El reactor que transportaba a Sawyer despego y en unos minutos alcanzo la altitud de crucero. Sawyer se pregunto que demonios habia pasado. ?Para que este viaje a Nueva Orleans? No tenia sentido. Entonces se quedo boquiabierto. La niebla se habia hecho menos espesa. Pero el tambien habia cometido un error, quizas uno muy grande.

Capitulo 37

Sidney Archer probo el cafe que le acababan de servir. Se disponia a coger el bocadillo de la bandeja cuando vio las marcas azules en la servilleta de papel. Leyo lo escrito, y se llevo tal sorpresa que a punto estuvo de derramar el cafe.

«El FBI no esta en el avion. Tenemos que hablar.»

La servilleta estaba en el lado derecho de la bandeja y volvio automaticamente la mirada en esa direccion. Por un momento, ni siquiera pudo pensar. Despues, poco a poco, se fijo en su companero de asiento. Tenia el pelo rubio rojizo; el rostro bien afeitado mostraba las huellas de las preocupaciones. El hombre aparentaba unos cuarenta y tantos anos y vestia pantalones y camisa blanca. De una estatura aproximada de metro ochenta, sacaba las largas piernas al pasillo para estar mas comodo. El desconocido bebio un trago de su bebida, se seco los labios con una servilleta y se volvio.

– Usted me ha estado siguiendo -susurro Sidney-. En Charlottesville.

– Y en muchos otros lugares. En realidad, la vigilo desde poco despues que se estrellara el avion.

La mano de Sidney volo hacia el boton para llamar a la azafata.

– Yo en su lugar no lo haria.

Sidney detuvo su mano a unos milimetros del boton.

– ?Por que no? -pregunto con un tono desabrido.

– Porque estoy aqui para ayudarla a buscar a su marido -respondio el.

Sidney tardo un segundo en replicarle y cuando lo hizo su tono de desconfianza era evidente.

– Mi marido esta muerto.

– No soy del FBI y no pretendo tenderle una trampa. Sin embargo, no puedo demostrar lo contrario, asi que no lo intentare. Pero le dare un numero de telefono donde podra localizarme a cualquier hora del dia o de la noche. -Le entrego una tarjeta con un numero de telefono de Virginia.

– ?Por que voy a llamarle? Ni siquiera se quien es usted ni lo que hace. Solo que me ha estado siguiendo. Eso no dice mucho a su favor -dijo Sidney cada vez mas enojada a medida que desaparecia el miedo. El hombre no se atreveria a hacerle nada en un avion atestado.

– Tampoco tengo una buena respuesta para eso. -Encogio los hombros-. Pero se que su marido no esta muerto y usted tambien lo sabe. -Hizo una pausa. Sidney le miro atonita, sin saber que decir-. Aunque no lo crea, estoy aqui para ayudarla a usted y a Jason, si no es demasiado tarde.

– ?Que quiere decir con «demasiado tarde»?

El hombre se echo hacia atras y cerro los ojos. Cuando los volvio a abrir, su dolor era tan evidente que las sospechas de Sidney comenzaron a desaparecer.

– Senora Archer, no se muy bien en que estaba metido su esposo. Pero si se lo suficiente para comprender que, donde sea que este, corre un gran peligro. -Volvio a cerrar los ojos mientras Sidney se sumia una vez mas en la desesperacion-. El FBI la tiene sometida a vigilancia las veinticuatro horas del dia. -Cuando Sidney escucho las palabras que dijo despues la dejaron helada-. Tendria que estarles muy agradecida, senora Archer.

Sidney tardo en contestar, y, cuando lo hizo, su voz sono tan debil que el hombre tuvo que inclinarse hacia ella para escucharla.

– ?Sabe donde esta Jason?

– Si lo supiera no estaria en este avion. -Miro su expresion desconsolada-. Lo unico que puedo decirle, senora Archer, es que no estoy seguro de nada. -Exhalo un suspiro y se paso la mano por la frente. Por primera vez, Sidney se fijo en que le temblaba la mano-. Yo estaba en el aeropuerto Dulles y vi a su marido.

