precios se fijan en dolares. ?Doscientos mil? ?Mas? Es que no se puede fijar un precio porque existen muy pocas piezas de esta calidad. Dependeria del interes del comprador por conseguirla y del dinero que tuviera.

Brunetti convirtio el precio dado por ella a millones de liras: ?doscientos, trescientos? Antes de que pudiera terminar el calculo, ella prosiguio:

– Pero eso es solo para la ceramica, los vasos. Que yo sepa, no ha desaparecido ninguna de las estatuas de los soldados, pero, si eso ocurriera, no tendria precio.

– De todos modos, el dueno no podria mostrarla en publico, ?verdad? -pregunto Brunetti.

Ella sonrio.

– Desgraciadamente, hay personas a las que no importa no poder mostrar al publico sus bienes. Solo quieren poseerlos, saber que una pieza es suya. No se si los mueve el amor a la belleza o el deseo de propiedad, pero hay gente que solo desea tener una pieza en su coleccion, aunque nadie la vea. Aparte de ellos mismos, por supuesto. -Al ver su expresion de escepticismo anadio-: Acuerdese de aquel millonario japones que queria que lo enterraran con su Van Gogh.

Brunetti recordaba vagamente haber leido la noticia hacia un ano. El hombre adquirio el cuadro en una subasta y luego estipulo en su testamento que el debia ser enterrado con el cuadro, mejor dicho, situando los terminos por orden de importancia, que el cuadro debia ser enterrado con el. Entonces hubo un gran revuelo en el mundo del arte.

– Al fin el hombre se dejo disuadir y dijo que renunciaba, ?verdad?

– Por lo menos, asi se publico -dijo ella-. Yo nunca crei esa historia, pero si le hablo de el es para que pueda hacerse una idea de lo que sienten ciertas personas acerca de sus posesiones. Creen que su derecho de propiedad es el valor absoluto y finalidad primordial del coleccionismo, no la belleza del objeto. -Movio la cabeza negativamente-. Siento no poder explicarlo mejor, pero, como ya le he dicho, para mi eso no tiene sentido.

Brunetti comprendia que aun no tenia una respuesta satisfactoria a su pregunta inicial.

– Sigo sin comprender como puede saber si una pieza es el original o una copia. -Antes de que ella pudiera responder, agrego-: Un amigo me ha dicho que tienen ustedes un sexto sentido que les dice si una cosa es autentica o falsa. Pero eso me parece muy subjetivo. Porque, cuando dos especialistas discrepan y uno dice que una pieza es buena y el otro que es falsa, ?como se resuelve el caso? ?Llamando a un tercero y sometiendolo a votacion? -Brunetti sonrio dando a entender que bromeaba, pero no podia imaginar otro medio.

La sonrisa con que ella respondio indicaba que habia captado el tono.

– No; recurrimos a los tecnicos. Pueden hacerse analisis para determinar la antiguedad de un objeto. -Con un cambio de inflexion en la voz, pregunto-: ?Seguro que quiere oir todo esto?

– Si.

– Procurare no pasarme de pedante -dijo doblando las rodillas y recogiendo los pies encima del sofa-. Son muchas las pruebas que pueden hacerse con los cuadros: analisis de la composicion quimica de las pinturas para ver si corresponden a la epoca en la que se supone que se pinto el cuadro, rayos X para ver lo que hay debajo de la capa superficial y hasta datacion al carbono 14. -El asintio, indicando que estaba familiarizado con los tres procesos.

– Pero aqui no se trata de cuadros.

– No, es verdad. Los chinos nunca trabajaron con oleos, por lo menos en los periodos a los que correspondia la exposicion. La mayoria de las piezas eran de ceramica y de metal. El metal nunca me ha interesado, por lo menos, de un modo especial, pero se que es casi imposible comprobar su autenticidad por metodos cientificos. Hay que fiarse de la vista.

– ?Y para la ceramica, no?

– Naturalmente que se necesita la mirada del perito, pero por fortuna las tecnicas para comprobar la autenticidad son casi tan sofisticadas como para la pintura. -Hizo una pausa antes de volver a preguntar-: ?Quiere explicaciones tecnicas?

– Si, desde luego -dijo el sacando el boligrafo, accion que le hizo sentirse como un estudiante.

– La tecnica mas utilizada, y tambien la mas segura, se llama termoluminiscencia. Para ello basta con extraer unos treinta miligramos de ceramica de la pieza a probar. -Adelantandose a su pregunta explico-: Es facil. Lo sacamos de la parte posterior de un plato o de la base de una vasija o estatua. La cantidad necesaria es casi inapreciable, una muestra. Entonces una celula fotoelectrica multiplicadora nos indicara, con un margen de error de un diez a un quince por ciento, la edad del material.

– ?Como opera? -pregunto Brunetti-. Quiero decir, por que principio.

– Cuando se cuece la arcilla, vera, si se cuece a mas de unos trescientos grados centigrados, todos los electrones del material quedaran… borrados… Supongo que no hay otra palabra mas grafica. El calor destruye sus cargas electricas. Entonces, a partir de ahi, empiezan a absorber nuevas cargas electricas. Y eso es lo que mide el fotomultiplicador, la energia absorbida. Cuanto mas viejo el material, mas brilla.

– ?Y es muy exacto?

– Como le digo, con un margen de error de hasta un quince por ciento. Esto significa que una pieza a la que se atribuyen dos mil anos de antiguedad, la lectura nos indicara, con una aproximacion de unos trescientos anos, cuando se hizo, es decir, cuando se cocio.

– ?Y probo usted las piezas por este metodo en China?

Ella movio la cabeza negativamente.

– No; en Xian no disponemos de estos aparatos.

– Entonces, ?como puede estar segura?

Ella sonrio al responder:

– La vista. Me basto con mirarlas para tener la casi absoluta certeza de que eran falsas.

– ?Y que acabo de convencerla? ?Consulto a alguien?

– Ya se lo dije. Escribi a Semenzato. Y, cuando no obtuve respuesta, vine a Venecia para hablar con el personalmente. -Le ahorro la pregunta-. Si, traje muestras, muestras de las tres piezas mas sospechosas y de otras dos que tambien podian serlo.

– ?Sabia Semenzato que tenia usted esas muestras?

– No. No se lo dije.

– ?Donde estan?

– Al venir hice escala en California y deje un juego a un amigo que es conservador del museo Getty. Alli tienen un buen equipo y le pedi que hiciera las pruebas.

– ?Las hizo?

– Si.

– ?Y?

– Cuando sali del hospital le llame. Las tres piezas que me habian parecido falsas fueron hechas hace solo unos anos.

– ?Y las otras dos?

– De las otras dos una es autentica y la otra falsa.

– ?Basta una sola prueba?

– Si.

En cualquier caso, lo que les habia ocurrido a ella y a Semenzato era confirmacion suficiente.

Al cabo de un momento, Brett pregunto:

– ?Y ahora que?

– Estamos tratando de descubrir quien mato a Semenzato y quienes eran los dos hombres que vinieron aqui.

La mirada de ella era desapasionada y esceptica. Al fin pregunto:

– ?Y que posibilidades tienen de conseguirlo?

El saco del bolsillo interior las fotos de la policia de Salvatore La Capra y las paso a Brett:

– ?Era este uno de ellos?

Ella miro las fotos unos momentos y se las devolvio.

– Eran sicilianos -dijo-. A estas horas ya habran cobrado y estaran otra vez en casa con la mujer y los ninos. Su viaje fue un exito, hicieron todo lo que se les habia encargado: asustarme a mi y matar a Semenzato.

– Eso no tiene sentido.

– ?Y que lo tiene?

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