En el agua y en el aire. ?Han notado la inquietud de la tripulacion? Amenazan con dejar la goleta para pescar los bancos de arenques y bacalaos que estan llegando desde las aguas de Noruega. Afirman, ademas, que desde el aire es posible verlos hasta en los fiordos orientales. Pienso que, por lo menos, ustedes han visto el mapa de nuestro pais. ?Que es nuestro litoral oriental? Por el ni en invierno ni en verano se puede pasar, porque todo el hielo polar ruso se concentra en ese lugar. ?Y donde esta ahora todo ese hielo polar? ?En Sirio? Nada mas se que los 'jinetes' se lo llevaron con ellos. A proposito, ?por que los llaman 'jinetes'? Quienes los vieron afirman que parecen mas bien globos o dirigibles. Yo personalmente no he tenido la suerte de observarlos. Quizas aparezcan durante nuestra travesia o en Umanak.

Pero no los encontramos ni durante la travesia ni en Umanak. Ellos habian aparecido en esos lugares mucho antes, cuando empezaron a extraer el hielo de los glaciares que descendian hacia el agua de la bahia. Luego se fueron, dejando cortado sobre el hielo un canal perfecto que se internaba a trescientos kilometros en la meseta continental. Parece como si ellos supieran que nosotros los perseguiriamos, teniendo como punto de partida la ciudad de Umanak, desde donde tuvo que arrastrarse lentamente en trineos por el hielo, salpicado de guijarros, la expedicion de Wegener. A nosotros nos esperaba ahora una carretera de hielo maravillosa, mucho mas ancha que cualquier avenida de asfalto existente en el mundo, y un todoterreno sobre orugas que habiamos encargado en Dusseldorf. La tripulacion era la misma que en la expedicion antartica, pero el nuevo cruzanieves era mas pequeno que la 'Jarkovchanka' y no tenia ni su velocidad ni su resistencia.

– Todavia sufriremos con esta maquina; ya lo veras. Sera una hora de travesia y dos de espera -dijo Vano, quien justamente acababa de recibir un radiograma del cuartel general de Thompson informandonos que otros dos cruzanieves de la expedicion salidos un dia antes no habian llegado hasta el momento a su destino-. Estamos hartos de todo. En lugar de azucar, nos dan melaza. Por suerte traje conmigo unti para proteger las piernas, pues en el caso contrario habria tenido que ponerme las kamikis con hierba.

Kamikis son botas de esquimales hechas de piel de perro que usan todas las expediciones de Groenlandia y los untis el calzado de los pobladores de Siberia.

Vano estaba muy lejos de admirarlas. Tambien permanecia indiferente ante el paisaje que se abria frente a sus ojos, paisaje cuya poesia canto el pincel de Rockwell Kent. Anatoli Diachuk, a su vez, observaba con reproche a Irina por la admiracion que mostraba ante las montanas goticas de Umanak y las gamas del verano de Groenlandia, que por una razon desconocida nos hacia recordar el verano de los alrededores de Moscu.

– La razon de todo esto es muy simple -afirmo Anatoli-. La ruta de los ciclones cambio y no hay nieve. Soplan los vientos de julio. No gimotees, Vano, llegaremos sin incidentes.

Pero los incidentes comenzaron tres horas despues de nuestra salida. Fuimos detenidos por un helicoptero enviado por Thompson. El almirante necesitaba consejeros y deseaba acelerar la llegada de Zernov. Martin pilotaba el helicoptero.

Lo que el relato era fantastico hasta para nosotros, habituados ya a los misterios de los 'jinetes del mundo incognito'. En el helicoptero, Martin circunvolo la nueva maravilla de los visitantes: las protuberancias azules que se unian alla arriba formando una especie de tapa tallada en facetas. Como siempre, las 'nubes' rosadas aparecieron de repente y de un lugar ignoto. Cruzaron sobre Martin sin prestarle atencion y se desvanecieron en el crater color violeta, en cierto lugar cerca del borde de la 'tapa'. Hacia alla dirigio Martin su helicoptero.

