– Fuiste tu el que se marcho le recordo Ryan antes de besarlo en la boca.
– Tenia que perfeccionar unos detalles. Y aqui no consigo trabajar en serio.
– Para eso tienes tu mazmorra -murmuro ella y busco de nuevo los labios de Pierce.
– Exacto. Esta noche cenamos juntos. En algun restaurante con velas y rincones oscuros.
– Mi apartamento tiene velas y rincones oscuros -dijo Ryan-. Podemos estar a solas.
– Intentaras seducirme.
Ryan rio y olvido lo que habia querido hablar con el.
– No lo dudes. Y estoy segura de que lo conseguire.
– No sea tan presumida, senorita Swan -Pierce la separo unos centimetros-. No siempre soy tan facil.
– Me gustan los desafios.
Pierce se froto la nariz contra la de ella carinosamente.
– ?Te ha gustado la rosa?
– Si, gracias -Ryan le rodeo la nuca con las manos-. Consiguio que dejara de acosarte.
– Lo se. Al final te esta costando trabajar conmigo, ?eh?
– Mucho. Pero ay de ti como dejes que produzca otra persona tu proximo especial: te saboteare todos los numeros.
– Entonces, me temo que no me queda mas remedio que seguir contigo para protegerme.
Rozo sus labios con dulzura y Ryan sintio una oleada de amor tan intensa y repentina que se le encogio el corazon.
– Pierce, leeme el pensamiento -le dijo entonces. Cerro los ojos y apoyo la cara sobre su hombro-. ?Puedes leerme el pensamiento?
Sorprendido por el tono ansioso de su voz, la separo para estudiarla. Ryan abrio los ojos y Pierce vio que estaba un poco asustada, un poco aturdida. Y vio algo mas que hizo que el corazon se le desbocase.
– ?Ryan? -Pierce le acaricio una mejilla. Le aterraba pensar que solo estaba imaginandose lo que veia.
– Tengo miedo -susurro ella. La voz le temblaba, asi que se mordio el labio inferior para serenarla-: No me salen las palabras. ?Puedes verlas? Si no puedes, es normal. No tiene por que cambiar nada.
Si, claro que las veia; pero Ryan se equivocaba: una vez que las pronunciara, todo cambiaria. No habia querido que sucediera, pero, de alguna manera, habia sabido que llegarian a esa situacion. Lo habia sabido nada mas verla bajar las escaleras que daban a su sala de trabajo. Habia sabido que Ryan seria la mujer que lo cambiaria todo.
– Ryan -Pierce dudo un instante, pero sabia que ya no podia contenerse ni negar lo evidente por mas tiempo-, te quiero.
Ella exhalo un suspiro de inmenso alivio.
– ?Dios!, ?tenia tanto miedo de que no quisieras verlo! -Ryan se lanzo a sus brazos-. Te quiero tanto. ?Tanto! No es malo, ?verdad? -pregunto con voz tremula.
– No -Pierce noto que el corazon de ella latia tan desacompasado como el suyo-. Es muy bueno.
– No imaginaba que se podia ser tan feliz. Queria habertelo dicho antes -murmuro contra el cuello de Pierce-. Pero me daba mucho miedo. Ahora parece una tonteria. Los dos teniamos miedo -Pierce la apreto mas fuerte, pero seguia sin ser suficiente-. Hemos perdido mucho tiempo.
– Pero me quieres -susurro ella, deseosa de volver a oirselo decir.
– Si, Ryan. Te quiero.
– Vamos a casa, Pierce -Ryan le beso el cuello-. Vamos a casa. Te necesito.
– Yo tambien… Ahora.
Ryan echo la cabeza hacia atras y rio.
– ?Ahora?, ?aqui?
– Aqui y ahora -convino Pierce, fascinado con el brillo perverso que ilumino los ojos de Ryan.
– Podria entrar alguien -dijo esta al tiempo que retrocedia unos pasos.
