estaba ahora alta (cosa extrana, pues parecia que solo habian transcurrido unos minutos) y su cara mellada, casi llena, se burlaba de su dolor. Abajo, en el patio, las antorchas se habian apagado, y el gigantesco rectangulo estaba vacio.

?Lo estaba? Cyllan miro de nuevo y se dio cuenta de que habia unas figuras en el patio... , pero ninguna de ellas se movia. Eran como estatuas, como si se hubiesen petrificado en un momento de sus vidas. Parecian debilmente ridiculas; una con un pie levantado en la accion de caminar; otra con un brazo alzado en una extravagante e interrumpida posicion... Y la fuente habia cesado de manar...

El instinto la puso sobre aviso una fraccion de segundo antes de que oyese el suave pero amplificado sonido de una cerradura a su espalda. Giro en redondo...

Los contornos de una puerta suspendida en mitad de la habitacion se desvanecieron ante sus ojos. Un ser estaba plantado delante de ella, y, con subito panico, advirtio que estaba tan lejos de ser humano que cualquier concepto que se formase de el parecia cosa de locura. Alto, lugubre, con los cabellos de oro cayendo sobre los altos hombros, habria podido ser hermano gemelo de Tarod, de no haber sido por el hecho de que no habia rastro de mortalidad en las bellas y crueles facciones, y de que la sonrisa de sus labios parecia mofarse de los conocimientos y ambiciones humanas. Los ojos entrecerrados y felinos eran opalescentes y cambiaban de color bajo la enganosa luz de la luna.

Cyllan retrocedio hasta que su espina dorsal choco contra el marco de la ventana. Luchaba por respirar, pero ningun aire llenaba sus pulmones. Aquel ser (demonio o dios, por llamarle de algun modo) avanzo hacia ella con graciosa naturalidad y, al moverse, los contornos de la habitacion se alabearon y torcieron como si no pudiesen coexistir en el mismo espacio que el. Cyllan tuvo la impresion de que algo vasto le rodeaba, una dimension desconocida que chocaba con las leyes naturales de este mundo. El estaba aqui y, sin embargo, no estaba; no era mas que una manifestacion de un ente cuya esencia, si la percibia, la llevaria al borde de la locura. Era el Caos...

Impulsada por una mezcla de terror, asombro y temerosa reverencia, Cyllan cayo de rodillas.

Yandros...

— Levantate, Cyllan.

La voz de Yandros era argentina, pero su suavidad no alcanzaba a disfrazar del todo una amenaza implacable. Estremeciendose, Cyllan obedecio, aunque todos sus instintos protestaban, y el camino despacio a su alrededor, criticos sus ojos inhumanos y con aquella pequena sonrisa flotando todavia en sus labios. Por fin se detuvo ante ella una vez mas, y Cyllan sintio su escrutinio como un dolor fisico cuando el la miro de arriba abajo.

— Has elegido condenarte al llamarme — dijo Yandros con indiferente regocijo—. Admiro tu valor, o tu locura.

Cyllan cerro los ojos con fuerza y recordo que Tarod no habia temido a aquel ser. Ella habia llamado a Yandros por su libre voluntad; si este resultaba ser un amo cruel, debia aceptar las consecuencias. Con un esfuerzo, se obligo a hablar.

—No tenia eleccion. Quieren matar a Tarod y yo no puedo ayudarle. — Dominando su miedo, miro aquellos ojos siempre cambiantes—. Tu eres mi unica esperanza.

El Senor del Caos hizo una sarcastica reverencia.

— Me halagas. ?Y por que crees que puede interesarme salvar a un hombre que ha jurado fidelidad a Aeoris?

La estaba poniendo a prueba, con la perversidad que ella hubiese debido prever. Cyllan se paso la lengua por los resecos labios.

—Porque una vez llamaste «hermano» a Tarod.

Yandros siguio mirandola durante unos momentos y ella no se atrevio a imaginar lo que estaria pensando. Despues, Yandros avanzo y apoyo una mano en la cabeza de ella. Cyllan se estremecio interiormente al sentir el frio contacto de sus dedos; sintio un nudo en el estomago, pero se mantuvo firme.

