—Bueno, ?vas a quedarte mirandome como si fuese el fantasma de tu abuela? —le pregunto Erminet—. ?O tienes algo que decirme?
Cyllan se echo atras, pero su mirada no se aparto de la cara de la
vieja.
— ?Quien eres? — pregunto con voz ronca.
— La Hermana Erminet Rowald. Veo que no os ensenan buenos modales en el Este —replico agriamente Erminet.
Cyllan fruncio el entrecejo.
—Yo no te pedi que me cuidases.
— Cierto; pero alguien lo hizo y por esto estoy aqui, tanto si te gusta como si no. — Le alargo la copa—. Termina tu bebida.
—No... Estas tratando de drogarme.
Es tan obstinada como Tarod, penso Erminet, y suspiro.
—No es mas que un sencillo reconstituyente. Te lo demostrare. De todos modos, ?yo lo necesito mas que tu!
—Bebio la mitad de lo que quedaba en la copa y se la ofrecio una vez mas—. ?Estas ahora satisfecha?
Cyllan, vacilando, tomo la copa de sus manos y apuro el brebaje. Sabia bastante bien; a vino con especias y un poco de miel y otros sabores mas sutiles, y su estomago lo agradecio. Mientras tanto, Erminet se habia levantado y cruzado la habitacion con movimientos aparentemente casuales, y tocaba con el pie algo que habia en el suelo. Cyllan la miro... y sintio que se encogian sus pulmones.
—La antigua geomancia del Este —dijo Erminet a media voz—. Creia que esta tecnica casi no se empleaba ya. —Y al no responder Cyllan, sonrio—. ?Eres una vidente, eh?
—?No!
La negativa era demasiado vehemente, y Erminet vio miedo en los ojos de Cyllan.
— Es inutil negar lo evidente, muchacha, cuando tu astucia no alcanza a disimular la evidencia. — Bruscamente, y para sorpresa de Cyllan, su tono se suavizo—. Alegrate de que, hasta ahora, yo soy la unica que ha adivinado tu secreto. Todos los demas creen que eres bastante inofensiva, a pesar de las protestas de ese mal criado hijo de Margrave.
—?Drachea?
El nombre salio involuntariamente de los labios de Cyllan, cuya hostilidad se habia mitigado por la perplejidad y una curiosidad creciente.
— ?Se llama asi? Si, el arrogante rapaz esta todavia aqui, y sin duda su orgulloso padre y toda la carnada vendran pronto del Sur para disfrutar del reflejo de su gloria.
La voz de Erminet era agria y esto aumento la confusion de Cyllan. ?Unas palabras tan duras, en boca de una Hermana de Aeoris? No lo entendia...
De pronto, Erminet se acerco de nuevo a la cama y se quedo plantada, mirando a Cyllan.
—?Quien es Yandros?
El cambio de tactica pillo a Cyllan por sorpresa, tal como habia pretendido la Hermana, y no tuvo tiempo de disimular su dolor. Trago saliva.
—Jamas oi ese nombre.
—?Ah, no? ?Tan desconocido te es que lo has pronunciado nada menos que dos veces en tu delirio? — La anciana se acerco mas—. Hablaste bastante mientras dormias, nina. Si yo fuese recelosa, juraria que era una letania destinada a evocar algo que es mejor dejar tranquilo.
Oh si; la flecha habia dado en el blanco: el terror y la culpa se pintaron en los ojos de Cyllan antes de que pudiese ocultarlo. Despues, su peculiar mirada ambarina se endurecio.
—?Y si lo fuese, Hermana? —replico furiosamente—. ?Ves una legion de demonios alineados alrededor de las paredes de esta habitacion? ?Ves un ejercito sobrenatural forzando las puertas del Castillo para rescatarme? Sea lo que fuere lo que pude haber intentado, ?fracase!
Estaba mintiendo; Erminet lo sabia con tanta seguridad como que el sol amaneceria manana.
— ?De veras? — dijo suavemente—. ?O cuenta la herida de tu brazo solamente la mitad de la historia?
Cyllan fruncio el entrecejo y miro despues rapidamente su muneca izquierda. La mancha livida habia sido tratada con un unguento, pero la irritacion no habia menguado. Doblo los dedos y recordo los ojos sabios e inhumanos de Yandros al inclinarse para tocar su muneca con los labios. La excitacion y un miedo morboso hicieron presa en ella... Conque era real; habia ocurrido de veras... El Caos habia contestado a su llamada...
