'Jarkovchanka'?'

– ?Donde quieres que viva, pues? -pregunto el-. Por todas partes hay hielo y nadie me ha dado un apartamento con calefaccion central.

Sin temor ya, me enfureci:

– ?Y para que necesitas vivir? -inquiri-. ?En que deposito te conservaron antes de darte la resurreccion?

Entorno los ojos con picardia, justamente como hago yo, cuando me doy cuenta de mi superioridad fisica e intelectual sobre el oponente.

– ?A quien resucitaron? ?A un tonto miedoso que estuvo a punto de enloquecerse al ver su modelo?

– Entonces, tuviste miedo aquella vez, despues de todo -replique con ironia.

– Yo era tu repeticion. Era -recalco el-. Mas, ahora yo soy, yo existo. ?Comprendes?

– No, no comprendo.

– Aquella vez yo ignoraba como transcurrio tu vida en los ultimos meses, lo que comiste, lo que leiste, de que te enfermaste y lo que pensaste. Ahora lo se. Y se mas que eso.

– ?Que mas aun?

– Ahora se mas y mejor. Tu solo te conoces a ti mismo y mal. Yo te conozco a ti y a mi mismo. Soy tu copia perfeccionada, que te supera a ti en tal grado, como la camara de filmar moderna supera a la camara de Lumiere.

Puso una mano sobre la mesa. Yo se la toque: ?es un ser humano o no lo es?

– ?Te has convencido? Yo soy tu, pero construido mas inteligentemente.

Recurri a la ayuda de mi as de triunfo. Ahora jugare:

– ?Que superhombre! -le dije con premeditado desprecio-. Te construyeron durante mi salto en paracaidas y sabes todo lo que sucedio antes del salto. Bien, pero, ?que sucedio despues del mismo?

– Se tambien lo que sucedio despues del salto. ?Quieres que cite la conversacion que sostuviste con Thompson despues del descenso? ?O que hable sobre el rompecabezas? ?O sobre la conversacion con Zernov respecto a los hielos y las profesiones? ?O sobre la conversacion que tuviste con Vano con relacion a la roca roja? -el se echo a reir.

Hice mutis y me esforce por encontrar la replica necesaria.

– No la encontraras -afirmo.

– ?Como? ?Acaso lees mis pensamientos?

– Si. Nosotros en la Antartida podiamos solamente adivinar el pensamiento, o mas exactamente, la idea del otro. ?Recuerdas tu como querias matarme? Ahora, por el contrario, se todo lo que piensas. Mis antenas neuronicas son simplemente mas sensibles que las tuyas. He ahi la razon por la cual se lo que te sucedio despues del descenso. No olvides que yo soy tu, mas algunas correcciones de la naturaleza, algo asi como elementos de rele suplementarios.

No me sorprendi ni senti miedo, solo experimente la sensacion del jugador derrotado. Pero todavia me quedaba una carta de triunfo, o por lo menos, asi lo creia.

– Lo acepto, mas, pese a todo, yo soy el verdadero y tu eres el artificial. Soy un ser vivo y tu eres un robot. Yo vivo y a ti te destruiran.

El, sin ningun tono de bravata y como conociendo algo que nosotros ignorabamos, respondio:

– En relacion con la destruccion, ya veremos -e imitando mi entonacion agrego-: El problema de cual de nosotros es el verdadero y cual es el artificial, es un asunto que se debe debatir. Si te parece, preguntemos a nuestros amigos y hagamos una apuesta. ?Aceptas?

– Acepto -respondi-. ?Cuales son las condiciones de la apuesta?

– Si yo pierdo, te comunicare una cosa muy interesante, a ti solo. Si tu pierdes, se la comunicare a Irina.

– ?Donde lo probaremos?

– Aqui, si lo deseas, en mi cuartel general, en esta tierra pecaminosa.

No respondi.

– ?Tienes miedo?

