mantenia a su lado y su mirada iba de su companero a Brett.

Nuevamente, con la delicadeza del entendido que caracterizaba todos sus movimientos cuando manejaba las piezas de su coleccion, el hombre retiro la cubierta de plexiglas y levanto el bol. Cual un sacerdote que portara una ofrenda a un altar lejano, cruzo la habitacion con el bol entre las manos.

– Como le decia antes de la interrupcion, creo que procede de la provincia de Ch'ing-hai, aunque tambien podria ser de Kansu. Seguro que comprende por que no puedo hacerlo examinar por un perito.

Brett levanto el menton y miro fijamente al hombre, miro al joven que se mantenia a su lado, como un acolito, miro el bol, vio su belleza y volvio la cara, desentendiendose.

– Aqui puede verse -dijo el hombre haciendo girar ligeramente el bol- el punto de sellado de los aros. Es extrano, ?verdad?, que parezca un vaso hecho en un torno. Y el dibujo. Siempre me ha interesado la forma en que los pueblos primitivos utilizaban las formas geometricas, casi como si pudieran adivinar el futuro y supieran que volveriamos a ellas. -Desvio la atencion del bol, como si le costara trabajo, para mirar a Brett-: Como le decia, es la pieza mas bella de mi coleccion. Quiza no la mas valiosa, pero si la que mas quiero. -Rio entre dientes como el que comparte un chiste con un colega-. ?Y lo que tuve que hacer para conseguirla!

Ella queria cerrar los ojos y los oidos, no escuchar este desvario. Pero recordo lo ocurrido cuando habia dejado de prestar atencion y emitio un sonido interrogativo, no atreviendose a hablar por el dolor que sabia que ello habia de causarle.

– Un coleccionista de Florencia. Un viejo muy testarudo. Habiamos tenido tratos comerciales y cuando se entero de que me interesaban las ceramicas chinas me llevo a su casa para ensenarme su coleccion. Bien, cuando vi esta pieza, me enamore. Comprendi que hasta que fuera mia no podria descansar.

Levanto el bol y lo hizo girar otra vez, contemplando la fina traceria de lineas negras que discurrian por el costado, se deslizaban sobre el borde y llegaban hasta el centro del recipiente.

– Le pedi que me lo vendiera, pero el se nego, me dijo que no le interesaba el dinero. Le ofreci mas, mas de lo que valia el bol, y luego doble la oferta. -Aparto los ojos del bol y la miro a ella, tratando de reconstruir y asi explicar su indignacion. Agito la cabeza y volvio a mirar la pieza-. El siguio negandose. Asi que no tuve alternativa. El no me dejo alternativa. Le hice una oferta mas que generosa y no la acepto. Entonces tuve que usar otros metodos.

La miraba invitandola a preguntarle que se habia visto forzado a hacer. Y, de pronto, cuando le vino a la cabeza esta palabra, «forzado», Brett comprendio que aquello no era un guion que el se hubiera preparado para justificar sus actos; aquello no era una escena que el representara para congraciarse con ella. Aquel hombre hablaba con entera conviccion. Quiso una cosa, se la negaron, y se vio forzado a tomarla. Asi, sencillamente. Y, en el mismo instante, Brett comprendio donde se encontraba ella: atravesada en su camino, impidiendole disfrutar libremente de la posesion de las ceramicas que con tantos esfuerzos y gastos habia sustraido de la exposicion del palazzo Ducale. Y entonces supo que la mataria, que le quitaria la vida con la misma naturalidad con que la habia golpeado cuando ella se nego a contestar a su pregunta. Se le escapo un gemido, que el tomo por una pregunta y continuo:

– Queria hacer que pareciera un simple robo, pero, si desaparecia el bol, el comprenderia que yo estaba implicado. Pense en mandar sacarlo y quemar la casa. -Hizo una pausa y suspiro al recordarlo-. Pero no pude. Habia alli muchas cosas bellas, y no podia verlas destruidas, -Bajo el bol, mostrandole su interior-. Mire ese circulo, como lo rodean las lineas realzando la muestra. ?Como eran capaces de hacer eso? -Se irguio musitando-: Sencillamente prodigioso. Prodigioso.

Mientras tanto, el joven permanecia a su lado sin decir nada, escuchando cada palabra, siguiendo cada gesto con los ojos, inexpresivamente.

El hombre volvio a suspirar y prosiguio:

– Deje bien claro que eso debia hacerse cuando el estuviera solo. No veia razon para hacer sufrir a la familia. Una noche, cuando regresaba de Siena en automovil… -se interrumpio, buscando la expresion mas delicada-. Sufrio un accidente. Lamentable. Perdio el control del vehiculo en la superstrada. El coche se salio de la carretera y se incendio. En medio de la confusion que siguio a su muerte, transcurrio algun tiempo antes de que se descubriera la desaparicion del bol. -Su voz se suavizo al cambiar al tono filosofico-. Me pregunto si en mi preferencia por esta pieza pudo influir el que tuviera que tomarme tantas molestias para conseguirla, -Y, en tono mas coloquial-: No sabe como me alegro de poder finalmente ensenarla a alguien que sea capaz de apreciarla. - Lanzando una mirada al joven, agrego-: Aqui todos tratan de comprender, de compartir mi entusiasmo, pero no han dedicado anos al estudio de estas cosas como yo. Y como usted, professoressa.

