una perdida inutil. Podria hacerlo, y lo haria si me sirviera para mis fines, pero hay maneras mejores y tu nos seras mas util si vives. Pero entiendeme bien: si Tarod tiene que vivir tambien, deberas servirnos, y servirnos fielmente. Mirame.
Ella habia bajado la mirada, pero ahora, obedeciendo la orden, la levanto de nuevo. Los ojos de Yandros se habian vuelto negros y, reflejadas en ellos, vio imagenes que la hicieron encogerse con un terror profundo y atavico. Confusion, un furioso y estruendoso torbellino de colores imposibles, de formas atormentadas, de caras desesperadas, que era la esencia del Caos, se pinto en los negros ojos y parecio abalanzarse sobre ella, presto a estallar sobre el mundo en un loco pandemonium.
— Ya ves lo que tendras que obligarte a servir. — La voz de Yandros era cruel, implacable—. Ahora, ?elige!
El panico se apodero de ella; la protesta de cien generaciones que habian jurado fidelidad a la paz del Orden; los recuerdos heredados de los miles que habian muerto para barrer del mundo la plaga del Caos; los horrores de la condenacion eterna. Aliarse a este ser seria traicionar todo aquello en lo que habia creido... Sin embargo, sin la ayuda de Yandros, Tarod moriria...
Poco a poco, temblando violentamente, Cyllan hinco una rodilla ante el Senor del Caos.
Yandros sonrio. Habia visto lo bastante para confirmar el acierto de enviar el Warp que habia arrancado a la joven de su antigua vida; de hacer que los fanaani, que nada debian al Orden, la salvasen del mar; al manifestar una parte de si mismo en respuesta a su llamada. Si ella triunfaba en su empeno, tendria la llave del futuro de Tarod... y del futuro del reino del Caos. Seria una servidora muy valiosa...
— No podras volver atras — dijo suavemente, con satisfaccion. Cyllan no levanto la cabeza, pero el vio que asentia con ella casi imperceptiblemente antes de murmurar:
— ?Que debo hacer?
—Debes encontrar la piedra... y devolverla a su legitimo dueno.
Ella le miro rapidamente.
—?Como puedo hacerlo?
—Empleando la inteligencia y la astucia que tanto te han servido hasta ahora. Nosotros podemos ayudarte; no tenemos poder para intervenir directamente, pero nuestra... influencia.., todavia puede dejarse sentir en los medios adecuados. — La sonrisa se desvanecio bruscamente de su semblante—. Hay que hacerlo, Cyllan. Solamente Tarod tiene poder para llamarnos de nuevo al mundo, pero, para ello, tiene que recuperar su piedra- alma. Si la piedra permanece en manos de esos gusanos del Orden, no descansaran hasta que su esencia sea dominada y destruida. —Su cara orgullosa y siniestra no mostraba ahora la menor amabilidad, sino que era cruelmente venenosa—. Si la piedra fuese destruida, el alma de Tarod seria destruida con ella. Y tu no quieres esto..., ?verdad, Cyllan?
— No... — murmuro ella.
Yandros levanto una mano y senalo el corazon de Cyllan.
—Entonces, si deseas que viva, te ordeno que le pongas de nuevo en posesion de la piedra del Caos. —Sus ojos brillaron con un fuego infernal—. No me falles, pues si lo hicieses, perderias mucho mas que la vida de Tarod. Tus propios dioses te condenaron cuando llamaste al Caos en tu ayuda, pero si enganases ahora al Caos, ?tu alma no encontraria consuelo en nuestro reino!
Su tono hizo que Cyllan sintiese en la medula un escalofrio que le hizo recordar las horribles imagenes que habia visto en los ojos de el. No pudo responder; estaba demasiado horrorizada por la enormidad del trato que habia hecho.
Yandros parecio ablandarse un poco y sus ojos se tranquilizaron y los extranos colores volvieron una vez mas a sus sesgadas profundidades.
— Haz bien tu trabajo y no tendras nada que temer — dijo mas suavemente—. Y no creas que estas completamente sola. Hay una persona en el Castillo que te ayudara. La reconoceras cuando la encuentres. —Le tomo bruscamente la mano izquierda, volviendo la palma hacia arriba—. No puedes llamarme de nuevo, Cyllan. Te he respondido esta vez, y no podria hacerlo nuevamente. Pero te dejo con mi bendicion.
