Ella no era especialista en objetos del neolitico, pero no considero oportuno sacarlo de su error.
– Cualquier marchante o el departamento oriental de cualquier museo hubiera podido confirmarselo.
– Desde luego -dijo el distraidamente-. Pero prefiero no acudir a ellos.
El hombre se alejo hacia el otro extremo de la habitacion, y se detuvo frente a una de las hornacinas de la que saco una pieza metalica alargada con artisticas incrustaciones de oro y plata.
– En general, los metales no me interesan, pero cuando lo vi no pude resistir la tentacion. -Se lo mostro y sonrio cuando ella tomo el objeto y le dio la vuelta examinando una y otra cara.
– ?Es una fibula? -pregunto ella al ver un cierre del tamano de un guisante en uno de los extremos. El objeto era tan largo como su mano, estrecho y afilado como una cuchilla. Una cuchilla.
El sonreia encantado.
– ?Muy bien! Si, senora. Hay otra en el Metropolitan de Nueva York, pero yo diria que el trabajo de esta es mas delicado -dijo senalando con un grueso dedo una incrustacion ondulada que recorria la superficie plana. Desinteresandose del objeto, el se volvio de espaldas a Brett y atraveso de nuevo la habitacion. Ella, de cara a la hornacina, haciendo pantalla con su propio cuerpo, se guardo la fibula en el bolsillo del pantalon.
El se inclino sobre otra vitrina y, al ver lo que habia en ella, Brett sintio que le flaqueaban las rodillas y los huesos se le helaban de terror. Porque dentro de la vitrina estaba el vaso cubierto que habia sido sustraido de la coleccion expuesta en el palazzo Ducal.
El dio la vuelta a la vitrina, mirando a Brett a traves del plexiglas.
– Ah, veo que ha reconocido el vaso,
Ella cruzo los brazos sobre el pecho asiendose los hombros, para tratar de retener algo del calor que huia de su cuerpo.
– Hace frio aqui -dijo.
– Si, ?verdad? Tengo rollos de seda en esos cajones, y no quiero caldear la habitacion hasta que pueda protegerlos en una camara con regulacion de temperatura y humedad. Asi que tendra que soportar esta incomodidad mientras este aqui,
– Y tambien por lo que sus hombres me hicieron -dijo ella en voz baja.
– Ah, si, debe usted perdonarlos. Les dije que le hicieran una advertencia, pero mis amigos suelen mostrar un exceso de celo en lo que consideran que es la defensa de mis intereses.
Ella ignoraba por que, pero sabia que aquel hombre mentia, y que sus ordenes habian sido directas y explicitas.
– ?Y al
Por primera vez, el la miro con franco desagrado, como si el que ella dijera eso en cierto modo amenazara su control de la situacion.
– ?A el tambien? -pregunto ella con naturalidad.
– ?Santo Dios,
Ella opto por no responder.
– En fin, ?por que no decirselo? El
– ?Su honor? -pregunto Brett.
La Capra no se extendio en explicaciones al respecto.
– Y luego la policia estuvo aqui haciendo preguntas. Por todo ello, he considerado conveniente hablar con usted.
Mientras el hablaba, Brett tuvo una revelacion demoledora: si le hablaba de la muerte de Semenzato tan francamente era porque no tenia nada que temer de ella. Ella vio dos sillas arrimadas a la pared del fondo, fue hasta alli y se sento pesadamente en una de ellas. Se sentia tan debil que dejo que su cuerpo se venciera hacia adelante y apoyo la cabeza en las rodillas, pero el dolor de las costillas aun vendadas la obligo a erguir el tronco ahogando una exclamacion.
La Capra le lanzo una rapida mirada.
– Pero no hablemos del
Ella miro el vaso que tan bien conocia y miro al hombre.
– ?Como lo consiguio? -pregunto ella con cansancio.
– Ah -dijo el irguiendo el cuerpo y volviendo a la vitrina, en la que deposito cuidadosamente la ceramica-. Secreto profesional,
– ?Fue Matsuko? -pregunto ella deseando saber por lo menos eso.
– ?Su amiguita japonesa? -pregunto el con sarcasmo-.
El volvio a cruzar la habitacion y se quedo delante de ella mirandola a la cara.
– Claro que fue ella. Pero sus motivos no estaban muy claros. No queria dinero, y hasta se ofendio cuando Semenzato se lo ofrecio. Tampoco queria perjudicarla a usted,
– ?Por que lo hizo entonces?
– Oh, al principio por despecho, el clasico caso de amante abandonada que quiere vengarse de la persona que la ha hecho sufrir. No creo que llegara ni a comprender claramente lo que nosotros nos proponiamos, el alcance de nuestros planes. Estoy seguro de que creyo que solo queriamos una pieza. Y hasta diria que ella deseaba que se descubriera la sustitucion. Ello pondria en tela de juicio el criterio de usted. Al fin y al cabo, usted habia seleccionado las piezas para la exposicion y, si se descubria la sustitucion cuando las piezas fueran devueltas, pareceria que habia elegido para la exposicion una imitacion en lugar de un original. Hasta despues no se dio cuenta de lo inverosimil que pareceria que hubiera falsificaciones en el museo de Xian, Pero entonces ya era tarde. Las piezas habian sido copiadas, dicho sea de paso, con un fuerte desembolso, lo cual, naturalmente, hacia aun mas necesario que se utilizaran todas las copias.
– ?Cuando?
– Durante la operacion de embalado en el museo. En realidad, fue muy facil, mas de lo que pensabamos. La japonesa protesto, pero ya era tarde. -Callo y miro a lo lejos, recordando-. Creo que fue entonces cuando comprendi que aquella muchacha acabaria siendo un estorbo. Y tenia razon.
– ?Y por eso habia que eliminarla?
– Naturalmente -dijo el con naturalidad-. Comprendi que no habia otra solucion.
– ?Que hizo ella?
– Oh, aqui nos causo bastantes molestias y cuando regreso a China y usted le dijo que varias de las piezas le parecian falsas, ella escribio una carta a sus padres, para preguntarles que debia hacer. Naturalmente, entonces decidi que habia que eliminarla sin mas dilacion. -Ladeo la cabeza con un gesto que anunciaba una revelacion-: Francamente, me sorprendio que resultara tan facil. Yo pensaba que en China era mas dificil organizar esas cosas. -Movio la cabeza a derecha e izquierda lentamente, lamentando este nuevo ejemplo de contaminacion cultural.
– ?Como sabe que Matsuko escribio a sus padres?
– Porque lei la carta -respondio el con sencillez y enseguida puntualizo-: Quiero decir que lei una traduccion.