– Si. Hay un patio, pero con esta lluvia no creo que haya alguien alli. -Vianello asintio, completamente de acuerdo. Con este tiempo, las personas normales se quedaban en casa.
– De acuerdo. Espere aqui y vere lo que puedo hacer. Si es la casa que pienso, no creo que tengamos dificultades. No tardare. Deme unos tres minutos y luego venga. -Lanzo una rapida mirada a Flavia, agarro el gorro y salio a la lluvia.
– ?Que vas a hacer? -pregunto Flavia.
– Entrare a ver si esta -dijo el aunque no tenia ni la mas remota idea de lo que esto podia significar en la practica. Brett podia estar en cualquiera de las innumerables habitaciones del
– ?Y si no esta? -pregunto Flavia tan rapidamente que Brunetti comprendio que habia tenido su misma vision.
En lugar de responder, el dijo:
– Quiero que te quedes aqui. O que vuelvas al apartamento. No puedes hacer nada.
Sin molestarse en discutir, ella rechazo sus palabras agitando una mano y pregunto:
– ?No crees que ya habra tenido tiempo? -Sin darle tiempo a responder, lo empujo a un lado y salio del bar al
El salio del bar y se reunio con ella, tapandole el viento con su cuerpo.
– No puedes venir. Esto es cosa de la policia.
Una rafaga de viento los azoto y a ella le echo el pelo a la cara tapandole los ojos. Ella lo aparto con un ademan impaciente y miro a Brunetti, imperturbable.
– Se donde es. O me llevas o te sigo. -Y, cuando el fue a protestar, lo atajo-: Es mi vida, Guido.
Brunetti dio media vuelta y entro en la calle Dilera, furioso, y tratando de contener el impulso de meterla en el bar y hacer que se quedara alli a la fuerza. Cuando se acercaban al
Brunetti entro, pero antes de que pudiera cerrar la puerta, Flavia se deslizo al interior del patio. Se quedaron quietos un momento, mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad.
– Muy facil -dijo Vianello cerrando la puerta.
Como estaban muy cerca del Gran Canal, el agua tenia aqui mas profundidad y habia convertido el patio en un lago sobre el que seguia precipitandose la lluvia. La unica luz venia de las ventanas del
Brunetti se daba cuenta de que habia venido obedeciendo a un simple impulso, sin pensar en lo que haria una vez dentro. En su unica visita al
– Espera aqui -susurro Brunetti acercando los labios al oido de Flavia, a pesar de que el ruido de la lluvia hubiera ahogado su voz. Estaba muy oscuro para que el pudiera ver el gesto que ella hubiera hecho en respuesta, pero intuyo que retrocedia mas aun hacia la oscuridad.
– Vianello -dijo asiendo el brazo de su sargento y atrayendolo hacia si-. Voy a subir la escalera para tratar de entrar. Si hay complicaciones, llevesela de aqui. No se preocupe por nadie, a menos que traten de detenerlo. - Vianello asintio. Brunetti dio varios pasos hacia la escalera, moviendo las piernas despacio contra la resistencia del agua. Hasta que llego al segundo peldano no se libero de la presion del agua. El subito cambio le hizo sentirse extranamente ligero, como si pudiera levitar sin el menor esfuerzo. Pero esta sensacion de ligereza lo hacia mas sensible al frio lacerante que despedia el agua helada que tenia dentro de las botas y que le pegaba la ropa al cuerpo. Se inclino y se quito las botas, subio varios peldanos, los bajo y las empujo con el pie al agua. Se quedo esperando hasta que desaparecieron y volvio a subir.
En lo alto del primer tramo, se detuvo en el pequeno rellano e hizo girar el picaporte de la puerta que daba acceso al interior. El manubrio cedio, pero la puerta no se abrio; estaba cerrada con llave. Subio otro tramo y tambien encontro la puerta cerrada.
Se volvio y miro por encima de la barandilla al lugar del patio en el que debian de estar Flavia y Vianello, pero no pudo ver nada mas que el reflejo de la luz en el agua acribillado por la lluvia.
En el ultimo piso noto con sorpresa que la puerta cedia a la presion de su mano, y vio un largo corredor. Entro, cerro la puerta y se quedo quieto un momento, oyendo el sonido del agua que le goteaba del impermeable al suelo de marmol.
Lentamente, sus ojos se habituaron a la luz del corredor, mientras el tendia el oido tratando de captar cualquier sonido que pudiera llegar del otro lado de aquellas puertas.
Un escalofrio lo estremecio y el bajo la cabeza y encogio los hombros, tratando de encontrar calor en algun lugar de su cuerpo. Cuando levanto la mirada, vio a La Capra en el vano de una puerta, a pocos metros de el, que lo miraba con la boca abierta.
La Capra fue el primero en recuperarse de la sorpresa y esbozo una sonrisa facil.
–
24
Brunetti lo siguio a la galeria y paseo la mirada por las vitrinas. Al entrar, La Capra se volvio para decirle:
– Permitame el abrigo. Debe usted de estar helado, andando por ahi con esta lluvia. Una noche como esta. - Agito la cabeza a derecha e izquierda ante la idea.
Brunetti se quito el abrigo, notando el peso del agua que lo empapaba al darlo a La Capra. Tambien el otro hombre parecio sorprendido por el peso de la prenda y, sin saber que hacer con ella, opto por dejarla sobre el respaldo de una silla, desde donde el agua siguio chorreando al suelo profusamente.
– ?Que le trae de nuevo a esta casa,
– Su coleccion,
– ?En serio? -pregunto La Capra, sin alterar la sonrisa-. No pense que yo fuera tan conocido en Venecia.
– Y tambien en otros sitios. En Londres, por ejemplo.
– ?En Londres? -La Capra mostro una cortes sorpresa-. Que raro. Me parece que no conozco a nadie en Londres.
– No; pero a lo mejor ha adquirido alli alguna pieza.
– Ah, si, claro, eso sera sin duda -respondio La Capra sin dejar de sonreir.
– Y en Paris -anadio Brunetti.
Nuevamente, la sorpresa de La Capra fue perfecta, como si hubiera estado esperando oir mencionar Paris despues de Londres. Antes de que pudiera decir algo, la puerta se abrio y entro un joven, que no era el mismo que abrio a Brunetti la vez anterior. Traia una bandeja con botellas, vasos y un termo de plata. Dejo la bandeja en una