Y con una actitud que parecia burlona imitacion de la cortesia humana, le beso la muneca.
Fue como si una brasa hubiese tocado su brazo. Cyllan grito de dolor, se echo violentamente atras y, al caer, una rafaga de aire ardiente produjo una explosion tremenda pero sorda en la estancia. Las paredes se combaron hacia fuera, torturadas por una fuerza que apenas podian contener; Yandros se desvanecio, y Cyllan choco contra la ventana antes de derrumbarse desvanecida en el suelo.
El criado que corrio en busca de Keridil recibio una fuerte reprimenda, pero el Sumo Iniciado no tuvo mas remedio que abandonar la pequena celebracion que tenia lugar en sus habitaciones y seguir al hombre hasta el ala sur del Castillo. Habia interrumpido la confusa explicacion, pensando solamente que la muchacha de las Llanuras del Este habia conseguido lesionarse a pesar de las grandes precauciones tomadas por el, y al dirigirse apresuradamente a su habitacion, sintio vertigo al pensar en lo que podria ocurrir si ella moria. Podrian ocultar facilmente la noticia a Tarod hasta que llegase el momento de su ejecucion. Pero el solo iria voluntariamente a la muerte si se le demostraba que ella estaba viva y a salvo. Si no era asi...
Keridil se trago la bilis del miedo al acercarse a la puerta cerrada.
Para alivio suyo, su perentoria llamada fue respondida por Grevard. El medico parecia mas irritado que preocupado, y esto era una buena senal, se dijo nerviosamente Keridil.
— ?Oh..., Keridil! — El medico le miro frunciendo el entre cejo—. ?Dije a esos malditos imbeciles que no hacia falta que fuesen a buscarte!
Keridil miro hacia la cama. Era dificil distinguir la figura de la joven; parecia estar inconsciente, y una mujer de habito blanco en la que reconocio a la Hermana Erminet Rowald la estaba cuidando auxiliada por dos sirvientes que parecian ser un estorbo mas que una ayuda.
— ?Esta viva? — pregunto concisamente el Sumo Iniciado.
—?Oh, si!; esta viva.
—?Que ha sucedido?
Grevard sacudio la cabeza.
— No lo se. Creiamos haber tomado todas las precauciones posibles, pero parece que estabamos equivocados. — Senalo hacia la cama con la cabeza—. Uno de los criados la encontro yaciendo sin sentido en un rincon cuando le trajo la comida. Al principio, pense que se habia desmayado de debilidad; ya sabes que se ha negado a comer; pero cambie de opinion al ver su brazo.
—?Su brazo?
El medico se encogio de hombros.
—Ve y miralo tu mismo.
Keridil, con semblante preocupado, se acerco a la cama y saludo brevemente con la cabeza a la Hermana Erminet. Cyllan yacia inmovil y muy palida, y, a primera vista, no parecia haber sufrido dano alguno; pero despues vio Keridil que la manga izquierda de su vestido habia sido arremangada, dejando al descubierto una horrible senal carmesi que se extendia desde la muneca casi hasta el codo.
Miro rapidamente a Grevard por encima del hombro.
—Es una quemadura...
—Exactamente. —El medico hizo una mueca—. Y si puedes tu explicar como pudo tener fuego en sus manos, ?sabes mucho mas que yo!
— Es imposible. A menos que lo sacase del aire.
— Bueno, tal vez haya una teoria mejor. ?Tiene ella algun poder magico?
Keridil murmuro entre dientes y sacudio la cabeza.
—Lo dudo. Ademas, si lo tuviera, la Hermandad lo habria advertido hace anos, ?no es cierto, Hermana Erminet?
La vieja herbolaria le miro enigmaticamente.
— Naturalmente, Sumo Iniciado.
—Entonces, si no pudo quemarse ella misma ?quien pudo... ? — La voz de Keridil se extinguio al ocurrirsele una inquietante posibilidad, Tarod. Si la muchacha habia establecido de algun modo contacto con el y le habia persuadido de romper el trato, el podia haber tratado de emplear su poder para matarla desde lejos, con el fin de salvarse. Y casi lo habia logrado... — Giro sobre los talones—. Grevard, ?sigue ese demonio de Tarod encerrado bajo llave?