este, si seria capaz de persuadir a Keridil de que la dejase verle, al menos una ultima vez antes de... Irritada, rompio el hilo de estos espantosos pensamientos. No iba a darse por vencida; todavia no. Mientras el viviese, habria esperanza. Y encontraria la manera de encender y alimentar esta esperanza... Fuera como fuese, la encontraria.
Sus palabras habian demostrado su valor — lo habia dicho Keridil— pero, en la soledad de su habitacion, sonaban a huecas. Cyllan se esforzo en mantenerlas vivas en su mente, pero era una lucha desigual.
Y por fin, cediendo a sus sentimientos mas profundos, rompio a llorar, en silencio, desesperadamente, mientras las primeras luces de la aurora aparecian mas alla de su ventana.
El comedor era un torbellino de actividad y alegraba el corazon de Drachea que, despues de lavarse y refrescarse y devorar un buen desayuno, se habia sentado en un banco cerca de la enorme chimenea. La lena ardia con fuerza, desterrando el frio, y Drachea se hallaba rodeado de hombres y mujeres que no habian dejado en toda la manana de acosarle a preguntas y de alabarle y de mostrarle su gratitud, hasta que se sintio embriagado de tanta admiracion.
A pocos pasos de el, el Sumo Iniciado estaba sentado a una mesa separada con los miembros mas ancianos del Consejo de Adeptos, o al menos, con los que habian sobrevivido a la terrible experiencia. Encontrarse con que el regreso del Tiempo se habia cobrado un precio habia sido un triste descubrimiento. Siete de los mas ancianos moradores del Castillo, entre ellos el alto Adepto que se habia derrumbado en el Salon de Marmol, habian muerto; sus corazones no habian podido resistir la impresion, cuando el Pendulo habia anunciado su presencia en su mundo con la fuerza de un terremoto. Otros necesitaban cuidados medicos, y Drachea habia observado como Grevard, el medico del Castillo y segun se decia uno de los mas competentes del mundo, andaba atareado de un lado a otro, atendiendo a casos urgentes, ayudado solamente por dos auxiliares y por una mujer anciana y de cara caballuna que vestia el habito blanco de las Hermanas de Aeoris. Hacia una hora que un grupo de hombres de la provincia de Shu habia llegado al galope y cruzado el Laberinto que aislaba al Castillo de todos, salvo de los Iniciados, y entre ellos habia un palido mensajero del propio Margrave, que traia una suplica de este al Sumo Iniciado para que le ayudase a encontrar a su desaparecido hijo y heredero. Keridil habia enviado inmediatamente a un jinete para llevar la buena noticia a Shu-Nhadek, y habia pensado que el Circulo podia esperar una visita personal de Gant Amba Rannak para darle las gracias. La perspectiva no le gustaba en absoluto, pues recordaba que el padre de Drachea era un ordenancista remilgado, y con todo lo que tenia que arreglar le molestaba toda interrupcion innecesaria. Pero habia formalidades que no podian evitarse: Drachea debia permanecer en el Castillo al menos hasta que pudiese celebrarse una sesion plenaria del Consejo de Adeptos, ante la cual pudiese presentar sus pruebas de manera adecuada. Y, aunque tenia que confesarse que no acababa de gustarle aquel joven arrogante, Keridil era consciente de que Drachea merecia un reconocimiento formal por el servicio que habia prestado.
Habia tenido la oportunidad de oir toda la historia, al menos un esbozo de ella, y el cuadro era inquietante. De no haber sido por la intervencion de Drachea, Tarod habria recobrado la posesion de la piedra-alma, y la idea de los estragos que habria podido causar era espantosa. Sin embargo, Tarod estaba ahora seguramente encerrado en una de las mazmorras del Castillo y, en cuanto terminara Grevard su trabajo y pudiese descansar un poco, le enviaria a comprobar que se habian tomado las precauciones adecuadas.
Keridil se pellizco la punta de la nariz con el indice y el pulgar, al notar que se le hacian confusos los papeles que tenia ante el. Tenia necesidad urgente de dormir, pero todavia no podia tomarse este respiro. Estaban llegando mensajeros, al parecer a cada minuto, y el empezaba solamente a darse cuenta de la gran alarma que la inexplicable desaparicion del Circulo habia provocado en todo el pais. La primavera estaba ya adelantada; habia habido tiempo sobrado para que surgiesen y cundiesen los rumores, y tendria que hacer un gran esfuerzo para difundir la noticia de que todo estaba ahora en orden. Tenia que enviar un informe al Alto Margrave y a la Superiora de la Hermandad; tenia que calmar temores y especulaciones... La lista parecia interminable, y la perspectiva de realizar este traba jo, desalentadora.
Pero tenia que hacerlo... , y se sentia mas animado por la idea de que tendria, para esta tarea, una persona en particular para ayudarle. Ella estaba ahora sentada cerca de el, en un comodo sillon un poco a su espalda, y cuando el volvio la cabeza, le dirigio una sonrisa radiante.
