del cansancio que siempre seguia al sueno inducido mediante hierbas en contraposicion al sueno natural, la reina se encontraba a gusto. El calido recibimiento dispensado por los solicitantes de la sala cuando hizo su aparicion resulto muy gratificante, y, cuando la noticia de que la reina estaba presente llego a la muchedumbre que aguardaba en el exterior, esta la habia vitoreado. Ryen se sentia satisfecho tanto por las muestras de afecto dirigidas a su esposa como por la respuesta de esta. Brythere habia incluso aceptado, aunque con cierta cautela, la sugerencia de su esposo de que mas tarde podian salir juntos al patio a saludar a los reunidos, y este daba silenciosas pero sentidas gracias a su madre por su resolucion.
La tarde avanzaba, el sol penetraba oblicuamente por las altas ventanas y proyectaba una brillante aureola alrededor de los cabellos de Brythere. En la sala hacia calor y el ambiente estaba cargado pese a que las puertas estaban abiertas. Al ver que Brythere ahogaba un bostezo con el dorso de la mano, Ryen se inclino hacia ella y susurro:
—La lista de solicitantes esta llegando al final. Solo un poco mas; luego saldremos a saludar. —Ella asintio, y el se volvio hacia el senescal que permanecia de pie junto a su sillon—. ?Cuantos faltan?
El hombre consulto su lista.
—Otros cinco o seis, mi senor, y ninguno de ellos trae asuntos complicados. La mayoria son solicitudes de permiso para apacentar ganado o recoger lena en los bosques de caza, y dos granjeros en disputa por unos derechos para apacentar ovejas.
—Bien, bien. —Eran casos muy sencillos y solo requeririan de Ryen una breve audiencia, durante la cual escucharia las bases de cada disputa y, si lo consideraba razonable, otorgaria al solicitante una audiencia ante el Tribunal de los magistrados del rey, quienes se ocuparian de que todo se solucionara de forma justa.
—?Oh! Pero hay otro mas, mi senor —dijo de improviso el senescal—. Alguien que ha llegado tarde..., demasiado tarde, estrictamente hablando, para ser incluido, pero Jes Ragnarson ha solicitado expresamente que pueda presentarse ante vos.
—Jes lo ha solicitado? —Ryen se mostro sorprendido—. ?Quien es? ?Un pariente suyo?
—No, senor. Tengo entendido que el suplicante es un scorvio, pero prometido a una islena. De hecho es ella, la prometida, el objeto de la peticion. Parece que ha perdido la memoria, e intentan localizar a su familia. Esperan que vos, mi senor, podais serles de ayuda.
Esto significaba una variacion en la acostumbrada gama de suplicas que se le presentaban, y Ryen se sintio intrigado.
—?Como se ha visto mezclado Jes en esto? —inquirio.
—No lo se, mi senor. Pero ruega le concedais el favor de permitir que la pareja se presente ante vos.
El monarca levanto la cabeza y paseo rapidamente la mirada por la atestada sala. Los solicitantes que quedaban todavia en la lista del senescal aguardaban pacientes mientras que aquellos a los que ya habia tocado el turno permanecian en los alrededores para presenciar el resto de la audiencia. Aunque nadie sonaria en protestar por el retraso mientras Ryen y el senescal conferenciaban, la gente estaba intranquila y un poco perpleja; flotaba un sordo murmullo de voces en la sala, acompanado de un arrastrar de pies y de una tosecilla o dos. Ryen no podia culparlos por su impaciencia; tampoco el sentia el menor deseo de prolongar la audiencia mas de lo necesario. Pero si Jes habia hecho una peticion especial...
—Si —dijo al senescal—. Hazlos pasar. Me satisfara ayudarlos si puedo.
El hombre hizo una reverencia y abandono la estancia apresuradamente; Ryen devolvio su atencion al siguiente caso. Tanto este como los dos posteriores resultaron tan sencillos como habia previsto, y el cuarto y penultimo solicitante se inclinaba ya ante el cuando se produjo un movimiento cerca de las puertas al retroceder una parte de los reunidos para permitir entrar a unos recien llegados. Por el rabillo del ojo el monarca vislumbro a Jes Ragnarson con sus chillonas ropas de bufon, y a su lado un hombre rubio, cuya cabeza y hombros sobresalian por encima de la mayoria de los alli presentes. Lo acompanaba una mujer; Ryen tuvo tiempo de observar que esta tenia el cabello castano rojizo pero no pudo distinguir mucho mas ya que se vio obligado a devolver su atencion a la cuestion que se debatia en aquellos momentos. Escucho la peticion y la que siguio a esta, y ofrecio corteses y consideradas respuestas a ambos, tras lo cual hizo una senal para que se acercaran los recien llegados. Mientras la multitud les dejaba paso, el monarca dirigio una rapida mirada a Brythere y vio que la reina tenia el entrecejo fruncido. Se inclino un poco hacia ella y bajo la voz hasta dejarla convertida en casi un susurro.