– No, yo simplemente recorde ahora el automovil de Martin que se desvanecio en Sand City. ?Lo recuerdas?

– Si, pero Martin no se desvanecio.

– Tu eres una copia mas perfecta que los fantasmas de Sand City.

Entorno el ojo izquierdo, como lo hacia yo, y se sonrio:

– Bien -dijo-, veremos como se desarrollaran los acontecimientos.

Capitulo 31 – Supermemoria o subconocimiento

Dejamos nuestras cazadoras en el guardarropa y entramos en la cabina de nuestro vehiculo todoterreno. Eramos tan parecidos como los gemelos de la pelicula 'La mascara de hierro'. Llegamos justamente en el momento en que Irina, vestida toda de blanco, servia la sopa del almuerzo.

– ?Donde te perdiste? -pregunto ella sin mirar, pero, al levantar la cabeza, dejo caer el cucharon.

Impero un silencio prolongado, casi siniestro. Mi 'anti-ego' no se inmuto:

– Vano, aquello que vimos no era una roca. ?Sabes lo que era? -dijo el con mi propia voz, tan identica que temble como si la hubiera oido por primera vez-. No lo sabes. Pues aquello era la 'Jarkovchanka' de Mirni. Aquel mismo cruzanieves-doble que tu viste y yo filme. Pueden admirarlo ahora: esta estacionado alla. Y este pretendiente -me senalo-, estaba sentado en su interior, esperandonos.

La insolencia de mi doble me quito el habla. Era una escena de Dostoievski: El senor Goliadkin entumecido y su espabilado doble. Antes de que pudiera replicarle, cuatro pares de ojos, que antes eran amistosos, me observaron con hostilidad. En ellos no existia el asombro de los ojos que ven un milagro, sino la enemistad de los que observan a un bandido.

Zernov fue el primero en volver en si:

– Ya que ha venido a la hora del almuerzo, sea nuestro invitado -me dijo-. La situacion no es nueva, pero es muy interesante.

– Boris Arkadievich -implore yo-, ?por que me habla usted con ese tono tan oficial? El doble es el, no yo. Hicimos una apuesta para saber si ustedes podrian diferenciarnos.

Zernov, en silencio, nos miraba con atencion, deteniendo su vista mas prolongadamente en mi. Luego dijo:

– Este es un enigma. Son tan identicos como dos fosforos de una misma caja. Bien, digan, por favor, ?quien de ustedes es el verdadero?

– Me ofende usted -le dije.

– No te ofendas -rogo mi reflejo-; los dos somos verdaderos.

Crei ver una chispa de comprension en los ojos de Zernov, cuando este miro a mi doble y despues se dio la vuelta hacia mi:

– A la mesa, companeros -nos invito, y dirigiendose a Irina, agrego-: Traiga otros cubiertos, por favor.

– He perdido hasta el apetito -afirme-. ?Tendremos de nuevo bacalao?

?Que dije! Mi 'anti-ego' ataco rapido:

– Ya ves, Irina, ahora puedes saber cual de los dos es Yuri Anojin. ?Quien te encargo por la manana ensalada de guisantes en conserva?

Realmente yo le encargue a ella esa ensalada, pero lo olvide, volo de mi cabeza. Yo me di cuenta de la mirada de agradecimiento que le mostro Irina a mi oponente. La lucha se desarrollaba en su favor.

– Bien -dijo Zernov, mirandonos atentamente a ambos, ora a uno ora a otro-, lo comprobaremos a base de un metodo muy conocido.

– No dara resultados -afirme exasperado-: el sabe todo lo que hice y pense en ese intervalo maldito entre la creacion y la aparicion. El mismo aclaro que sus antenas neuronicas son inconmensurablemente mas sensibles que las mias.

– Eso lo dijiste tu -replico mi 'anti-ego'. Quise arrojarle a la cara mi sopa fria que no podia comer. Lamente no haberlo hecho, porque el continuo:

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