Sidney abrio mucho los ojos y apreto los brazos de la butaca.

– ?Usted seguia a mi marido? ?Por que?

– No he dicho que estuviera siguiendo a su marido. Bebio un trago de su bebida para refrescarse la garganta que, de pronto, se le habia quedado seca-. El estaba sentado en la zona de salidas para el vuelo a Los Angeles. Parecia nervioso y agitado. Por eso me fije en el. Se levanto y fue al lavabo. Otro hombre le siguio unos minutos despues.

– ?Que tiene eso de extrano?

– El segundo hombre llevaba en la mano un sobre blanco cuando entro en la zona de salidas. Aquel sobre destacaba mucho; el tipo lo movia como si fuera un farolillo. Crei que era una senal para su marido. Ya he visto utilizar esa tecnica antes.

– ?Una senal? ?Para que? -La respiracion se le habia acelerado tanto que tuvo que hacer un esfuerzo consciente para controlarla.

– Para que actuara su marido. Cosa que hizo. Fue a los lavabos. El otro hombre salio un poco mas tarde. Me olvide mencionarle que llevaba casi las mismas prendas que su marido y el mismo tipo de equipaje. Su marido no volvio a salir.

– ?Como que mi marido no volvio a salir? Tuvo que hacerlo.

– Quiero decir que no volvio a salir como Jason Archer.

Sidney le miro confusa, y el hombre se apresuro a explicarselo.

– Lo primero que me llamo la atencion en su marido fueron los zapatos. Vestia de traje, pero llevaba zapatillas de tenis negras. ?Recuerda si se las puso aquella manana?

– Estaba dormida cuando se fue.

– Cuando salio de los lavabos su apariencia era completamente distinta. Parecia un estudiante universitario; con una cazadora, el pelo diferente, y todo lo demas.

– Entonces, ?como supo que era el?

– Por dos razones. La primera, que acababan de abrir los lavabos despues de limpiarlos cuando entro su marido. Vigile aquella puerta como un halcon. Nadie remotamente parecido al tipo que salio despues habia entrado alli. Segundo, las zapatillas de tenis negras eran inconfundibles. Tendria que haber llevado un calzado menos llamativo. Era su marido, estaba muy claro. ?Y quiere saber algo mas?

– Digalo -le pidio Sidney sin poder contenerse.

– El otro tipo llevaba el sombrero de su marido. Con el sombrero era casi imposible distinguirlo de Jason.

Sidney inspiro con fuerza mientras asimilaba esta informacion.

– Su marido se puso en la cola del vuelo a Seattle. Llevaba el mismo sobre blanco que habia llevado el otro tipo. En el sobre estaban el billete y la tarjeta de embarque para el vuelo a Seattle, y el otro se habia quedado con los del vuelo a Los Angeles.

– O sea que intercambiaron los billetes en los lavabos. El otro se vistio como Jason por si acaso alguien vigilaba.

– Eso es -asintio el desconocido-. Su marido queria que alguien creyera que habia tomado el vuelo a Los Angeles.

– Pero ?por que? -La pregunta sono como si se la hiciera a si misma.

– No lo se. Lo que si se es que el avion donde supuestamente viajaba su marido se estrello. Entonces, mis sospechas aumentaron todavia mas.

– ?Fue a la policia?

– ?Para decirles que? -El hombre meneo la cabeza-. No es como si hubiese visto que metian una bomba en el avion. Ademas, tenia mis propios motivos para mantener la boca cerrada.

– ?Que motivos?

El hombre levanto una mano y volvio a menear la cabeza.

– Dejemos eso por el momento.

– ?Como descubrio la identidad de mi marido? Doy por hecho que usted no le conocia de vista.

– Nunca lo habia visto. Me acerque a el un par de veces antes de que se metiera en los lavabos. Llevaba una

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