Aterrizo en la 'tapa' violeta y no encontro apoyo alguno. El helicoptero descendia mas y mas, penetrando con facilidad en el medio nebuloso de color lila oscuro. Durante dos minutos la visibilidad fue nula, despues el helicoptero de Martin se encontro volando sobre una ciudad moderna y extensa, aunque con horizontes limitados. La cupula azul del cielo la cubria a guisa de tapa. La ciudad le parecia a Martin muy familiar. Hizo descender un poco mas la maquina y la condujo a todo lo largo de la avenida principal que cortaba a la ciudad por la mitad. De repente, la reconocio: Broadway. Esto le parecio tan absurdo, que cerro con fuerza sus ojos a fin de aclararlos, porque no creia en lo que veia; pero al abrirlos, vio de nuevo lo mismo. Si, era Broadway. Alli se encontraba la calle 42; tras ella, la estacion del ferrocarril; un poco mas cerca, Times Square; a la izquierda, Wall Street. Pudo ver hasta la iglesia famosa de los millonarios. Reconocio el centro Rockfeller, el museo Huggenheim y el enorme Empire State Building, desde cuya plataforma de observacion le saludaron con panuelos las figuritas de los turistas. Abajo, por las calles, se deslizaban automoviles multicolores, formando un collar en sus movimientos. Martin torno en direccion al mar, pero algo le impidio avanzar. Comprendio entonces que no era el quien pilotaba el helicoptero, sino unos ojos y unas manos invisibles. Unos tres minutos despues era conducido sobre el rio, cortado ahora por la cupula del cielo. Desde adentro, el resplandor azul del fenomeno tomaba el aspecto de un cielo de verano iluminado por un sol oculto tras el horizonte. Luego fue llevado sobre el Parque Central, casi hasta Harlem, y alli elevado, mas bien empujado hacia arriba, a traves de una masa incorporea violeta y sacado a la atmosfera natural de la Tierra. De ese modo, se encontro repentinamente en nuestro medio ambiente, conduciendo el helicoptero, mientras debajo del fuselaje del mismo se extendia la ciudad rodeada por la llama azul. Al instante se dio cuenta de que el aparato le obedecia nuevamente y, sin pensarlo dos veces, empezo a descender, aterrizando en la meseta de hielo cerca del campamento de la expedicion.

Le escuchamos atentamente, emocionados, dejando que lo relatara todo hasta el final. A poco, Zernov, meditabundo, inquirio:

– ?Informo usted al almirante?

– No. El sin esto ya esta haciendo excentricidades.

– ?Observo usted todo con atencion? ?No se equivoco? ?No se confundio?

– Es imposible confundir a Nueva York. Aunque en esto hay algo que me intriga, ?como pudieron copiar Nueva York, si todavia no se han acercado a esa ciudad? ?Quien de ustedes ha leido que las 'nubes' rosadas aparecieron sobre Nueva York? Ninguno.

– Tal vez la visitaron de noche -le dije.

– ?Para que? -objeto Zernov-. Ellos no necesitan visitarla. Sabemos que crearon copias a base de imagenes visuales y a base de impresiones de la memoria. ?Conoce usted la ciudad de Nueva York en todos sus detalles? -le pregunto a Martin.

– Yo naci en ella.

– ?Cuantas veces paseo por sus calles?

– Miles de veces.

– Ya ve, usted paseo, observo y se acostumbro a la ciudad. Sus ojos grabaron todo lo visto y la memoria lo guardo. Ahora bien, ?que hicieron ellos? Simplemente atisbaron en la mente de usted, sacaron lo necesario y lo reprodujeron.

– Esto significa, ?que esa era mi Nueva York, tal como yo la he visto?

– No puedo aseverarlo. Pudieron haber copiado la psiquis de muchos neoyorquinos, incluyendo la suya. Existe un juego llamado rompecabezas, ?lo conoce?

Martin asintio.

– Bien, pues, con un gran numero de pedacitos pequenos y multicolores se componen cuadros, retratos, paisajes y naturalezas muertas. Ese mismo metodo es el empleado por ellos: ensamblan miles de impresiones visuales para crear cosas que existen realmente, con la particularidad de que estas cosas fueron vistas y recordadas por diversas personas de modo distinto. Yo pienso que el Manhattan reconstruido en el laboratorio de los visitantes no es exactamente igual al Manhattan verdadero. Entre los dos existen diferencias notables, ya sea en los detalles, ya sea en los puntos de vista. La memoria visual raramente repite las cosas exactamente como ellas son, porque no solo graba, sino que crea. Y la memoria colectiva es, a su vez, un material para la creacion conjunta. Es una especie de mosaico.

– Sir, yo no soy cientifico -empezo diciendo Martin- pero considero que eso es imposible, porque la ciencia no es capaz de explicarlo.

– La ciencia… -repuso Zernov sonriendose con ironia-…Nuestra ciencia terrestre no acepta aun la posibilidad de repetir la creacion del mundo. Sin embargo, preve esta posibilidad en un futuro lejano, pero muy lejano.

Despues de escuchar el relato de Martin, todo me parecio rutinario y comun, hasta el momento en que observe y filme las protuberancias azules y la 'mancha' violeta: esta maravilla de los visitantes del espacio cosmico era tan extraordinaria y tan inexplicable como todas las que le precedieron. Estos eran los pensamientos que rodaban por mi mente cuando retornaba al campamento.

A mi encuentro venia corriendo Irina, alarmada:

– Rapido, Yuri, rapido. Thompson te quiere ver. Ha llamado ya a todos los miembros de la expedicion. Habra un consejo de guerra.

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