco mas subido de tono.

Pese al apuro en que se encontraba, Grace no pudo evitar sonrojarse al recordarlo. El sexo siempre habia ido bien con Jack, pero en toda relacion larga se producen altibajos. Esto sucedio dos anos antes, en una epoca… bueno, una epoca de considerable auge. Un periodo de una mayor creatividad corporea, por llamarlo de algun modo. De creatividad publica, para ser mas concretos.

Habian echado un polvo rapido en el vestuario de una de esas peluquerias elegantes. Se habian magreado debajo de los abrigos en un palco privado durante un fastuoso musical de Broadway. Pero fue en medio de un encuentro especialmente atrevido en una cabina de telefono roja al estilo ingles situada nada menos que en una tranquila calle de Allendale, en Nueva Jersey, cuando de pronto Jack dijo jadeando:

– Necesito espacio.

Grace lo miro.

– ?Como dices?

– Lo digo literalmente. ?Apartate! ?Se me esta clavando el auricular del telefono en el cuello!

Los dos se echaron a reir. Ahora Grace cerro los ojos, con una tenue sonrisa en los labios. Fue asi como «Necesito espacio» se sumo a su lenguaje conyugal privado. Jack no habia usado esa frase porque si. Le estaba enviando un mensaje, advirtiendole, comunicandole que estaba diciendo algo que no era verdad.

Bien, pero ?que habia querido decir entonces?

Para empezar, Jack no podia hablar libremente. Alguien lo escuchaba. ?Quien? ?Habia otra persona con el? ?O se asusto porque ella estaba con la policia? Esperaba que fuera esto ultimo, que estuviera solo y simplemente no quisiera que la policia interviniese.

Pero tras analizar las circunstancias, esa posibilidad le parecio poco probable.

Si Jack hubiese podido hablar con entera libertad, ?por que no habia vuelto a llamarla? Sin duda sabia que ella se habria ido ya de la comisaria. Si hubiese estado bien, si hubiese estado solo, Jack habria vuelto a llamarla, solo para explicarle que ocurria. Y no lo habia hecho.

Conclusion: Jack estaba con alguien y en un serio apuro.

?Queria que ella reaccionara o que no se mantuviera al margen? De la misma manera que ella conocia a Jack -de la misma manera que sabia que el le habia enviado una senal-, Jack imaginaria que Grace no se quedaria de brazos cruzados. Ella no era asi. Eso Jack lo sabia. Ella intentaria encontrarlo.

Jack debia de contar con eso.

Pero todo eso no eran mas que conjeturas, claro. Conocia bien a su marido -?o tal vez no?-, y por tanto sus conjeturas no eran solo fruto de su imaginacion. Pero quiza si lo fueran en parte y simplemente intentaba justificar su decision de actuar.

Daba igual. En cualquier caso, estaba involucrada.

Grace penso en lo que sabia. Jack habia llegado en coche hasta la autopista de Nueva York. ?A quien conocian por esa zona? ?Por que habia ido hasta alli a esas horas de la noche?

No tenia ni idea.

Un momento.

Volvamos al principio: Jack llega a casa. Ve la foto. Ese fue el desencadenante. La foto. La ve en la encimera de la cocina. Ella le pregunta al respecto. El recibe una llamada de Dan. Y se va a su despacho…

Alto ahi. El despacho.

Grace recorrio el pasillo a toda prisa. Describir como «despacho» aquel porche cerrado y reconvertido era mucho decir. El yeso presentaba grietas en distintos sitios. En invierno siempre habia corrientes y en verano una ausencia sofocante de aire. Contenia fotos de los ninos en marcos baratos y dos de sus cuadros en marcos caros. A ella ese despacho le parecia curiosamente impersonal. Nada alli reflejaba el pasado de su principal ocupante: ningun recuerdo, ninguna pelota firmada por los amigos, ninguna foto de cuatro personas en un campo de golf. Salvo los regalos de algun que otro laboratorio farmaceutico -boligrafos, cuadernos, un sujetapapeles-, no habia la menor pista acerca de quien era realmente Jack, aparte de marido, padre e investigador.

Pero tal vez no tenia por que haber nada mas.

