sorprendida.

– Ryan… -Swan no tenia muy claro que queria decirle. De modo que se limito a darle un pellizquito carinoso-. Te invito a cenar.

Ryan se quedo boquiabierta. ?Hacia cuanto que no cenaba con su padre? No conseguia recordarlo y, fuera como fuera, seguro que habria sido en una fiesta de empresa o en la gala de alguna entrega de premios.

– ?A cenar? -repitio con cautela.

– Si -contesto incomodo Swan, tan sorprendido con la invitacion como Ryan. Por fin, le paso una mano alrededor de la cintura y la acompano hasta la puerta. ?Que pequena era!, penso de pronto-. Anda, lavate la cara. Te espero.

A las diez de la manana siguiente, Swan termino de releer el contrato con Atkins. Un asunto complicado, penso. No seria facil romperlo. Aunque tampoco tenia intencion de llegar a ese extremo. No solo seria un mal negocio, sino un gesto inutil. Tendria que convencer a Atkins de alguna otra forma. Cuando sono el interfono, puso el contrato boca abajo.

– El senor Atkins lo espera, senor Swan.

– Hagalo pasar.

Swan se puso de pie cuando Pierce entro y, tal como habia hecho la primera vez, cruzo el despacho con la mano extendida.

– Pierce -lo saludo jovialmente-, gracias por venir.

– Senor Swan.

– Bennett, por favor -contesto este al tiempo que lo invitaba a tomar asiento.

– Bennett -accedio Pierce mientras se sentaba. Swan ocupo un asiento frente a el y se recosto.

– Bueno, ?satisfecho con como va todo? Pierce enarco una ceja.

– Si.

Swan saco un puro. El senor Atkins parecia hermetico, penso malhumorado. No iba a ser una conversacion sencilla. Lo mejor, decidio Swan, seria abordar el tema mediante una aproximacion indirecta.

– Coogar me ha dicho que los ensayos van viento en popa. Esta preocupado -dijo sonriente-. Es muy supersticioso. Le gusta que haya muchos problemas antes de rodar. Dice que casi te las arreglas tu solo para dirigir el espectaculo.

– Es un buen director -comento Pierce con tranquilidad mientras lo observaba encenderse el puro.

– El mejor -enfatizo Swan-. Estamos un poco preocupados con el numero que esta preparando para cerrar la actuacion.

– ?Por?

– Esto es television, ya sabes -le recordo Swan con una amplia sonrisa-. Esa fuga es demasiado larga.

– No puedo hacerla en menos tiempo -contesto Pierce-. Estoy seguro de que Ryan te lo habra dicho.

Swan lo miro a los ojos.

– Si, me lo ha dicho. Vino a verme anoche. Estaba desquiciada.

Pierce se puso un poco tenso, pero mantuvo la mirada de Bennett.

– Lo se. Lo siento.

– Mira, Pierce, somos personas razonables -Swan se echo hacia adelante y solto una bocanada de humo-. Esa fuga tiene una pinta fantastica. El reto de las tres cajas fuertes es apasionante; pero con una pequena modificacion…

– Yo no modifico mis numeros.

La contundencia de Pierce irrito a Swan.

– El contrato no esta grabado en piedra -lo amenazo.

– Intenta romperlo si quieres -contesto Pierce-. Te traera muchos mas problemas a ti que a mi. Y al final no cambiara nada.

– ?Maldita sea!, ?la chica esta muerta de miedo! -Swan dio un punetazo sobre la mesa-. Dice que esta enamorada de ti.

– Lo esta -confirmo Pierce con serenidad, tratando de no dar importancia al nudo que se le habia formado en el estomago.

– ?Y se puede saber que piensas hacer?

– ?Me lo preguntas como padre o como director de Producciones Swan?

Swan fruncio el ceno y solto un grunido ininteligible.

– Como padre -respondio finalmente.

– Estoy enamorado de Ryan -Pierce mantuvo la mirada de Swan-, Si ella quiere, pasare el resto de mi vida a su lado.

– ?Y si no? -replico Swan.

Los ojos de Pierce se oscurecieron, algo fragil temblo en su interior, pero no dijo nada. Todavia no habia querido pensar en esa posibilidad. Swan capto la indecision de Pierce y decidio aprovechar aquel momento de vulnerabilidad.

– Una mujer enamorada no siempre es razonable -arranco sonriente-. El hombre tiene que adaptarse.

– Son pocas las cosas que no haria por Ryan -contesto Pierce-. Pero no puedo cambiar lo que soy.

– Estamos hablando de un numero -insistio Swan impaciente.

– No, estamos hablando de mi forma de vivir. Podria olvidarme de esta fuga -continuo sin dejarse intimidar por el ceno de Swan-. Pero despues de esta, habra otra y luego otra. Si Ryan no asume esta fuga, ?como aceptara las que vengan despues?

– La perderas -advirtio Swan.

Pierce se levanto, incapaz de permanecer sentado ante tal perspectiva.

– Puede que nunca la haya tenido -contesto. Podria soportar el dolor, se dijo. Ya sabia como hacerle frente. Cuando continuo, habia conseguido tranquilizarse-. Ryan tiene que tomar sus decisiones. Y yo tendre que aceptarlas.

Swan se puso de pie y le lanzo una mirada furiosa.

– Vaya forma de hablar para estar enamorado.

Pierce respondio con una mirada gelida que lo hizo tragar saliva.

– En una vida de ilusiones -dijo con voz rugosa-, ella es lo unico que es real.

Luego se dio la vuelta y salio del despacho.

Capitulo XVI

La actuacion se emitiria a las seis en punto de la tarde. A las cuatro, Ryan ya habia tenido que serenar a todo el equipo, desde atender las exigencias del director de iluminacion a tranquilizar los nervios de uno de los estilistas de la peluqueria. Nada como un programa en directo para desquiciar hasta a los profesionales mas experimentados. En palabras de un tramoyista catastrofista, todo lo que pudiera ir mal, iria mal. No era el tipo de opiniones que Ryan queria oir en esos momentos.

Pero los problemas, las quejas, la locura que envolvia los ultimos preparativos del especial la mantenian ocupada, sin darle ocasion a tirarse a llorar por las esquinas. La necesitaban y no le quedaba mas remedio que mostrarse a disposicion de los demas. Ryan sabia que si lo unico que iba a quedarle despues del espectaculo era una carrera prometedora, tenia que esforzarse al maximo por conseguir que el programa fuese un exito.

Llevaba diez dias evitando a Pierce, tratando de guardar las distancias para protegerse. Aunque estaban obligados a coincidir de vez en cuando, siempre era por motivos de trabajo. Por su parte, Pierce no habia hecho el menor intento por salvar las barreras que ella habia interpuesto entre ambos.

Estaba destrozada. A veces la asombraba como podia estar sufriendo tanto. Pero, aun asi, preferia el sufrimiento. El dolor la ayudaba a reprimir el miedo. Habian recibido las tres cajas fuertes. Tras obligarse a examinarlas, habia comprobado que la mas pequena tenia menos de un metro de altura y poco mas de medio metro de ancho. Imaginar a Pierce doblado a oscuras en el interior de la caja le revolvia el estomago.

Estaba de pie, mirando el complejo sistema de seguridad de la cerradura de la caja mas grande, cuando

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