cuando dijo en voz baja:

—Kirra esta muerto, Fenran.

—?Muerto? —Rio con una breve carcajada salvaje que recordaba a un ladrido—. ?Oh, no, Kirra esta vivo! —Se paso la lengua por el labio inferior, accion que recordo desagradablemente a la bruja una serpiente contemplando a una posible victima—. De momento, esta muy vivo; el y su esposa, que se llama a si misma reina ahora que el viejo Kalig ya no esta. —Entonces, con tal rapidez que parecio como si su cerebro hubiera sido invadido de repente por una persona totalmente distinta, su expresion cambio y se volvio pensativa, casi afable.

»Ella era toda una belleza, ?sabes? Cuando Kirra se caso con ella. Incluso nos gustaba entonces; los cuatro acostumbrabamos salir a cabalgar juntos, cazar juntos; compartiamos toda clase de pasatiempos e intereses. Desde luego no duro. ?Como podia hacerlo? No tardamos en descubrir la verdad en cuanto Kalig murio; descubrimos exactamente que clase de amigos eran. Codiciosos, terriblemente codiciosos. Todo para ellos, y nada para nosotros. Maldita sea, ?no habiamos hecho suficiente? ?No teniamos un legitimo puesto, como algo mas que parientes del rey, que dependen de la benevolencia y favor de su magnanima majestad? —La furia regresaba; habia saliva en sus labios, y su voz se elevo irritada—. ?Deberiamos haber gobernado conjuntamente! Los cuatro. ?Por que no? Anghara estuvo de acuerdo. No al principio, sino luego, cuando empezo a ver lo que nos estaban haciendo; como nos expulsaban, como nos dejaban sin nada. No lo aceptare. Migajas de la mesa del rey; dadivas y favores; aires de superioridad. No lo tolerare. Ya es demasiado. Y ahora ha perdido su atractivo, la esposa de Kirra. Mediana edad y satisfecha de si misma; sucede a muchas mujeres. Ni belleza ni hijos. Es esteril, y ni siquiera las brujas pueden hacer nada para remediarlo, a pesar de todos sus poderes. —Otra aspera carcajada—. ?Que ironia! Sin hijos. ?Quien sera el heredero de Kirra, entonces? Bien, sabemos quien es el verdadero heredero. Todo el mundo lo sabe. Pero Kirra no tiene intencion de morir, y nosotros estamos envejeciendo con el. No podemos hacer otra cosa que esperar, pero la espera no nos traera ningun consuelo porque nosotros tenemos muchas probabilidades de morir antes de que lo haga el. Envejeciendo, aguardando a heredar o morir, mientras Kirra disfruta de todo. A menos que algo cambie. A menos que lo hagamos cambiar. Tu lo comprendes; claro que si. No durara mucho mas. El veneno o el punal. O un accidente de caza.

Cosas asi suceden, ?no es verdad? Y entonces ya no habra mas insultos, ni mas altaneria. Se acabara la espera.

Desde las profundas sombras donde se encontraba la rueda de hilar, Niahrin oyo susurrar a Moragh.

—?Oh, gran Madre! ?Que es lo que dice?

La bruja creyo saberlo, pero era vital que nada rompiera el hechizo. Su control de la mente de Perd era muy precario, y cualquier distraccion podia interrumpir el contacto con la psiquis de Fenran, profundamente enterrada. Ya en estos momentos se daba cuenta de que le quedaba poco tiempo; sus energias flaqueaban, y la tension la estaba afectando mas de lo que lo habia hecho la magia del aisling y la invocacion a Nemesis. Pero quedaba por responder una pregunta vital; era imperioso resolverla, y confirmar o refutar sus sospechas.

—Fenran... —El sonsonete regreso a su voz para volver a ponerlo bajo el control del hechizo hipnotico—. Fenran, escuchame y responde. Escuchame y responde. —Ante su satisfaccion, los ojos del otro perdieron al momento la vivacidad y sus labios se curvaron en una sonrisa vaga.

—Te escucho. Respondere. Te lo contare todo sobre ella. ?Por que no? Despues de todo, ella es la reina ahora.

Moragh profirio un sonido inarticulado; Niahrin hizo como si no lo hubiera oido.

—?Quien es la reina, Fenran? —Si, ella tenia razon; en el minuto transcurrido desde que habia lanzado su diatriba contra Kirra, su rostro habia vuelto a cambiar. Fenran envejecia. Era un proceso gradual, pero las senales eran inconfundibles ahora: arrugas en el rostro, una pizca de blanco en los negros cabellos... y la amargura y el resentimiento se habian instalado en su boca, volviendola delgada y cruel—. ?Quien es la reina? —repitio ella.

—Anghara es la reina. Mi esposa. La legitima reina.