Fisgoneando alli, Grace se sintio extrana. Se habian mantenido firmes, penso, en su respeto por la intimidad del otro. Cada uno tenia una habitacion propia que excluia al otro. A Grace siempre le habia parecido bien. Incluso se habia convencido de que era sano. Ahora se preguntaba si no habia preferido mirar en otra direccion. Se preguntaba si habia sido por el deseo de dejar intimidad a Jack -?porque necesitaba espacio!- o por miedo a hurgar en un avispero.

El ordenador estaba encendido y conectado a Internet. La pagina por defecto de Jack era la web oficial de Grace Lawson. Grace se quedo mirando la silla un momento, la silla gris ergonomica de la tienda local de Staples, e imagino a Jack sentado alli, encendiendo el ordenador cada manana, con la cara de ella saludandolo. La pagina de inicio tenia una foto esplendida de Grace junto con varias muestras de su obra. Farley, su agente, habia insistido recientemente en que incluyera la foto en todo el material de venta porque, como dijo, «eres una monada». Ella acepto a reganadientes. En el arte siempre se habia utilizado la imagen personal para promocionar la obra. En teatro y en cine, la importancia del aspecto fisico era evidente. Incluso los escritores, con sus retratos retocados, los ojos oscuros y apasionados del ultimo prodigio de la literatura, comerciaban con la imagen. Pero el mundo de Grace -la pintura- se habia mantenido bastante inmune a esa presion, pasando por alto la belleza fisica del creador, tal vez porque el medio en si tenia que ver con lo fisico.

Pero eso ya no era asi.

Un artista valora la importancia de lo estetico, obviamente. La estetica no solo altera la percepcion; altera la realidad. Un buen ejemplo: si Grace hubiese sido gorda o fea, los equipos de television no habrian estado tan pendientes de sus constantes vitales despues de salir con vida de la Matanza de Boston. Si no hubiese sido fisicamente atractiva, nunca la habrian adoptado como la «superviviente del pueblo», el «Angel Aplastado» inocente, como la llamaron en el titular de un periodico. Cada vez que los medios daban el parte medico, difundian su imagen. La prensa -no, el pais- exigia informacion continua sobre su estado. Las familias de las victimas la visitaban en su habitacion, le hacian compania, buscaban en su cara la presencia fantasmal de sus propios hijos perdidos.

?Habrian hecho lo mismo si ella no hubiese sido guapa?

Grace no queria especular. Pero como le habia dicho un critico de arte demasiado sincero: «No nos interesa una pintura que no atraiga esteticamente. ?Por que habria de ser distinto con una persona?».

Grace queria ser artista ya antes de la Matanza de Boston. Pero le faltaba algo: algo esquivo e imposible de explicar. Esa experiencia la ayudo a llevar su sensibilidad artistica a un nivel superior. Si, sabia que eso sonaba pretencioso. Antes desdenaba las disquisiciones de las escuelas de arte al respecto: si el artista tiene que sufrir por su arte, si necesita una tragedia para dar textura a su obra. Siempre le habia parecido un discurso vacuo, pero ahora entendia que tenia algo de cierto.

Sin cambiar de punto de vista de manera consciente, su obra desarrollo ese vago elemento intangible. Transmitia mas emocion, mas vida, mas… convulsion. Su obra se volvio mas oscura, furiosa, vivida. La gente a menudo se preguntaba si habia pintado escenas de ese terrible dia. La respuesta mas simple era aludir a un unico retrato -un rostro joven, tan lleno de esperanza que uno sabia que se truncaria-, pero si debia contestar con mayor sinceridad, lo cierto era que la Matanza de Boston tenia y coloreaba todo aquello que ella tocaba.

Grace se sento ante el escritorio de Jack. Tenia el telefono a la derecha. Tendio la mano cuando decidio hacer primero lo mas sencillo: pulsar el boton de rellamada. El aparato -un modelo nuevo de Panasonic que Grace habia comprado en un Radio Shack- incorporaba una pantalla LCD donde se mostraba el numero marcado. El prefijo 212. Nueva York. Espero. Al sonar por tercera vez, respondio una mujer y dijo:

– Burton y Crimstein, bufete de abogados.

Grace no supo que hacer.

– ?Diga?

– Soy Grace Lawson.

– ?Con quien desea hablar?

Buena pregunta.

– ?Cuantos abogados trabajan en el bufete?

– No sabria decirle. ?Quiere que le ponga con uno?

– Si, por favor.

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