Su sonrisa se hizo benevola.

– ?No le gustaria tenerla en la mano, dottoressa? Nadie mas que yo la ha tocado desde que… en fin, desde que la adquiri. Estoy seguro de que le gustara palpar la perfecta curva del fondo. Le sorprendera lo poco que pesa. Siento no disponer de los medios cientificos adecuados. Me gustaria comprobar su composicion al espectroscopio, saber de que esta hecha; quiza eso explicara por que es tan ligera. ?Querria usted decirme que le parece?

El hombre sonrio de nuevo y le tendio el bol. Ella hizo un esfuerzo por separar su dolorido cuerpo de la pared en la que estaba apoyado y alargo los brazos tomando cuidadosamente sobre la palma de las manos la pieza que el le ofrecia y miro su interior. Las lineas negras que habia trazado una mano habil, muerta hacia cinco milenios, recorrian el fondo girando aparentemente al azar y dividian espacios blancos que encerraban pequenos circulos negros a modo de dianas. El bol casi parecia vibrar de vida y alegria. Vio que las lineas no estaban espaciadas con regularidad, y esta falta de simetria denotaba el pulso humano y falible del artesano. A traves de unas lagrimas involuntarias, Brett contemplaba la belleza de aquel mundo lejano en el que pronto se encontraria ella. Lloraba por su propia muerte y por el poder de este hombre que tenia delante para poseer tanta belleza y perfeccion.

– Fabuloso, ?verdad? -dijo el.

Brett le miro a los ojos. El le quitaria la vida con la misma facilidad con que escupia el hueso de una cereza. Y despues seguiria viviendo rodeado de toda esta belleza, disfrutando plenamente de lo que eran sus bienes mas preciados. Ella dio un pequeno paso atras y alzo los brazos en ademan solemne, poniendose el bol a la altura de la cara. Luego, lentamente, con plena deliberacion, separo las manos y dejo caer el bol al suelo de marmol, en el que se estrello lanzando fragmentos contra sus pies y piernas.

El hombre se abalanzo hacia ella pero no llego a tiempo de salvar el bol. Al pisar un fragmento triturandolo, se tambaleo hacia atras, choco con el joven y se agarro a el para sujetarse. La cara se le puso roja y luego blanca. Mascullo unas palabras que Brett no entendio y se volvio rapidamente hacia ella. Se desasio a medias y fue hacia ella, pero el joven le rodeaba el pecho con un brazo y tiraba de el hacia atras. Le hablo al oido en voz baja pero vehemente, manteniendo el brazo firme para impedirle llegar hasta Brett.

– Aqui no -dijo-. No en medio de tus cosas bonitas. -El otro gruno una respuesta que ella no entendio-. Yo lo hare -dijo el joven-. Abajo.

Mientras ellos hablaban con vehemencia, Brett introdujo la mano derecha en el bolsillo y rodeo con ella el extremo mas estrecho de la fibula; el otro extremo era puntiagudo; y el borde, afilado y hasta cortante. Ella los miraba y escuchaba, pero sus voces sonaban cada vez mas lejos y solo le llegaban a rafagas. Al mismo tiempo, descubrio que ya no tenia frio; al contrario, sentia calor, estaba ardiendo. Ellos hablaban y hablaban con voces apresuradas. Ella se ordeno a si misma permanecer alli de pie, sujetando la cuchilla, pero de pronto el esfuerzo se hizo excesivo y, lentamente, volvio a sentarse. Dejo caer la cabeza hacia adelante y, al ver los trozos de ceramica esparcidos por el suelo, no pudo recordar que eran.

Al cabo de mucho tiempo, oyo abrirse y cerrarse la puerta y cuando levanto la mirada vio que en la habitacion solo estaba el joven. Una laguna en el tiempo, y el la asia por el brazo y la levantaba. Ella se dejo sacar de la habitacion y llevar por la escalera abajo. A cada paso, el dolor le explotaba en la cabeza. Al llegar abajo, cruzaron el patio bajo el diluvio hasta una puerta de madera.

Sin soltarle el brazo, precaucion que casi la hizo reir por lo innecesaria, el dio la vuelta a la llave y empujo la puerta. Ella vio una escalera que descendia hacia una negrura poblada de destellos. A partir del primer escalon, la oscuridad parecia palpable y abajo se veia el brillo de la luz en el agua.

El hombre se volvio hacia Brett y la lanzo hacia adelante. Sus pies tropezaron en el umbral y, por puro reflejo, buscaron los peldanos. Pisaron agua en el primero y, en el segundo, resbalaron en musgo y algas. Ella solo tuvo tiempo de levantar los brazos antes de caer al agua, que iba subiendo de nivel.

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