mirandola con la boca abierta y la rechoncha cola balanceandose violentamente.

Se trataba de un cachorro; ni siquiera un jovencito y rebosante de la sorprendida y ansiosa curiosidad de los muy jovenes. Lanzo un unico ganido y adopto una fingida pose de ataque, con aire severo y la lengua colgando por un lado de la boca en una clara invitacion al juego. Grimya empezo a levantarse; una parte de su tension habia desaparecido al darse cuenta de que las intenciones del cachorro eran totalmente amistosas, pero al cabo de un instante el miedo regreso al decirse que la madre no podia andar muy lejos, y que debia de ser la matriarca de la jauria, ya que era la norma entre los lobos que solo el jefe y su companera tenian permitido aparearse y procrear.

El cachorro volvio a lanzar un ganido, desconcertado por la falta de respuesta de su nueva companera de juegos. Grimya recibio de la mente del pequeno un revoltijo de veloces y entusiastas pensamientos, y se sorprendio al descubrir que los entendia. El lenguaje de los lobos era menos complejo que la telepatia —que habia sido su ruina— pero a la vez mas que simples sonidos, aunque el sonido jugaba un papel de vital importancia. Era mas parecido a una comprension compartida: instinto, conceptos e imagenes que se combinaban en una forma de comunicacion imposible de explicar a un humano. Durante mas de medio siglo Grimya no habia tenido ni la necesidad ni el deseo de utilizar la «lengua» de su infancia. ?La recordaria ahora? ?Conseguiria comunicarse con este ansioso cachorro que queria ser tu amigo, y hacerse comprender?

Emitio un sonido gutural desde el fondo de su garganta, no exactamente un grunido, ni tampoco un ganido, pero que recordaba a ambas cosas, y en la vieja forma lobuna, tal como su madre le habia ensenado, proyecto el concepto de «amiga».

«.?Amiga,!» La afirmacion fue instantanea, y con ella vino un chaparron de preguntas. «?Quien? ?De donde? ?Jugar?», , «Nueva», dijo Grimya al cachorro. «Extranjera, pero buena. No dano.»

«No dano», coincidio el cachorro y, tras saltar del tronco del arbol al suelo, correteo hacia ella con el hocico alzado para el saludo a base de olfatear y lamer que era costumbre entre miembros de una misma jauria, o de una jauria al aceptar a un nuevo miembro.

El gesto dio nuevos animos a Grimya, que se mantuvo inmovil mientras el cachorro saltaba y resollaba y luego, por ser el mas joven, rodaba sobre el suelo para mostrar sumision a un lobo de mas edad.

«?Jugar?», pidio travieso. «?Perseguir y morder y cazar?»

Grimya emitio el sonido de advertencia que indicaba negativa a acceder, y enseguida lanzo un gemido para dar a entender que con ello no queria insinuar una amenaza o desconsideracion. Queria que su companero comprendiera que habia asuntos serios que tratar y que necesitaba ayuda, pero el cachorro estaba demasiado preocupado con la idea de pasarlo bien y jugar, y con su propia curiosidad y orgullo por haber descubierto a la extrana. De pronto se puso en tension y clavo los ojos a lo lejos, en un punto situado detras de Grimya. Temiendo lo peor, la loba se volvio.

Otros cinco lobos la observaban desde el sendero. No los habia olido porque el viento soplaba del otro lado; pero supo de inmediato que su jefe —una enorme y agil criatura casi negra con un magnifico collarin de pelo— era el rey de la jauria. La hembra situada junto al jefe lanzo una orden seca, y el cachorro, avergonzado, casi se arrastro hasta ella con la cabeza y la cola gachas. En cuanto se introdujo entre las patas delanteras de su madre, el jefe de la partida bajo la cabeza y abrio la boca para mostrar los dientes.

El instinto fue en ayuda de Grimya. En el mismo instante en que el jefe del grupo realizaba su gesto de amenaza, ella se dejo caer al suelo y se arrastro, con las patas extendidas al frente y la cabeza apretada de costado contra la humeda almohada de hojas del ano anterior. Abriendo la boca, mostro la lengua para lamer el aire, y gimoteo, a la vez que proyectaba un mensaje: «Amiga, amiga. Extranjera, pero amiga. Reverencia y respeto. No dano». El rey lobo avanzo hacia ella despacio y se detuvo justo a su lado. Durante lo que a ella le parecio un tiempo interminable la contemplo desde su posicion erguida, mientras Grimya permanecia tumbada sumisa, profiriendo pequenos sonidos de obediencia. Entonces, ante su sorpresa, el rey lobo le transmitio con toda claridad:

«Sabemos quien eres. Amigos del oeste estan aqui. Ellos nos lo dijeron. Te esperan; ellos y nosotros.»