Encogio el brazo poco a poco, como para proteger la senal que le habia inflingido el Senor del Caos del escrutinio de la Hermana Erminet. Una extrana sonrisa, no del todo racional, deformo su boca.
—Sea cual fuere la historia que cuente —murmuro—, no podreis cambiarla. Ni tu, ni Keridil Toln; nadie. Es demasiado tarde.
Erminet se sintio inquieta y empezo a preguntarse si, en su determinacion de cuidar de que se hiciese justicia, no habria cometido un grave error. Ahora no dudaba de que Tarod no se habia equivocado al depositar su confianza en Cyllan. Haria cualquier cosa por salvarle, sin reparar en las consecuencias que tendria para ella y para todos los demas, y una devocion tan exclusiva podia ser letal. Decian que Tarod era del Caos, acusacion que el habia negado. Si era verdad, se deducia de ello que podia tener aliados que tambien debian su existencia al mismo mal; aliados a los que podia llamar en un momento de apuro...
Miro de nuevo a Cyllan y se dijo que la idea era insensata. El Caos habia muerto; si Aeoris hubiese fallado en su empeno, nunca habria sido creada la Hermandad para conservar la fe en el recuerdo de aquella titanica victoria. Y la muchacha no era una hechicera. Habia visto que tenia talento, pero nada mas. Era el amor lo que la impulsaba, y la Hermana Erminet comprendia demasiado bien esta motivacion.
Y asi, habia decidido entre el deber y la conciencia. Por muy rigorista que fuese, Erminet tenia un peculiar codigo de honor personal, y con independencia de los que pudiesen imponer el Sumo Iniciado y su propia Hermandad, habia dado su palabra, al menos, en una cuestion...
Aguanto una vez mas la mirada irritada de Cyllan y dijo sin preambulos:
—Tengo un mensaje para ti.
La muchacha perdio algo de su aire de desafio, pero no hizo la pregunta que acechaba en el fondo de sus ojos.
Erminet se paso la lengua por los labios.
— Dijo que recordases tu primera visita a la torre.. , y que el no tomo nada que no quisieras darle.
Sabia que habria una reaccion, pero no de esta naturaleza. Cyllan se quedo petrificada, abrio la boca como para hablar, pero jadeo y estallo en sollozos de angustia, tapandose la cara con ambas manos y llorando como si se le partiese el alma.
—?Nina! —Aquel dolor hizo que Erminet olvidase su estudiada acritud, y rodeara los hombros de Cyllan con los brazos—. ?No llores, nina!
Cyllan trato de empujarla, al sentirse acometida por una oleada de miedo y de dolor y de desesperado anhelo. Habia tratado de dominar sus emociones lo mejor posible, sabiendo que eran la forma mas cruel de atormentarse ella misma; pero las palabras de Tarod, tan ingenuamente transmitidas por la anciana, habian resucitado toda la amargura de los recuerdos que, ahora, eran todo lo que le quedaba de el. Y su sentimiento, luchando por desfogarse, solo pudo expresarse en dos futiles, inutiles y entrecortadas palabras.
— ?Oh,
Erminet se maldijo por no haberse parado a pensar en el efecto que podia producir en Cyllan el mensaje de su amante. Un secreto compartido, una broma que solo ellos dos podian comprender... No era de extranar que la muchacha llorase, dadas las terribles circunstancias en que habia sido entregado el mensaje. Tuvo ganas de llorar con ella.
— ?Escuchame, Cyllan! — Los dedos que apretaban los hombros de Cyllan eran rudos, pero Erminet no conocia otra manera de sacarla de su profunda afliccion—. ?Tienes que es cucharme!
Cyllan respiro profundamente y con fuerza. Se aparto las manos de la cara, y miro con odio a Erminet.
— ?Por que tendria que escucharte? — replico furiosamente—. ?Eres igual que todos ellos! Tarod no te ha hecho ningun dano, pero les apoyaras y asentiras prudentemente con la cabeza cuando le lleven al Salon de Marmol para matarle, ?no? —Estaba temblando de los pies a la cabeza, al borde de un ataque de histeria—. Y mientras tanto me teneis aqui encerrada, y yo le amo, y no puedo hacer nada para poner fin a esta locura, ?y Tarod va a