aproximadamente de 300 metros de diametro, que se prolongaba hacia el horizonte. Su forma ideal y recta hacia recordar el cauce de un canal artificial en espera del agua. Este canal vacio, cortado en la masa de hielo, se extendia hasta la mancha violeta.
En la ininterrumpida pared del fuego frio y azul, esta mancha obscura parecia ser una entrada o una salida, por la que podia pasar libremente no solo un cruzanieves, sino hasta un rompehielos de proporciones medianas, aun sin tocar sus bordes desiguales y pulsatorios. Enfoque mi camara en direccion a la mancha violeta, gaste varios metros de pelicula y me detuve. La mancha era como otra cualquiera, sin presentar nada maravilloso.
La pared de fuego, por el contrario, superaba a todas las maravillas del mundo. Imaginese usted la llama azul de una lampara de alcohol iluminada por detras por los rayos de un sol palido que penda sobre el horizonte. Las lenguas de fuego refulgen en la luz y adquieren tonalidades azules, ascienden una junto a la otra, pero no se funden en una llama densa y regular, sino que colindan por los bordes creando un fantastico cristal.
Imaginese ahora que las llamas hayan ascendido hasta la altura de un kilometro, que se hayan doblado hacia adentro alla en el cielo azul palido y confluido en un cristal gigante, que no refleja, sino que rapta toda la belleza del cielo palido, de la manana blanca y del sol languido. Fue un error llamarlo octaedro. En primer lugar, su parte inferior era plana como la meseta en que descansaba, y en segundo, porque tenia muchas caras irregulares y asimetricas, tras las cuales brillaba y serpenteaba un gas azul de sin par belleza.
– No puedo apartar mi vista de este fenomeno -dijo Irina cuando caminabamos por un campo de patinaje en direccion a la llama azul. Estabamos a 30 metros de esta, pero no podiamos avanzar mas porque nuestros cuerpos adquirian una pesadez invencible-. La cabeza me da vueltas como si estuviera en el borde de un precipicio. Yo vi las Cataratas del Niagara, son maravillosas, pero no se pueden comparar con lo que vemos ahora. Esto deja a uno hipnotizado.
Trate de contemplar la mancha violeta. Esta era real y hasta trivial: parecia una tela de color lila extendida y limitada por un marco deforme.
– ?Sera esta la entrada? -se pregunto en voz alta Irina-. Es la puerta que conduce al milagro.
Recorde a la sazon la conversacion que mantuvieron ayer Thompson y Zernov.
– Ya le dije a usted que esta es la entrada -afirmo Thompson-. Humo o gas. El diablo lo sabra. Ellos pasaron por ella uno tras otro, en cadena. Lo vi con mis propios ojos. Ahora pasamos por ella nosotros.
– No, ustedes no, sino la onda explosiva dirigida -replico Zernov.
– ?Y cual es la diferencia? Les demostre que los hombres son capaces de razonar y hacer conclusiones.
– Si un mosquito encuentra un hueco en el mosquitero y chupa la sangre del hombre, ?cree usted que eso es suficiente para afirmar que ese mosquito razona y hace conclusiones?
– ?Bah! ?Ya me cansan estas conversaciones sobre las civilizaciones de mosquitos! Nosotros somos una civilizacion real y no mosquitos o bichos. A mi juicio, ellos se dieron cuenta de eso: y esto ya de por si es un contacto.
– Nos costo demasiado caro. Una persona ha pagado ya con su vida.
– Fue un accidente elemental. Posiblemente los alambres de los detonadores se humedecieron o algo por el estilo. Todo puede suceder. Un petardista no es un jardinero. Ademas, Hanter perecio por su propia culpa, ya que tuvo tiempo suficiente para saltar a la grieta. De haberlo hecho, la onda explosiva rechazada habria pasado por encima de el.
– La rechazaron, a pesar de todo.
– Rechazaron solo la segunda, no lo olvide, porque la primera traspaso la cortina. Es muy probable que Hanter, cuando lo intento por segunda vez, se equivocase al determinar la direccion de la onda explosiva.
– Seria mas exacto decir que ellos mismos determinaron la fuerza de la carga explosiva y la direccion de la onda, para luego rechazarla.
– Probaremos otra cosa.
– ?Que? Ellos son insensibles a los rayos beta y a los rayos gamma.
– ?Y que me puede decir del laser o de un chorro fuerte de agua? Yo me refiero a la utilizacion de un simple hidromonitor. Cualquier cambio realizado por nosotros en los medios para penetrar tras la mancha violeta, por si mismo, es ya suficiente para dejarlos pensativos; y eso a su vez implica ya el contacto, o por lo menos, el preambulo del contacto.