La gran cabeza negra descendio, y un temblor recorrio el cuerpo de Grimya cuando el lobo le olfateo primero el hocico, luego le lamio el rostro, acto seguido le mordisqueo la oreja derecha —como una simple asercion de autoridad, y sin ninguna intencion hostil— y por ultimo dio permiso a sus companeros para que se adelantasen a investigar por si mismos a la recien llegada. Habia tres hembras entre sus acompanantes y un macho mas joven; Grimya averiguo que este y una de las hembras no pertenecian a la jauria del rey lobo sino que eran los «amigos del oeste». Habian venido del distrito de Niahrin y se dio cuenta de que eran miembros de la misma jauria que la habia seguido a ella y a la bruja por la carretera de Carn Caille. La excitacion de Grimya aumento, pero sabia que las formalidades de los saludos y primeros contactos tenian que completarse antes de que pudiera atreverse a hablarles de Perd Nordenson, y por lo tanto se sometio obediente y pacientemente al escrutinio de sus nuevos amigos. Las hembras demostraron gran preocupacion por su pata herida, que lamieron y palmearon repetidas veces, pero ella les aseguro que cicatrizaba correctamente y que podia cazar y alimentarse por si misma. Por fin parecieron darse por satisfechas, y el rey lobo los reunio a todos. No conferenciarian alli sino en otro lugar, dentro de su territorio y no muy lejos. Entonces permitieron que Grimya se incorporara y, una vez que se hubo sacudido a conciencia, los lobos la condujeron a su destino. La matriarca ! desvio al cabo de un rato y los dejo, con el cachorro saltando a su lado y lanzando fascinadas miradas por encima del hombro, y a Grimya la escoltaron hacia el corazon del bosque, a un lugar donde una espesa vegetacion de abedules y jovenes robles colgaba sobre la orilla de un arroyo poco profundo. Aqui los lobos se sentaron en semicirculo con Grimya en el centro, donde todos podia verla, y el rey permitio que todos se dirigieran a ella.

Lo que tenian que decir lleno de asombro a Grimya. Los lobos habian adivinado el secreto de su «diferencia —lo cierto es que la jauria del oeste lo habia sabido desde el primer dia que aparecio en la casa de Niahrin— per lejos de sentir odio u hostilidad hacia ella, su actitud era solicita y comprensiva. Los habitantes del oeste habian percibido, tambien, que existia una conexion entre Grimya y el viejo loco que habia ido a vivir a su territorio varie veranos atras, y que desde hacia tiempo habia llamado poderosamente su interes. Habia algo extrano en aquel hombre, dijeron, algo siniestro, oculto y... equivocado. ?Podia Grimya decirles mas cosas?

Grimya lo hizo, aunque pronto descubrio que la lengua de los lobos, y la interpretacion que daban estos a lo que escuchaban, tenia limitaciones. Existia un enorme abismo entre la forma de comprender de la jauria y la forma humana de razonar que ella habia aprendido con los anos y Grimya comprendio lo mucho que su larga vida junto a Indigo la habia cambiado. No era un pensamiento excesivamente agradable, pero consiguio explicar lo suficiente, y la respuesta de los lobos fue inapelable. La lealtad para con los amigos era un principio inquebrantable entre los de su raza: habian aceptado a Grimya como su amiga, y, si ella por su parte tenia una amiga necesitada de

ayuda, se la ayudaria sin reparos. Sabian donde vivia el humano loco, pues, llevados por la curiosidad, lo habian seguido hasta su guarida, si bien no se habian acercado a el y habian advertido a sus cachorros que se mantuvieran bien apartados. No obstante, no creian que se lo pudiera coger con facilidad. Era probable que luchase, y se necesitarian hombres para reducirlo; de todos modos, el rey de los lobos prometio que el y su jauria ayudarian. Conocian y respetaban a los cazadores de Carn Caille; los conducirian hasta el hombre loco y prestarian su ayuda fisica y sus conocimientos para atraparlo. Todo lo que Grimya tenia que hacer era traer a los hombres a este lugar, y llamar a los lobos.

Grimya se sintio profundamente agradecida a la jauria. Les dio las gracias profusamente, rodando y arrastrandose por el suelo para mostrar su reconocimiento, y, cuando el rey lobo sello el acuerdo, permitio a la loba el privilegio de lamerle hocico y cabeza a cambio. Los otros tres lobos de menor categoria tambien la lamieron a ella, y, cuando Grimya se preparaba para marcharse, recordo de improviso algo.

«Quisierapreguntar.» Se volvio hacia el rey lobo y hundio la cabeza con humildad. «Quisierapreguntar.» «Pregunta. Si.»

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