—Y estas dispuesta a poner tu alma en peligro para salvarle... Un sentimiento muy noble, Cyllan. —La voz argentina era todavia desdenosa, pero su tono era casi afectuoso—. Parece que hicimos bien al traerte al Castillo.

Ella le miro sin acabar de comprender.

— ?Me trajiste... tu?

Yandros rio en voz baja, con una risa que la hizo estremecerse

—Digamos que fuimos el instrumento de tu llegada. Podemos estar en el exilio, pero algunas de las fuerzas que sirven a nuestra causa permanecen todavia en esta tierra.

Ella comprendio de pronto.

— El Warp...

— Dices bien: el Warp. Ni siquiera Aeoris y sus corrompidos hermanos pudieron librar del todo al mundo de su viejo enemigo. — Yandros sonrio—. Y cuando encontramos tambien un mortal dispuesto a servirnos, nuestras ambiciones empiezan a tomar forma... y esto nos complace.

Asi pues, ella habia sido un muneco, un instrumento manipulado por el Caos desde el principio... Cyllan empezo a sentirse mareada al comprender lo que implicaban esas palabras y recordo lo que Tarod le habia dicho sobre las maquinaciones del Senor del Caos. Yandros queria desafiar al regimen del Orden, llevar de nuevo al mundo a la voragine de la que le habia salvado Aeoris hacia tantos siglos... Y veia a los dos como peones en el trascendental juego.

Pero fuera cual fuese la maldad de Yandros, fuera cual fuese el destino que habia proyectado para el mundo, a Cyllan ya no le importaba. Solo el podia ayudarla a salvar a Tarod de la aniquilacion, y ningun precio era demasiado elevado para esto.

El Senor del Caos la miro, leyendo claramente lo que ella estaba pensando. Por fin, casi con amabilidad, dijo:

— ?Que es lo que pides al Caos, Cyllan?

Ella respiro hondo.

—?Que me ayudes a salvar la vida de Tarod!

El inclino la cabeza.

— ?Y como crees que puedo hacerlo? ?Debo traer una legion de demonios para que arrase el Castillo y envie a sus moradores a los Siete Infiernos? ?Aceptarias esto, para salvarle?

Cyllan resistio su lacerante mirada.

— En caso necesario, si.

— Entonces, eres digna de Tarod. — Cyllan, para su asombro, vio respeto detras de la expresion divertida de Yandros, antes de que los finos labios de este se torciesen hacia abajo—. Pero, por micho que satisfaga esta idea mi sentido de justicia, no puede ser puesta en practica. Estamos en el exilio, Cyllan. Nuestros poderes en este mundo son una debil sombra de lo que fueron antano. He podido alcanzar tu mente y hablar contigo, pero no puedo ayudarte directamente. — Sonrio de nuevo, debilmente—. Solo Tarod tiene poder para abrirnos el camino, y el prefirio romper el pacto que habiamos hecho y renegar de su antigua lealtad.

Cyllan sintio que se le oprimia la garganta. La naturaleza voluble de Yandros se estaba manifestando de nuevo, ofreciendole esperanza un instante y desesperacion al siguiente. El no le habia prometido ayudarla... ?Pero se negaria en redondo?

Con voz vacilante, dijo:

— No puedo negar esto. Pero espero... creo.., que, a pesar de ello, no le abandonaras ahora.

Yandros la miro, con expresion enigmatica.

— Depositas una confianza infantil en nuestra lealtad.

—No tengo eleccion.

El Senor del Caos reflexiono.

—Y si me dejo persuadir..., ?que querras que haga?

Ella lo habia pensado detenidamente y solo veia un camino.

—Matame —dijo con voz dura—. Rompe el dominio que tiene el Sumo Iniciado sobre Tarod. Cuando yo este muerta, no habra nada que le detenga de vengarse. —Vacilo, miro a los ojos de Yandros y anadio con sentido enfasis —: Por favor...

— No. — Yandros levanto una mano para atajar cualquier protesta—. Liberar a Tarod destruyendote seria

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