Sashka Veyyil parecia tan serena y hermosa como en el momento en que el la habia besado y la habia dejado para iniciar el rito que significaria la destruccion de Tarod. Vistiendo un traje de terciopelo y, sobre este, una chaqueta forrada de piel para resguardarse del frio, y con sus cabellos castanos cuidadosamente peinados y adornados, era la viva imagen de la aristocrata tranquila y segura de si misma, y Keridil se sentia orgulloso de ella. Una y otra vez, le daba Sashka pruebas de lo valiosa que era para el: anotaba los asuntos que el habria de estudiar mas tarde; daba ordenes en su nombre; hacia frente al incesante alud de mensajeros del Sur. Y mas tarde, cuando habia terminado el trabajo, iba al encuentro de el en sus habitaciones particulares y le dejaba paladear una vez mas sus dociles y voraces encantos, mientras mitigaba los estragos que en el habia causado la jornada.
La propia Sashka estaba intrigada por el rumbo que habian tomado los acontecimientos. Cuando le contaron lo que habia dicho Drachea Rannak, habia abierto mucho los ojos con incredulidad, pero Keridil lo habia confirmado lo bastante para convencerla. Se felicitaba de su propia fuerza de caracter al haberse tomado con calma el regreso desde la dimension sin Tiempo, a pesar de que su unica experiencia de ello habia sido el impacto que habia sacudido a todo el Castillo al llegar el Pendulo del limbo, y ahora especulaba al darse cuenta de que Tarod estaba todavia vivo. Cuando este era Adepto de septimo grado del Circulo, se habia prometido a el..., pero cuando se habia sabido la verdad sobre Tarod, habia tenido afortunadamente el acierto y la prevision de pasarse al otro bando antes de que pudiese mancillarse su prestigio. Y los dioses la habian recompensado haciendo que llamase la atencion a un hombre cuyo rango jamas hubiese podido igualar Tarod; un hombre al que, ademas, le resultaba mas facil engatusar y someter a su voluntad. Como amante del Sumo Iniciado gozaba de una posicion en la que no habia podido sonar... y sin embargo, en lo mas hondo de su ser, habia algo que la inquietaba y que seguiria inquietandola mientras Tarod estuviese vivo. Le despreciaba, le odiaba... , pero no podia olvidarle por completo. Y a causa de estos sentimientos, queria verle sufrir. Antes habia tenido la satisfaccion de creer que el la amaba y deseaba todavia, pero ahora parecia que las cosas habian tomado otro rumbo. El joven de Shu-Nhadek habia hablado de una muchacha de las Llanuras del Este que se habia empenado en defender la causa de Tarod y que estaba ahora encerrada en el Castillo. Seria interesante, pensaba Sashka, averiguar algo mas acerca de ella...
Se inclino hacia delante y toco ligeramente el hombro de Keridil. Este se volvio, le sonrio, le asio los dedos y se los llevo a los labios para besarlos, — Debes de estar cansada, amor mio — dijo, con solicitud.
Ella sacudio la cabeza.
—Cansada, no..., pero un poco entumecida por haber estado tanto tiempo sentada. ?Me disculparas si te dejo solo?
—Desde luego. —Le beso de nuevo la mano—. Mira si tus padres necesitan algo. Y saludales de mi parte.
—Asi lo hare.
Entro en el comedor y se deslizo agilmente por el estrecho pasillo entre las mesas. Una mujer mayor, con el habito de las Hermanas, le dirigio una mirada fulminante al cruzarse con ella, pero Sashka no le hizo caso. La Hermana Erminet Rowald habia sido una de sus superiores en la Residencia de la Tierra Alta del Oeste cuando ella era oficialmente Novicia, y no trataba de disimular su antipatia por Sashka. A esta le importaba un comino la opinion de la Hermana Erminet, pues la consideraba una arpia arrugada y frustrada que tenia celos de las que habian tenido mas fortuna que ella. Y nada tenia que temer de la vieja, pues, si todo iba bien, era muy improbable que tuviese que volver a la Residencia para continuar sus estudios.
Irguiendo con arrogancia la cabeza, paso junto a la Hermana Erminet y miro a su alrededor. Casi inmediatamente, vio a su presa sentada entre un grupo de jovenes Iniciados a los que parecia estar contando una historia. Drachea Rannak era una celebridad, pero Sashka estaba segura de que podria persuadirle de que le dedicase un poco de su tiempo...
Se acerco a la mesa y dijo:
— Disculpame...
Drachea levanto la cabeza y se sorprendio al ver que le estaba sonriendo la bella y noble joven que habia estado sentada toda la manana al lado del Sumo Iniciado. No conocia su nombre ni su posicion, pero su cara era mas que suficiente para despertar su interes. Se levanto y le hizo una reverencia.
— Senora, temo que no he tenido el privilegio de serle presentado.
Sus modales eran impecables. Sashka inclino la cabeza.
—Soy Sashka Veyyil, de Veyyil Saravin, provincia de Han. — Se alegro al ver que el nombre del clan parecia