en el linde del claro se agitaron y aparecio un hombre. Era alto, enjuto y vigoroso, aunque el rostro arrugado y los blancos cabellos, lacios y cada vez mas escasos, indicaban que tenia ya mas de setenta anos. Vestia un surtido de ropas mal combinadas y demasiado grandes para el que en otra epoca habian sido de buena calidad pero que ahora necesitaban desesperadamente un lavado y un arreglo, y mientras avanzaba a grandes zancadas hacia la puerta agitaba en el aire un nudoso baston de madera de endrino.

—?Mujer, estas descuidando tus deberes! —Su voz era un chillido irritado—. ?Holgazaneando dentro de casa sin tomar prevenciones para mantener apartados a los lobos, y todo viniendose abajo! ?Es que quieres que vengan y te desgarren la garganta? ?Lo quieres? ?Lo quieres?

El enfado de Niahrin se convirtio en furia.

—Perd Nordenson, ?que haces aqui? ?Que es lo que quieres? ?Estoy ocupada! A menos que tengas algo que tratar conmigo, vete y dejame en paz.

—?Algo que tratar? —El anciano hizo una mueca despectiva—. ?Deberias considerarte satisfecha de que yo tenga cosas que tratar contigo, mujer, porque de no haber sido asi por la manana te habrian encontrado en la cama con la garganta desgarrada! Pero yo los vi. ?Los vi, y los eche!

Niahrin suspiro al comprender. Perd y los lobos. Con Perd siempre se trataba de los lobos. Por que los odiaba de aquella forma era algo que ni ella ni ninguna de las personas que lo conocian podian adivinar, pero incluso pronunciar la palabra «lobo» en presencia de Perd era provocar una diatriba de apasionado odio. Y Perd poseia una poderosa habilidad para odiar.

La mujer avanzo con mas tranquilidad hasta el final del jardin y, manteniendo la barrera de la puerta entre ellos, intento adivinar el estado de animo del anciano. Parecia probable que se tratara de uno de sus mejores dias, ya que al menos se mostraba coherente y de momento no le habia escupido ni arrojado el baston contra la cabeza, cosas ambas que sabia que habia hecho en mas de una ocasion. Esperando no equivocarse, dijo en tono apaciguador:

—Bueno, Perd, ya debes de saber, porque te lo he dicho muchas veces, que los... las criaturas no me molestan y no tengo nada que temer de ellas. Pero te agradezco tu preocupacion.

Habia pulsado la cuerda apropiada, ya que el fuego se apago en los enloquecidos ojos

de Perd y este desvio la mirada. Sus manos se retorcian incesantemente sobre el baston.

—Ahi. —Dirigio un dedo acusador hacia un punto situado junto a la valla de Niahrin—. Estaban ahi, justo ahi, tan tranquilos! ?Dos de ellos, sentados, contemplando tu puerta! Iban a... —?No, Perd, no iban a desgarrarme la garganta!

?Diosa bendita! Su obsesion era inquebrantable, se dijo la bruja, y su voz recupero un tono acerado. Era vital mantenerse firme con Perd y no dejar que adquiriera ventaja ni por un instante. Al mismo tiempo, no obstante, su cerebro registro y empezo a dar vueltas a lo que el anciano habia dicho. Dos lobos, sentados sencillamente... Eso no era nada corriente; no era en absoluto su forma de comportarse.

—Sentados —repitio Perd con salvaje enfasis, como si una parte de su retorcida mente hubiera captado sus pensamientos—. Sentados. ?Esperando! Para desgarrar...

—?Perd, es suficiente! —Niahrin regreso al mundo real con un sobresalto. Arrugo la frente ante el tono empleado y repitio con menos vehemencia—: Suficiente. Agradezco tu preocupacion, como te he dicho, pero no quiero escuchar nada mas. Dices que tienes cosas que tratar conmigo. ?Que es lo que puedo hacer?

El hombre se miro los pies y sacudio la cabeza. Como era un gesto al que ya estaba acostumbrada, la bruja suspiro. —Vamos, querido, dime lo que es. Ya sabes que no se lo dire a nadie mas; sabes que puedes confiar en mi.

Durante unos instantes volvio a producirse un silencio; luego, inopinadamente, el hombre avanzo arrastrando los pies hasta quedar a centimetros de distancia de ella, aunque con la verja todavia entre ambos. Niahrin percibio un olor familiar en su aliento: el aspero alcohol destilado por algunos de los menos honrados habitantes del bosque y vendido a todos aquellos que eran lo bastante estupidos para matarse lentamente solo por conseguir unas pocas horas de inconsciencia. De todos modos, en el caso de Perd el mejunje parecia hacer mas bien que mal; al menos mantenia a raya su delirio y lo dotaba de cierto equilibrio durante un tiempo. Habia dejado caer al suelo el baston de endrino ahora, y estiro un brazo hacia ella, subiendose la manga del sucio abrigo mientras lo hacia. Niahrin contemplo con asombro la larga cuchillada que descendia desde el codo hasta la muneca. No era profunda pero estaba cubierta de sangre seca, y se veian senales de supuracion bajo la mugre general que cubria la piel.

—?Como te hiciste eso? —inquirio, mirandolo a los ojos.

Perd no contesto, lo que fue mas que suficiente para confirmarle la verdad.

—?Con ese cuchillo tuyo? ?Si? —El hizo un gesto afirmativo de la cabeza, y la mujer chasqueo la lengua—. ?Cuantas veces te he advertido sobre esa arma tan peligrosa? No estas en condiciones de manejar un cuchillo asi; si no estas amenazando sombras con el entonces te amenazas a ti mismo.

—Lo necesito —refunfuno Perd—. Lo necesito. O ellos desgarrarian...

Lo interrumpio rapidamente antes de que pudiera empezar de nuevo.

—Perderas el uso del brazo, o peor, si no se limpia y venda.

—La limpie y la lave.

—Lo mas probable es que la lamieras con la lengua. Ahora, entra en... —Entonces recordo a la loba que estaba en el interior de la casa y cambio rapidamente lo que habia estado a punto de decir. Perd no debia ver a la criatura, o ella no podria controlarlo—.

Entra en el jardin y sientate en el banco, y yo ire a buscar lo necesario. —El pestillo de la puerta chasqueo; el entro y se dejo caer sobre el banco de madera que ella indicaba—. Esperame aqui y no te muevas.

Seguia alli cuando ella salio, y habia empezado a llorar; las lagrimas describian palidos riachuelos por el sucio rostro. Niahrin estaba acostumbrada a aquello y no dijo nada; no sabia el motivo por el que lloraba, ni siquiera si existia un motivo para ello, pero preguntarle era inutil ya que no podia —o no queria— dar una respuesta sensata. La mujer habia llevado agua caliente y un trapo y uno de sus preparados de hierbas con un vendaje limpio, y Perd permanecio sentado sin ofrecer resistencia como un nino pequeno mientras ella limpiaba y trataba y por fin vendaba la cuchillada. Niahrin se pregunto que habria ocasionado que se atacara a si mismo esta vez. A Perd lo seguian a donde fuera fantasmas y demonios, y durante sus momentos malos a menudo intentaba exorcizar los horrores que se apoderaban de el en su imaginacion, derramando su propia sangre en un intento desesperado de arrancar y destruir a sus imaginarios atormentadores. Aunque no podia afirmar que Perd le gustaba —lo cierto es que dudaba que a ningun ser vivo del pais le pudiera gustar un hombre asi— la bruja lo compadecia profundamente y a menudo habia deseado que sus remedios tuvieran el poder de curar la demencia.

Pero ahora se preocupo solo del bienestar fisico del anciano. El vendaje no tardo en quedar colocado y atado, y repitio por tres veces una severa instruccion de que no tenia que arrancarlo sino regresar a verla dentro de dos dias, o al menos tan pronto como se acordara de hacerlo, de modo que ella pudiera ver como iba la cicatrizacion.

—?Y donde esta tu cuchillo, ahora? —pregunto.

El la miro de soslayo, furtivamente.

—En alguna parte, bien guardado.

De modo que no se habia deshecho de el. Niahrin suspiro.

—Muy bien. Pero debes recordar, Perd: la hoja es afilada, y hace dano. Intenta no tocarla. ?Me lo prometes?

—Lo... —Por un instante, una extraordinaria claridad aparecio en los ojos del anciano, y con ella una terrible desdicha—. Lo intentare...

—Estupendo. —Dio unas palmadas en el brazo sano y, ayudandolo a ponerse en pie, lo empujo en direccion a la verja—. Muy bien, pues; vete a casa, y nos volveremos a ver dentro de dos dias.

Salio del jardin arrastrando los pies, luego se detuvo de improviso y se miro.

—Diosa bendita... —dijo con voz debil y entrecortada—. Diosa bendita, la suciedad... —Se dio la vuelta bruscamente y la contemplo suplicante—. ?Quiero estar limpio! Madre querida de todo lo vivo, ?que me ha sucedido? ?Como me he convertido en esto? —La sujeto del brazo—. ?Puedo lavarme? ?Puedo?

Tambien esto lo habia visto Niahrin con anterioridad: un breve pero violento retorno a una lucidez completa, y repugnancia por si mismo.

—Si, querido —contesto—, puedes lavarte y banarte; no afectara al vendaje el que se moje. Pero no te lo quites. Recuerdalo.

—Si. —Aparto la mirada de ella como avergonzado de encontrarse con sus ojos—.

Вы читаете Anghara
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату