—Mas que eso —dijo Vinar con peculiar enfasis—. Mas que eso. O asi era... Te deseo buenas noches. Y te doy las gracias.

Hizo una reverencia en el curioso y pomposo estilo de los scorvios, y dejo a Niahrin preguntandose por que, de repente, sentia un hormigueo en las puntas de los dedos.

Asi pues tenian ante ellas toda la tarde y la larga noche. Grimya parecia dormir; Niahrin penso que fingia porque no deseaba hablar, pero la bruja no encontro motivo para obligarla en contra de su voluntad. Habia descargado la carretilla, aunque la guardaba en la habitacion por si Grimya la necesitaba, y las pocas pertenencias que habia llevado estaban ahora distribuidas por la habitacion; una muda cuidadosamente doblada sobre el arcon de roble, el garrote de Cadic apoyado incongruentemente junto a la chimenea, y el tapiz... Bueno, esa era otra cuestion. El tapiz se encontraba en el interior del arcon ahora, donde una mirada casual no podia descubrirlo. Niahrin habia resistido la tentacion de volver a mirarlo, consciente de que sus enigmaticos secretos no empezarian a darse a conocer hasta que llegara el momento justo y consciente tambien de que ese momento no habia llegado. Habia llevado consigo su flauta, y, con la idea de hacer pasar una hora o dos, se llevo el instrumento a los labios y empezo a tocar tranquilamente. La iluminacion de la habitacion era suave, el fuego acogedor y relajante, y los ultimos dias habian hecho mella en sus fuerzas, de modo que cuando empezo a sentirse adormilada no se rebelo contra la sensacion. Resultaria agradable dormitar en este comodo sillon con los pies tostandose ante el fuego. A lo mejor, medio dormida, conseguiria recordar la cancion que Grimya le habia ensenado; la cancion de cuna...

Sus dedos se movieron despacio, de modo experimental, sobre los agujeros, y broto una nueva serie de notas que no formaban parte de la cancion que intentaba recordar pero que le gustaron. Volvio a interpretarlas, y luego una tercera vez, modulando un poco la melodia.

Entonces vio que las llamas del hogar empezaban a balancearse al ritmo de su musica.

El ojo sano de Niahrin se abrio de par en par, y la mujer clavo la mirada en el fuego. Su interpretacion vacilo, y las llamas parecieron hacer otro tanto, como esperando a que ella continuase. Con gran suavidad, con sumo cuidado, emitio un gorjeo con la flauta, y las llamas volvieron a estremecerse. Y Niahrin comprendio lo que habia hecho.

Jamas habia poseido el talento, aunque sabia que aquello existia y habia visto como otros realizaban aquella magia. La palabra con que los islenos la definian era aisling: una creacion bardica, hecha de palabras o simplemente de musica, que, por breves instantes, podia apartar la cortina que separaba el mundo consciente de los mundos elementales del sueno y las visiones. Imagenes en el fuego... Veia como se formaban, percibia como intentaban llegar a ella. Rostros entrevistos como a traves de una neblina, rostros desconocidos; y ecos de voces que sus sentidos le dijeron que pertenecian a otras epocas y otros planos de existencia. Y en alguna parte una mujer lloraba y se lamentaba...

Le temblaron los dedos, pero la musica se mantuvo firme. Las temblorosas notas ascendian y descendian, componiendo una triste melodia que no conocia, que nunca antes habia oido, pero que sin embargo interpretaba como si fuera suya. Entonces, debiles y lejanos como una brisa de verano en el bosque, Niahrin escucho las notas de un arpa que empezaban a mezclarse y combinarse con su musica. Contuvo la respiracion sorprendida, interrumpiendo casi la melodia; la fantasmal arpa parecio vacilar y ella reanudo la interpretacion a toda prisa, la misma frase una y otra vez, ascendiendo y descendiendo, ascendiendo y descendiendo...

En el fuego, la imagen de unas manos tomo forma. Manos ancianas, sarmentosas y artriticas, pero a la vez airosas, veloces y seguras. Se movian entre las llamas, eran llamas, y entre los dedos encallecidos las cuerdas del arpa resplandecian como chispas. Sin rostro, sin identidad; simplemente las manos. Y la musica.

Mientras Niahrin contemplaba, transfigurada, la vision aparecida entre las llamas, una voz que carecia de sustancia, una voz inmensa pero silenciosa, abrumadora pero a la vez asombrosamente dulce, la embargo, atraveso sus huesos, atraveso la habitacion... Tuvo la impresion de que atravesaba el mundo entero.

La voz musito: «CRIATURA, CRIATURA MIA. NO FUE OBRA MIA».

La flauta resbalo de las manos de Niahrin y se estrello ruidosamente contra el suelo, y el hechizo se rompio.

—?Por la gran Diosa! —La exclamacion escapo sin querer de los labios de la bruja, y en el otro extremo de la habitacion Grimya se agito con un ladrido de sorpresa.

—?Qu... e? ?Que sucede?

Niahrin tanteo el suelo en busca de la flauta. Temblaba como una hoja.

—Todo va bien —respondio con voz que sono curiosamente aguda a sus oidos—. No

sucede nada. De... debo de haberme dormido, y la flauta cayo. Me ha sobresaltado; eso fue todo.

No volvio la cabeza pero percibio como la mirada de la loba le taladraba la espalda.

—No te creo —dijo Grimya—. Ha sssu... cedido algo.

Niahrin dirigio una inquieta mirada al fuego. No se apreciaba nada extrano alli; tan solo llamas, chispas, las siluetas de los troncos que ardian. La vision habia desaparecido.

—Grimya —murmuro—, ?escuchaste..., escuchaste algo hace un momento?

—Tocabas la flauta. Me gusta la flauta. Me gusta la musica.

La bruja tenia los labios resecos; se paso la lengua por ellos.

—?No escuchaste... un arpa?

—? Un aaa... arpa? —El tono de voz de Grimya cambio. Niahrin se volvio para mirarla y la encontro de pie, la pata herida sin apoyar en el suelo y la actitud tensa.

—Si —respondio—. Yo la oi, Grimya. Toco conmigo, en armonia con mi musica. Y cuando mire el fuego... —Se interrumpio bruscamente. Alguien habia llamado a la puerta.

La loba volvio la cabeza al instante y mostro los colmillos.

—Espera —insto Niahrin, y levanto una mano, indicandole que permaneciera quieta.

De forma intuitiva sabia que, quienquiera que estuviese afuera, su visita no era una coincidencia. El corazon le latia con fuerza cuando fue a girar el picaporte; los dedos se mostraron reacios a obedecerla. Por fin la puerta se abrio. La reina viuda Moragh se encontraba al otro lado, y la acompanaba el bardo Jes Ragnarson.

—Niahrin... —bajo la pobre luz del pasillo, el rostro de Moragh era una sombra—, ?podemos pasar?

—Alteza... —Niahrin estaba aturdida. No eran estas las personas que habia esperado ver. Y no obstante...

Moragh penetro en la habitacion, y Jes la siguio. El bardo dirigio una mirada veloz pero candida al rostro de Niahrin, y esta percibio que el hombre veia mas alla de lo que a ella le hubiera gustado. En cuanto la puerta se cerro, Moragh se detuvo y alzo la cabeza, como un animal que capta un olor desconocido y posiblemente peligroso.

—Algo no va bien —dijo. Era una afirmacion, no una pregunta.

«Vaya —penso Niahrin—, de modo que era esto.» Lo supiera ella o no, la reina viuda poseia algun don psiquico, y era eso lo que la habia atraido aqui en este momento. Si, esto era mas que una coincidencia. Tendria que confiar en Moragh. Niahrin suspiro profundamente.

—No estoy segura de que «no va bien» sea la frase apropiada para ello, senora. Pero desde luego algo ha sucedido. —Dirigio una rapida mirada a Jes—. Tu eres un bardo, Jes Ragnarson, tu lo sabras mejor que nadie. ?Quien en Carn Caille sabe tocar bien el arpa?

—?El arpa?

Jes parecio sobresaltado, y Moragh se apresuro a intervenir.

—?Por que? ?Por que lo preguntas?

—Porque, senora —le informo Niahrin—, escuche a alguien que tocaba el arpa no hara ni cinco minutos. En un aisling.

—Por la Diosa —murmuro Jes.

—?Sabes crear aislings? —exigio Moragh. Su rostro estaba blanco. Niahrin nego con la cabeza.

—No, senora, no puedo. Jamas he poseido ese don. Pero esta noche, justo hace un momento, parece que yo... y un arpa... lo conseguimos.

—Ah. —Era mas una suave exhalacion que una palabra, y los ojos de la reina viuda parecieron nublarse. Por unos instantes permanecio en silencio, como si meditara para si. Luego, de improviso, tomo una decision.

»Ryen y Brythere se encuentran en el gran salon, e Indigo y Vinar estan con ellos. Es por eso que Jes y yo

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