antirrobo de arte de la policia de Roma. Cuando consiguio comunicacion, dio su nombre y pregunto por el maggiore Carrara.

– Buon giorno, comisario.

– Enhorabuena, maggiore.

– Gracias, ya era hora.

– Todavia es muy joven. Le sobra tiempo para llegar a general.

– Cuando yo llegue a general, en los museos de este pais no quedara ni un solo cuadro. -La risa de Carrara, cuando al fin llego, se habia producido con la demora suficiente como para que Brunetti se quedara con la duda de si el comentario era realmente una broma.

– Por eso le llamo, Giulio.

– ?Por cuadros?

– No se si cuadros, en cualquier caso, museos.

– ?De que se trata? -pregunto Carrara con aquella viva curiosidad que, segun recordaba Brunetti, sentia el romano por su trabajo.

– Tenemos un caso de asesinato.

– Si, lo se, Semenzato, en el palazzo Ducale. -La voz era neutra.

– ?Sabe algo de el, Giulio?

– ?Oficial o extraoficialmente?

– Oficialmente.

– No se nada. Nada de nada. Absolutamente nada. -Adelantandose a Brunetti, Carrara interrumpio su propia letania para preguntar-: ?Es suficiente para pasar a la pregunta siguiente, Guido?

– Esta bien -sonrio Brunetti-. ?Y extraoficialmente?

– Es curioso que me haga esa pregunta. En realidad, tengo encima de la mesa una nota para llamarle. No sabia que llevaba usted el caso hasta que lei su nombre en el periodico esta manana, y pense en llamarle para hacerle varias sugerencias. Y de paso pedirle un par de favores. Creo que hay varias cosas que nos interesan a ambos.

– ?Como por ejemplo?

– Sus cuentas bancarias.

– ?Las de Semenzato?

– ?No estabamos hablando de el?

– Lo siento Giulio, pero durante todo el dia se me ha estado repitiendo que no se debe hablar mal de los muertos.

– Si no podemos hablar mal de los muertos, ?de quien vamos a hablar mal? -pregunto Carrara con sorprendente sensatez.

– Ya tengo a una persona trabajando en eso. Manana deberiamos disponer de las cuentas. ?Algo mas?

– Me gustaria echar una ojeada a la lista de sus llamadas de larga distancia, tanto desde su domicilio como desde su despacho del museo. ?Cree que podra conseguirlas?

– ?Todavia hablamos extraoficialmente?

– Si.

– Las tendra.

– Bien.

– ?Algo mas?

– ?Ya ha hablado con la viuda?

– No; personalmente, no. Hablo con ella uno de mis hombres. ?Por que?

– Quiza ella sepa que viajes hizo su marido durante los ultimos meses.

– ?Por que le interesa eso? -pregunto Brunetti con autentica curiosidad.

– No existe una razon especial, Guido. Pero nos gusta saber eso cuando el nombre de una persona nos ha saltado a la vista mas de una vez.

– ?Y ha sido asi en este caso?

– Si.

– ?Con que motivo?

– Ninguno en concreto, a decir verdad. -Carrara parecia pesaroso por no poder concretar una acusacion-. Dos hombres a los que arrestamos en el aeropuerto hace mas de un ano con figuras de jade chinas dijeron que habian oido mencionar su nombre en una conversacion. Eran simples correos; no sabian practicamente nada; ni siquiera el valor de lo que transportaban.

– ?Y era? -pregunto Brunetti.

– Miles de millones de liras. Las figuras procedian del Museo Nacional de Taiwan, del que habian desaparecido tres anos antes, nadie sabia como.

– ?Eran esas figuras lo unico que habia desaparecido?

– No; pero son lo unico que se ha recuperado. Hasta el momento.

– ?En que otra ocasion oyo mencionar su nombre?

– Se lo oi a uno de los pequenos delincuentes a los que aqui tenemos colgados de un hilo. En cualquier momento podriamos encerrarlo por drogas y allanamiento pero lo dejamos libre a cambio de la informacion que nos pasa de vez en cuando. Nos dijo que habia oido mencionar el nombre de Semenzato durante una conversacion telefonica de uno de los hombres a los que el vende cosas.

– ?Cosas robadas?

– Naturalmente. No tiene nada mas que vender.

– ?Y ese hombre hablaba con Semenzato o de Semenzato?

– Hablaba de el.

– ?Le dijo que habia oido?

– El que hablaba solo dijo a la otra persona que debia tratar de ponerse en contacto con Semenzato. En un principio, la referencia no parecia incriminatoria. Al fin y al cabo, se trataba de un director de museo. Pero despues atrapamos a los dos hombres en el aeropuerto y ahora Semenzato aparece muerto en su despacho. Asi que pense que habia llegado el momento de hablar de eso con usted. -Carrara hizo una pausa lo bastante larga como para senalar que el ya no tenia nada mas que ofrecer y que habia llegado el momento de ver lo que podia conseguir-. ?Que han podido averiguar ustedes sobre el?

– ?Recuerda la exposicion de China que se celebro hace unos anos?

Carrara emitio un grunido de asentimiento.

– Varias de las piezas que iban en la expedicion de vuelta a China eran copias.

Por la linea llego claramente el silbido de Carrara, que tanto podia ser de sorpresa como de admiracion por semejante hazana.

– Y, al parecer, Semenzato era socio comanditario de un par de negocios de antiguedades, uno de aqui y otro de Milan -prosiguio Brunetti.

– ?Quien es el dueno?

– Francesco Murino. ?Lo conoce?

El tono de Carrara era lento y comedido.

– Solo como conociamos a Semenzato, extraoficialmente. Pero nos hemos tropezado con su nombre mas de una vez y mas de dos.

– ?Algo en concreto?

– Nada. Por lo visto, sabe cubrirse bien. -Se hizo una larga pausa y entonces Carrara agrego, en una voz repentinamente mas seria-: O alguien mas lo cubre.

– ?Esas tenemos? -pregunto Brunetti. Aquella respuesta podia significar cualquier cosa: una rama del Gobierno, la Mafia, un Gobierno extranjero, incluso la Iglesia.

– Si. Ninguna de las pistas conduce a ningun sitio. Oyes un nombre y luego dejas de oirlo. La brigada de Delitos Economicos le ha hecho tres inspecciones en los dos ultimos anos, y esta limpio.

– ?Se ha asociado su nombre al de Semenzato?

– Aqui, no. ?Que mas tenemos?

– ?Conoce a la dottoressa Lynch?

– L'americana? -pregunto Carrara.

– Si.

Вы читаете Aqua alta
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату