Habia algo en el hecho de ir a un medico, o a una clinica, o siquiera acudir a uno de sus padres, con lo que no podia. Parecia tan…deliberado.

Asi, antes de llegar a ese punto, Josie habia decidido hacer un poquito de investigacion. No podia arriesgarse a ser descubierta en una computadora de la escuela mirando esas cosas, de modo que decidio faltar a clase. Se hundio en la silla del escritorio, con una pierna doblada debajo de si, y se maravillo de haber encontrado casi 99.000 resultados.

Algunos ya los conocia: meterse una aguja de tejer dentro, como en el viejo cuento de la esposa; tomar laxantes o aceite de castor. Pero otros nunca los hubiera imaginado: una ducha de potasio, tragar raices de jengibre, comer pina verde. Y luego estaban los de hierbas: infusiones aceitosas de calamo aromatico, artemisa, salvia, gaulteria; cocteles hechos de cemicifuga racemosa y menta poleo. Josie se preguntaba donde se comprarian, no eran cosas que estuvieran en el pasillo donde se encontraban las aspirinas.

Los remedios a base de hierbas, decia el sitio de Internet, funcionaban entre el 40 y el 45% de las veces. Lo cual, supuso ella, era al menos un comienzo.

Se acerco mas, mientras leia.

No comenzar el tratamiento a base de hierbas despues de la sexta semana de embarazo.

Tener en cuenta que estos no son metodos seguros para interrumpir el embarazo.

Beber los tes de dia y de noche, para que no se interrumpa el progreso logrado durante el dia.

Recoger la sangre que salga y agregarle agua para diluirla, mirar bien los coagulos y tejidos para asegurarse de que la placenta ha sido expulsada.

Josie hizo una mueca.

Usar entre media y una cucharada de te de la hierba seca por cada taza de agua, tres o cuatro veces al dia. No confundir tanaceto con hierba cana, que crecen juntas, lo cual ha resultado ser fatal para las vacas que lo habian comido.

Entonces encontro algo que parecia menos, bueno, medieval: vitamina C. Eso no podia ser demasiado malo para ella, ?verdad? Josie tecleo en el vinculo. «Acido ascorbico, ocho miligramos, durante cinco dias. La menstruacion debe comenzar en el sexto o septimo dia.»

Josie se levanto de la computadora y fue al botiquin de medicinas de su madre. Habia una gran botella blanca de vitamina C, junto con otras mas pequenas de antiacidos, vitamina B12 y suplementos de calcio.

Abrio la botella y dudo. La otra precaucion que todos los sitios de Internet recomendaban era que te aseguraras de que tenias motivos para someter tu cuerpo a esas hierbas, antes de comenzar.

Josie camino cansinamente de regreso a su habitacion y abrio su mochila. Dentro, todavia en la bolsa de plastico de la farmacia, estaba la prueba de embarazo que habia comprado el dia anterior antes de volver a casa. Leyo las instrucciones dos veces. ?Como puede alguien hacer pis en una tirita durante tanto tiempo? Con el cejo fruncido, se sento y orino, sosteniendo la varita entre sus piernas. Despues la coloco en su pequeno receptaculo y se lavo las manos.

Josie se sento en el borde de la banera y observo como la linea de control se volvia azul. Y luego, lentamente, observo como aparecia la segunda linea, perpendicular a esta: un signo mas, un positivo, una cruz con la que cargar.

Cuando el quitanieves se quedo sin gasolina en medio del camino, Peter fue a por la lata de repuesto que guardaba en el garaje, solo para descubrir que estaba vacia. La volco, una sola gota salpico el suelo entre sus zapatillas.

Normalmente, sus padres tenian que pedirselo unas seis veces antes de lograr que saliera de casa y limpiara los caminos que llevaban a las puertas de delante y de atras, pero ese dia, Peter se habia puesto con la labor sin que le insistieran; el queria-no, fuera eso-, necesitaba salir ahi fuera para sentir que sus pies podian moverse al mismo ritmo que su mente. Al entrecerrar los ojos a la luz del sol del ocaso, todavia podia ver la misma secuencia de imagenes en la parte interna de sus parpados: el aire frio golpeando su trasero mientras Matt Royston le bajaba los pantalones, la leche salpicando en sus zapatillas, la mirada de Josie desviandose a otro lado.

Peter recorrio con dificultad el camino hacia la casa de su vecino del otro lado de la calle. El senor Weatherhall era un policia retirado y su casa lo reflejaba. Habia un gran mastil en medio del patio delantero; en verano, el cesped estaba bien cuidado, como un corte de pelo a cepillo, en otono nunca habia hojas. Peter solia preguntarse si Weatherhall salia a media noche para rastrillarlas.

Hasta donde Peter sabia, el senor Weatherhall pasaba su tiempo mirando el «Game Show Network» y practicando la jardineria militar calzado con sandalias y calcetines negros. Dado que no dejaba que su cesped creciera mas de un centimetro de alto, normalmente tenia un galon de gasolina de sobra por ahi; Peter se lo habia pedido prestado en nombre de su padre otras veces para la cortadora de cesped o para el quitanieves.

Peter toco el timbre-que sonaba como Hail to the Chief-, y el senor Weatherhall respondio.

– Hijo-dijo, aunque sabia que se llamaba Peter y lo habia sabido durante anos-, ?como andas?

– Bien, senor Weatherhall. Me preguntaba si tendria un poco de gasolina que pudiera prestarme para el quitanieves. Bueno, gasolina que pudiera usar. Quiero decir, no puedo devolversela antes de comprar mas.

– Pasa, pasa-sostuvo la puerta abierta para Peter, que entro a la casa. Olia a cigarros y a comida de gato. Sobre la mesa baja tenia un cuenco de Fritos; en la television, Vanna White soltaba unas vocales:

– Grandes esperanzas-grito el senor Weatherhall a los concur-santes al pasar-: ?Que son, unos imbeciles?

Acompano a Peter hasta la cocina.

– Espera aqui. El sotano no es apto para compania.-Lo cual, penso Peter, probablemente significara que habia una mota de polvo en un estante.

Se inclino sobre el mostrador y extendio las manos sobre la formica. A Peter le gustaba el senor Weatherhall, porque, incluso cuando intentaba ser rudo, entendias que en realidad solo era que echaba de menos el hecho de ser un policia, y que no tenia otra persona con quien ponerlo en practica. Cuando Peter era mas pequeno, Joey y sus amigos siempre intentaban fastidiar a Weatherhall amontonando nieve en el extremo de su recien aseado camino, o dejando que sus perros usaran como vater su cuidado cesped. Podia recordar que, cuando Joey tenia alrededor de once anos, en Halloween habia lanzado huevos a la casa de Weatherhall. El y sus amigos habian sido cazados en el acto.

– El tipo esta como una cabra-le habia dicho Joey-. Tiene un arma en el tarro de la harina.

Peter aguzo el oido hacia el hueco de la escalera que llevaba al sotano. Podia oir al senor Weatherhall haciendo cosas alli abajo, buscando la lata de gasolina.

Se dirigio hacia el fregadero, sobre el cual habia cuatro botes de acero inoxidable. SOSA, ponia en el mas pequenito, y luego en tamano creciente: AZUCAR MORENO, AZUCAR, HARINA. Peter, cautelosamente, abrio el tarro de harina.

Un soplo de polvo blanco volo hacia su cara.

Tosio y sacudio la cabeza. Se lo tendria que haber imaginado: Joey habia mentido.

Pero Peter destapo tambien el tarro de azucar que estaba al lado y se encontro contemplando una nueve milimetros semiautomatica.

Era una Glock 17, probablemente la misma que el senor Weatherhall habia llevado como policia. Peter lo sabia porque entendia de armas, habia crecido con ellas. Pero habia una diferencia entre un rifle de caza o una escopeta y aquella arma limpia y compacta. Su padre decia que cualquiera que no estuviera ya activo en una fuerza del orden y tuviera un revolver, era un idiota; era mas probable que te hiciera dano que te protegiera. El problema con un revolver era que el canon era tan corto que olvidabas mantenerla a una distancia prudencial para tu propio bien; apuntar era tan simple e indiferente como senalar con el dedo.

Peter lo toco. Frio, suave. Hipnotico. Rozo el gatillo, ajustando el arma a su mano casi sin darse cuenta, un peso reluciente.

Pasos.

Peter tapo corriendo el tarro y se movio rapidamente, cruzandose de brazos. El senor Weatherhall aparecio en el extremo de la escalera, acunando una lata roja de gasolina.

– Hecho-dijo-. Devuelvela llena.

– Lo hare-respondio Peter. Salio de la cocina, y no miro en direccion al bote, aunque era lo que queria hacer por encima de todo.

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