de filmar, libretas de notas y magnetofonos, se encontraban acomodados ya a las mesas. Los camareros, en constante trajin, llevaban botellas con etiquetas multicolores. En nuestra mesa, sita en el tablado, habia tambien botellas: los norteamericanos se ocuparon de ello. Irina se quedo en la sala porque nadie necesitaba su ayuda: todos o casi todos los presentes hablaban frances e ingles. A decir verdad, mi frances no era muy bueno -yo lo comprendia mucho mejor que lo hablaba-; pero supuse que la presencia de Zernov me libraria de la necesidad de hablar. Fui mal profeta. Los periodistas se preparaban para sacarme todo lo que sabia de las 'nubes', en calidad de 'testigo del fenomeno'; tanto mas que yo era el creador de la pelicula que impresionaba a Paris ya la segunda semana.
La conferencia de prensa estaba presidida por MacAdo, astronomo de MacMurdo, quien se habia habituado a las bromas de los periodistas sobre MacAdo de MacMurdo, que, aludiendo a la comedia de Shakespeare 'Mach ado about nothing', armaban mucho ruido en relacion con MacAdo. Poseia un caracter firme, dificil de turbar. Como un timonel muy experimentado, conducia maestramente nuestra nave a traves de las tempestades de la conferencia. Hasta tenia una voz de capitan, fuerte e imperativa, y era capaz de asediar, en los momentos necesarios, a los interrogadores latosos.
Al referirme a la tempestad, no lo hice accidentalmente. Tres horas antes los corresponsales habian tenido un encuentro, en un hotel de Paris, con otro 'testigo del fenomeno' y delegado al Congreso, el almirante Thompson. Este se nego a tomar parte en la conferencia de prensa, aduciendo motivos que prefirio exponer posteriormente a los periodistas en conversaciones privadas. El quid de estos motivos y la esencia de sus declaraciones se pusieron en claro despues de las primeras preguntas que nos hicieron los periodistas. Los delegados respondian a las preguntas dirigidas directamente a ellos; por otra parte, las preguntas indirectas eran contestadas por MacAdo. No acierto a recordarlas todas, pero aquellas que no olvide se quedaron grabadas en mi memoria como en una cinta magnetofonica.
– ?Estan ustedes al tanto de la conferencia de prensa dada por el almirante Thompson?
Esta fue la primera pelota de tenis que nos lanzaron desde la sala y que, en el acto, fue rechazada por la raqueta del presidente:
– Lamento decirles que no se nada de ella, pero, hablando con honestidad, no me inquieta en absoluto.
– Pero las declaraciones del almirante son sensacionales.
– Es muy posible.
– El demanda medidas preventivas contra las 'nubes' rosadas.
– Entonces, informelo en su periodico. Les ruego que empiecen a hacer las preguntas pertinentes.
– ?Que diria usted si algunas delegaciones de la ONU demandaran acciones punitivas contra los 'visitantes'?
– No soy ministro de la guerra para responder a tales demandas.
– Pero, ?y si usted fuera ministro de la guerra, que haria?
– Yo no aspiro a tal puesto.
Risas y aplausos fueron las respuestas de la sala. MacAdo arrugo el entrecejo: despreciaba los efectos teatrales. Y, sin reirse, se sento, por cuanto el interrogador derrotado habia hecho mutis.
Pero fue sustituido por el segundo, quien sin deseos de chocar con la elocuencia de MacAdo, busco otra victima:
– Yo quisiera hacerle una pregunta al profesor Zernov. ?Esta o no esta usted de acuerdo con la afirmacion de que las acciones de las 'nubes' rosadas pueden amenazar la existencia de la humanidad?
– No, naturalmente, no estoy de acuerdo con esa afirmacion -respondio rapido Zernov-. Hasta ahora las 'nubes' rosadas no le han causado ningun dano a la humanidad. La desaparicion de las masas de hielo terrestre solo mejorara el clima. Repito: ni la naturaleza ni las obras del hombre han sufrido dano.
– ?Insiste usted en ese punto de vista?
– Absolutamente. Las unicas perdidas que tuvimos fueron el taburete que desaparecio en Mirni junto con mi doble y el automovil que Martin abandono en la ciudad Sand City duplicada.
– ?Que automovil?
– ?Cuando?
– ?Donde esta Martin?