—?Sucede algo, corazon?
—Esa mujer. —Brythere habia tenido oportunidad de estudiar a los recien llegados, aunque desde lejos—. Estoy segura de haberla visto antes. —Clavo los ojos en su esposo—. ?El senescal dijo que habia perdido la memoria?
—Si, e intenta buscar a los suyos. —El interes de Ryen se acrecento—. ?Crees conocerla?
—No estoy segura, pero...
Y de improviso Brythere dejo de hablar cuando Vinar e Indigo surgieron de entre la muchedumbre y ambos pudieron ver a la muchacha con claridad.
—Ryen... —La mano de Brythere se cerro con fuerza sobre la de su esposo, que descansaba sobre el ornado brazo del sillon—. ?Recuerdas la pintura de los antiguos
aposentos... ?
—Santa Madre... —Sofoco la exclamacion y contemplo con asombro a la muchacha que se acercaba a la tarima con su prometido. Ojos azul violeta, cabellos castano rojizos... Los llevaba trenzados, pero resultaba facil imaginarlos sueltos y cayendole como una cortina sobre el rostro. Y ese rostro resultaba tambien horriblemente familiar.
—La princesa —musito Brythere, con voz que se habia vuelto temblorosa—. ?La princesa Anghara, la hija del rey Kalig!
Ryen se sentia demasiado estupefacto para responderle.
En el ala sur de Carn Caille existia una serie de habitaciones que, en una ocasion, habian sido los aposentos privados de la familia real. Y en una de estas habitaciones colgaba un retrato. Representaba a Kalig, rey de las Islas Meridionales, a su reina, Imogen, y a su hijo e hija. El abuelo de Ryen habia decretado que este retrato colgara enmarcado por una banda de terciopelo de color Indigo como simbolo de duelo y muestra de respeto; el motivo era que su propia ascension al trono se habia debido a que Kalig y toda su familia habian perecido en una plaga terrible que habia arrasado las islas medio siglo atras. Ryen conocia bien la pintura, pues habia absorbido cada detalle de las imagenes representadas. Y ahora, de forma increible, contemplaba el reflejo perfecto de una de aquellas imagenes en el rostro y cuerpo de una completa extrana. Anghara, la hija de Kalig, que llevaba muerta mas de cincuenta anos, habia vuelto a la vida...
—Ryen... —La mano de Brythere se habia crispado con fuerza sobre la de el, y sus unas se le clavaban dolorosamente en la carne—. Ryen, ella no puede... Yo no... ?Oh, Ryen! ?Es ella... un fantasma?
Su rostro estaba muy palido y temblaba visiblemente. El senescal, de regreso en su puesto junto al trono, observo el repentino cambio y miro a su senor, asustado.
—?No! —Ryen libero su mano de un tiron y sujeto a Brythere del brazo al ver que esta parecia a punto de ponerse de pie de un salto—.
Brythere se apaciguo, aunque el percibia a traves de la manga que seguia temblando a causa del sobresalto. Los dos extranjeros se encontraban ya casi junto a la tarima, y, mientras oprimia el brazo de su esposa en un silencioso intento de tranquilizarla, Ryen empezo a observar las pequenas pero vitales diferencias que existian entre esta mujer y la princesa fallecida tanto tiempo atras; diferencias que habia pasado por alto a causa del asombro inicial. La prometida del scorvio tenia los mismos ojos, cabellos y aspecto que Anghara, la hija de Kalig, pero sin duda era mayor, ya que su rostro mostraba las marcas de la experiencia y habia mechas grises en su frente. Y su piel poseia el tono curtido de la vida al aire libre bajo el sol, el viento y la lluvia, al tiempo que sus manos estaban encallecidas como no lo estarian jamas las de ninguna princesa...
La pareja llego ante la tarima y se detuvo. El enorme hombre rubio habia visto la extraordinaria reaccion de Brythere y ello le habia causado un evidente malestar, como tambien el hecho de que Brythere permaneciera ahora rigida en su sillon, contemplando a Indigo con ojos desorbitados y llenos de terror.
El rey se aclaro la garganta.
—Me..., me disculpo ante todos. —Su voz no sonaba demasiado firme—. La reina ha sentido un leve mareo pasajero... El calor, creo. La sala esta muy cargada. —Siguio sin soltar el brazo de Brythere pero consiguio esbozar una sonrisa al dirigirse a Indigo y Vinar—. Sed bienvenidos a Carn Caille. Tengo entendido... —Volvio a carraspear—.