—?Cuantos anos tiene la reina ahora? ?Cuantos anos tiene tu esposa?

El volvio a lanzar aquella peculiar y desagradable risa.

—Suficientes para saber lo que quiere. Como nos sucede a ambos. Treinta anos esperamos. Treinta anos hasta que se agoto nuestra paciencia. Algunas personas lo saben, claro; era inevitable. El bardo de Kirra, Helder Berisson, lo sabia. Pero Helder sufrio un accidente. Salio a navegar, a pescar; muy poco sensato con aquel mal tiempo y en un bote pequeno y poco resistente. Pobre Helder. Todos lo lloramos.

Jes lanzo una perpleja mirada a Niahrin.

—Pero ?si yo conocia a Helder Berisson! —protesto con un siseante susurro—. No se ahogo en el mar; vivio hasta una edad avanzada, y era...

—?Chissst! —Niahrin hizo un gesto frenetico. Fenran, aparentemente sin haberse dado cuenta de la conversacion, continuo hablando.

—Helder lo sabia, y hay otros. Pero ya no hablan de ello. Ya se han dado cuenta de que no deben hablar de ello, ya que nosotros tenemos muchos ojos y muchos oidos entre estas paredes. Estamos por encima de la ley, porque nosotros somos la ley. Nosotros gobernamos.

—?Sois felices con vuestro poder? —pregunto Niahrin en voz baja—. Tu y Anghara, tu y tu reina, ?sois felices?

—?Felices? —Su boca se crispo en una mueca, y su envejecido rostro se torno feo—. ?Que valor tiene eso?

—Para algunos, lo vale todo. ?Os amais tu y tu esposa, la reina?

—El amor es para los ninos. Yo poseo algo mejor, mas poderoso y mas deseable que el amor.

«?Ah, si! —penso la bruja—. ?Ah, si!» Acababa de revelar el meollo de la cuestion, el hilo central a cuyo alrededor se habia urdido esta perversa trama de lo que «podria haber sido». Ella habia captado la nota oculta en su voz, el atisbo de una desdicha indecible de la que el no era consciente, y habia empezado a comprender el significado de los soles gemelos, uno amargado y el otro tapado, del tapiz que habia tejido.

—Fenran. Fenran. Fenran —canturreo su nombre—. Has hilado un hilo magnifico y contado una historia excelente. Pero no es asi como fue para ti.

—?No! —Sus ojos se abrieron de par en par, llameantes—. Es...

—Silencio.

La orden resono estridente en el cerrado espacio de la bodega, y Fenran se balanceo hacia atras como si ella lo hubiera golpeado. Reprimiendo el ataque de escalofrios que intentaba dominarla, Niahrin aspiro con fuerza.

—Escucha y responde, Fenran. Escucha y responde. Dime adonde ha ido Perd.

—?No existe tal persona! —Giro la cabeza a un lado con energia.

—Si existe, Fenran. Si existe. Dime donde se esconde Perd. Muestrame donde se esconde Perd. Cuentame la historia de Perd; la historia que fue, y no la historia que podria haber sido.

—No existe... esa historia.

—Yo se que si. Yo soy Niahrin, y Niahrin conoce a Perd y sabe lo que sucedio con los suenos de Perd. Porque Anghara se atrevio a cruzar el umbral de la Torre, y libero los demonios, y por lo tanto no hubo boda para ella y para Fenran, sino solo muerte y separacion.

La voz de Fenran se transformo en un ronco aullido.

—?Ella no murio!

—No; pero Kalig murio, y Kirra murio, y Anghara se habia ido y por lo tanto no habia otros excepto tu. Pero ellos no quisieron hacerte rey, Fenran. Se compadecieron de ti, pero no quisieron hacerte rey. —Niahrin apenas si se daba cuenta de lo que decia; su mente sondeaba las profundidades de la conciencia de Fenran y extraia lo que veia alli, lo sacaba de las sombras en las que habia yacido durante tanto tiempo para llevarlo, entre convulsiones y gritos, a la luz. Una criatura espantosa y deforme que hubieran debido estrangular al nacer. Pero era la verdad.

»Te negaron el trono, Fenran. Ellos te negaron el poder que ansiabas, y en su lugar llegaron nuevos senores: Ryen, luego Cathlor, luego un segundo Ryen. ?Serviste bien a tus senores? ?Sabian ellos tu autentico nombre y tu historia? Quiza no se lo dijiste. A lo mejor, en su lugar, esperaste.

—Nn... no...

Ella atajo implacable la protesta.

—?Que esperabas, Fenran? ?Esperabas el regreso de Anghara? ?Era la idea de su regreso la que llenaba tus suenos y obsesionaba tus dias? ?Esperabas a que regresara y reclamara sus derechos, para que tu pudieras al fin

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