– Martin llegara hoy por la tarde -dijo MacAdo.
– ?Estaba el en Sand City?
– Preguntelo a el mismo.
– ?De que modo el profesor Zernov se entero de la desaparicion del automovil de Martin?
MacAdo se volvio hacia Zernov y le miro interrogativamente como preguntandole: '?Vas a responder?' Zernov respondio:
– Lo se por las informaciones personales del propio Martin. Considero que no tengo poderes para dar detalles de todo lo ocurrido. Ahora bien, creo que aquel taburete viejo y aquel automovil de segunda mano no representan una gran perdida para la humanidad.
– ?Quisiera hacerle una pregunta al profesor Zernov! -grito alguien desde la sala-. ?Cual es su opinion respecto a las declaraciones del almirante Thompson en el sentido de que los dobles son la quinta columna de los invasores y el preludio de la futura guerra entre galaxias?
– Mi opinion es que el almirante ha leido muchos libros de ciencia-ficcion y los ha tomado por realidad.
– Quisiera que mi pregunta fuera respondida por Anojin, el autor de la pelicula. Segun considera el almirante, usted es el doble, la pelicula fue filmada por el doble y en el episodio donde perece el doble en la pelicula el que perecio fue el propio Anojin. ?Como podria usted demostrar que eso no es cierto?
Yo me encogi de hombros. ?De que modo podria demostrarlo? MacAdo respondio por mi:
– Anojin no necesita demostrarlo. En la ciencia se utiliza el principio inviolable de 'presuncion del hecho establecido'. Los cientificos no necesitan comprobar y verificar la falsedad de cualquier afirmacion infundamentada. Esta en manos del autor demostrar que la afirmacion es verdadera.
La sala de nuevo aplaudio, pero esta vez, el largirucho MacAdo interrumpio los aplausos:
– Senores, esto no es un espectaculo.
– ?Que nos puede decir el presidente sobre Thompson? -inquirio alguien-. Sabemos que usted trabajo con el almirante durante un ano en la expedicion antartica. ?Cual es la impresion que tiene de el como cientifico y como hombre?
– Esta ha sido la pregunta mas razonable de todas -afirmo sonriendose MacAdo-. Lamentablemente no puedo satisfacer la curiosidad del interrogador. El almirante y yo trabajamos en una misma expedicion cientifica y en un mismo punto geografico; pero en ramas diferentes. El es un administrador y yo soy un astronomo. Nuestros contactos no eran frecuentes. El nunca mostro ningun interes particular hacia mis observaciones astronomicas y yo no quise saber nada de sus habilidades administrativas. Supongo que el mismo no pretende tener el titulo de cientifico; por lo menos, yo no conozco sus obras cientificas. Como persona, no le conozco del todo, aunque tengo la plena conviccion de que es un individuo honesto y que no actua por intereses egoistas ni politicos. No es anticomunista ni toma parte en la campana presidencial. Todo lo que proclama esta basado, a mi modo de ver las cosas, en un prejuicio falso y en conclusiones erroneas.
– A su juicio, ?como debe actuar la humanidad?
– Las recomendaciones las dara nuestro Congreso.
– Entonces, yo tengo una pregunta que le concierne como astronomo. ?De donde cree usted que llegaron esos monstruos?
MacAdo se rio sincera e involuntariamente por primera vez.
– Yo no encuentro en ello nada monstruoso. A veces parecen jinetes o alas en forma de delta; otras veces, son semejantes a una flor grande y bella y en otras ocasiones toman el aspecto de un dirigible. Sus concepciones esteticas son posiblemente muy diferentes a las nuestras. Sabremos de donde llegaron cuando ellos mismos deseen responder a esa pregunta, si es que logramos, naturalmente, hacerles esa interrogante. Puede ser que llegaron de un sistema estelar vecino al nuestro. Tal vez de la nebulosa de Andromeda o de la nebulosa de la constelacion del Triangulo. Es absurdo tratar de adivinarlo en estos momentos.
– Dijo usted: 'Cuando ellos mismos deseen responder a esa pregunta'. Siendo asi, ?cree usted que el contacto es posible?
– Hasta el momento, ni uno solo de los intentos ha dado resultado. Sin embargo, el contacto es factible. Estoy convencido de ello; siempre y cuando ellos sean seres racionales y no biosistemas con un programa