La nueva arma de Thompson fue llevada a quince metros de la 'mancha'. Por lo visto el campo de fuerza no actuaba en esa microrregion. Desde el lugar en que me encontraba, en la meseta, el hidromonitor me parecio ser un gato gris dispuesto a saltar sobre la presa. Su superficie metalica y pulida fulgia opacamente en la nieve. El mecanico ingles comprobaba por ultima vez no se que embragues y contactos del aparato. A su lado habian abierto una zanja de dos metros de profundidad.
Irina no se encontraba aqui, ya que despues de la muerte del minador, se habia negado a presenciar los 'suicidios' organizados y pagados por un maniaco cuyo lugar mas seguro era el manicomio. El 'maniaco', junto con Zernov y otros consejeros, daba ordenes personales por telefono desde su cuartel general. Este se hallaba situado a poca distancia de donde me encontraba yo, en la meseta, y dentro de una cabana construida de bloques especiales con aislamiento termico. A su lado se divisaba un tanque de metal en cuyo interior se derretian grandes bloques de hielo, y el agua se suministraba al hidromonitor. A decir verdad, la expedicion habia sido abastecida y concebida, desde el punto de vista tecnico, irreprochablemente.
Me prepare para comenzar a filmar. ?Atencion! ?Empiecen! El chorro de agua a presion, como una espada brillante, atraveso la cortina gaseosa de la 'mancha' sin encontrar resistencia alguna y desaparecio, como si hubiese sido cortado con unas tijeras. Despues de medio minuto el chorro de agua se desplazo por la 'mancha', cruzo oblicuamente el espejismo de color violeta y se desvanecio de nuevo. Pese a mis binoculos de marinero, no logre apreciar cambio alguno en la estructura de la 'mancha' -ni huecos, ni corrientes turbulentas o laminares- que podia haberse producido por el impacto del chorro de agua en un medio afin.
Esto se prolongo no mas de dos minutos. De repente la 'mancha' se desplazo hacia arriba como una mosca por una cortina azul. El chorro de agua, al encontrarse con el centelleo azul, no lo atraveso, sino que se disperso, como se dispersa el agua de una bomba de incendios al chocar contra los cristales de una vitrina. Al instante, el chorro de agua rechazado formo una tromba y, en movimiento circular descendente, cayo sobre la meseta.
No pretendo arrogarme la exactitud en la descripcion de este fenomeno. Los especialistas que posteriormente vieron la pelicula afirmaron que en el movimiento del chorro de agua existia cierta regularidad. Pero a mi me parecio tal como lo describi.
Por unos minutos continue filmando, luego cerre mi camara, pensando que lo que acababa de filmar era suficiente para la ciencia, y para el publico hasta era mas que suficiente. En ese instante, el chorro de agua tambien ceso. Thompson, al parecer, se dio cuenta de lo absurdo que era seguir el experimento. La 'mancha', mientras tanto, subia mas y mas hasta desaparecer a gran altura, tras la curva de las gigantescas lenguas azules que se torcian hacia adentro.
Esta fue la cosa mas impresionante que observe en Groenlandia, pese al gran numero de impresiones que tuve desde mi salida de Paris. La primera de ellas fue el maravilloso aeropuerto de Copenhague, luego siguieron los sandwiches daneses de muchas capas y, finalmente, el paisaje multicolor de Groenlandia cuando nos aproximabamos volando a sus costas: el blanco perfecto de la meseta de hielo en el norte; el negro de la altiplanicie en el sur, donde el hielo habia sido rapado; el rojo oscuro de los promontorios de las montanas costeras; el azul del mar, pasando al verde opaco de los fiordos y, al final, el viaje en goleta a lo largo de la costa hacia el norte en direccion a Umanak, desde donde partio por ultima vez la famosa expedicion de Wegener.
En la 'Akiuta' -asi se llamaba la goleta- nos encontramos en una atmosfera de turbulencia general y en medio de una excitacion incomprensible que hizo presa de toda la tripulacion, desde el capitan hasta el cocinero. Como desconociamos los idiomas escandinavos seguiamos sin comprender el porque de toda esta inquietud, y posiblemente habriamos seguido sin comprenderla a no ser por la ayuda que nos presto el doctor Carlos Petersen, miembro de la estacion polar Godhaven, quien resulto ser una persona muy comunicativa con un conocimiento excelente del idioma ingles.
– ?Habian visto ustedes antes nuestros fiordos? -pregunto, bebiendo cafe en la sala de pasajeros-. ?No? Bien, pues antes, hasta en julio, el viento empujaba el hielo del mar. Aparecian campos de hielo de tres y de cinco kilometros. En Godhaven, durante todo el ano, la mitad de la bahia se cubria de hielo. Caravanas de icebergs descendian desde los glaciares de Upernivik y desde regiones mas al norte, y todo el golfo de Baffin se llenaba de ellos tomando el aspecto de una carretera muy agitada. Dondequiera que mirabamos nos encontrabamos con dos o tres icebergs. Ahora, en cambio, podemos navegar todo el dia y no ver ni un solo. ?Y que clima mas templado!