Sin decir nada, Pierce fue a la puerta y echo el cerrojo.
– No lo creo.
– Vaya -Ryan se mordio el labio, luchando por no echarse a reir-. Parece que me van a secuestrar otra vez.
– Puedes pedir auxilio le sugirio mientras le quitaba la chaqueta.
– Socorro -dijo en voz baja mientras Pierce le desabotonaba la blusa-. Creo que no me han oido.
– Pues entonces no podran salvarte.
– Menos mal -susurro ella mientras dejaba que la blusa cayera al suelo.
Se acariciaron y se echaron a reir por la alegria que les producia estar enamorados. Se besaron y abrazaron como si el mundo fuese a acabarse ese mismo dia. Murmuraron palabras delicadas y suspiraron de placer. Incluso cuando la pasion crecio y el deseo empezo a gobernar sus movimientos, permanecio una sensacion de felicidad serena e inocente, compartida.
“Me quiere”, se dijo Ryan mientras deslizaba las manos por su potente espalda. “Me pertenece”, penso mientras lo besaba con fervor.
Se entregaron el uno al otro, se vaciaron y absorbieron hasta que fueron mas uno que dos. Una pasion creciente los unia, una pasion infinita, una libertad recien descubierta. Cuando terminaron de hacer el amor, siguieron riendose, felices por saber que para ellos aquello solo era el principio.
– ?Sabes? Yo creia que era el productor el que seducia al artista -murmuro Ryan.
– ?No ha sido asi? -Pierce deslizo los dedos por el cabello de ella.
Ryan rio y le dio un beso entre los ojos.
– Si, pero se suponia que tenia que dejarte pensar que habias tomado la iniciativa -contesto justo antes de levantarse y alcanzar la blusa.
Pierce se incorporo y le acaricio la yema de un dedo.
– ?Vas a algun sitio?
– Esta bien, senor Atkins, le dare la oportunidad de hacer una prueba para Producciones Swan -bromeo Ryan. Pierce le dio un mordisquito yen el hombro y ella dio un grito pequeno-. Pero no me vuelva a atosigar hasta que lleguemos a casa.
Se alejo unos pasos y termino de ponerse la blusa. Mientras lo hacia, miro de reojo el cuerpo desnudo de Pierce:
– Mas vale que se vista. Podrian cerrar el edificio y obligarnos a pasar la noche dentro.
– Los cerrojos no son problema para mi -le recordo sonriente el.
– Hay alarmas.
– Ya ves tu -contesto Pierce riendose.
– Definitivamente, es una suerte que no decidieras hacerte delincuente -comento Ryan.
– Es mas sencillo cobrar por abrir cerrojos que robar lo que hay dentro de las casas. A la gente le encanta pagar simplemente por ver si puedes hacerlo -Pierce se levanto-. Pero si saltas un cerrojo gratis, no le encuentran la gracia.
Ryan inclino la cabeza y le pregunto intrigada:
– ?Te has encontrado con algun cerrojo que no hayas podido abrir?
– Es cuestion de tiempo -dijo Pierce mientras recogia su ropa-. Si dispones del tiempo apropiado, todos los cerrojos pueden abrirse.
– ?Sin herramientas?
– Hay herramientas y herramientas -respondio el, enarcando una ceja.
Ryan fruncio el ceno.
– Voy a tener que examinar tu piel otra vez en busca de ese bolsillo.
– Cuando quieras -accedio Pierce con buenos modales.
– Podias ser bueno y ensenarme aunque solo sea una cosa: como te libras de las esposas, por ejemplo.
– De eso nada -Pierce nego con la cabeza mientras se ponia los vaqueros-. Podrian serme de utilidad otra vez.
Ryan se encogio de hombros como si le diera igual y siguio vistiendose.
– Por cierto, queria hablar contigo sobre el numero con el que cierras.
Pierce saco una camisa limpia del armario.