que pudiesen utilizarse como pantalones de diario. Ella recordaba haber visto a chicos yendo a la escuela con pantalones de pijama hacia tan poco como un ano, y preguntandose si Peter habria impuesto la tendencia o si simplemente habia ido un poco desincronizado.

Incluso despues de que Lacy tuviera todo lo que necesitaba, continuo caminando por la seccion de hombres. Toco un arco iris de panuelos de seda que se volcaban sobre sus dedos, eligiendo uno que era del color de los ojos de Peter. Reviso los cinturones de cuero-negros, marrones, moteados, de caiman-, y corbatas estampadas con lunares, con flores de lis, con rayas. Escogio un albornoz tan suave que casi la hizo llorar; zapatillas de lana de oveja; un traje de bano rojo cereza. Compro hasta que el peso en sus brazos fue tanto como el de un nino.

– Oh, dejeme ayudarla con eso-le dijo una vendedora, quitandole algunas de las prendas de los brazos y llevandolas al mostrador. Comenzo a doblarlas, una por una-. Se como se siente-dijo, sonriendo comprensivamente-. Cuando mi hijo se fue de casa, pense que iba a morirme.

Lacy la miro fijamente. ?Era posible que no fuera la unica mujer que hubiera pasado por algo tan horrible? Una vez que lo has pasado, como esa vendedora, ?podias identificar a otras entre la multitud, como si se tratara de una sociedad secreta formada por las madres cuyos hijos las habian herido en lo mas vivo?

– Crees que es para siempre-prosiguio la mujer-, pero hazme caso: cuando regresan a casa por Navidad o durante las vacaciones de verano, y empiezan a comerse todo lo que hay en el refrigerador otra vez, desearias que la universidad durase todo el ano.

La cara de Lacy se petrifico:

– Exacto-dijo-. La universidad.

– Tengo una hija en la de New Hampshire, y mi hijo esta en Rochester-explico la vendedora.

– Harvard. Ahi es adonde ira mi hijo.

Habian hablado de eso una vez. A Peter le gustaba mas el departamento de informatica de Stanford, y Lacy le habia tomado el pelo al respecto, diciendole que ella habia tirado todos los folletos de las universidades que estaban al oeste del Mississippi, porque en ellas Peter estaria demasiado lejos.

La prision estatal estaba cien kilometros al sur, en Concord.

– Harvard-repitio la vendedora-. Debe de ser un chico listo.

– Lo es-le confirmo Lacy y continuo contandole a la mujer sobre la ida ficticia de Peter a la universidad, hasta que la mentira dejo de saberle a regaliz en la lengua; hasta que casi se la creyo ella misma.

A las tres en punto, Josie se tumbo boca abajo, abrio los brazos y apreto la cara contra el cesped. Parecia que estuviera intentando agarrarse a la tierra, lo cual suponia que no estaba muy lejos de la verdad. Inspiro intensamente; en general no olia mas que a malas hierbas y a tierra, pero de vez en cuando, cuando habia llovido, percibia la esencia de hielo y champu de Matt, como si este todavia fuera el mismo y estuviera alli mismo, bajo la superficie.

Recogio el envoltorio del emparedado y la botella de agua vacia y los metio en la mochila, luego se dirigio al serpenteante camino que conducia hasta las puertas del cementerio. Un coche obstruia la entrada; solo dos veces en ese verano Josie habia coincidido con un cortejo funebre y le habia dado una mala sensacion en el estomago. Comenzo a caminar mas de prisa, con la esperanza de que pasaran despues de que ella se hubiese ido y estuviera ya sentada en el autobus cuando comenzara el servicio. Entonces se dio cuenta de que el coche de delante de las puertas no era un coche funebre; ni siquiera era negro. Era el mismo coche que estaba a veces en la entrada de su casa, y Patrick estaba apoyado contra el, con los brazos cruzados.

– ?Que haces aqui?-pregunto Josie.

– Yo podria preguntar lo mismo.

Ella se encogio de hombros:

– Este es un pais libre.

Josie no tenia nada en realidad contra Patrick Ducharme. Solo era que la ponia nerviosa; de muchas maneras. No podia mirarlo sin pensar en Aquel Dia. Pero ahora tenia que hacerlo, porque el era el amante de su madre (era tan raro decir eso) y, de algun modo, eso era incluso mas irritante. Su madre estaba en el septimo cielo, enamorada, mientras Josie tenia que escabullirse a escondidas para visitar la tumba de su novio.

Patrick se aparto del coche y dio un paso hacia ella:

– Tu madre cree que en estos momentos estas ensenando a dividir.

– ?Ella te ha pedido que me espiaras?-pregunto Josie.

– Yo prefiero llamarlo vigilancia-corrigio Patrick.

Josie bufo. No queria sonar como una arrogante, pero no podia evitarlo. El sarcasmo era como un terreno obligado; Si Josie lo abanderaba, el podria darse cuenta de que ella estaba cerca de romperse en pedazos.

– Tu madre no sabe que estoy aqui-dijo Patrick-. Queria hablar contigo.

– Voy a perder el autobus.

– Luego te llevare en coche a donde sea que quieras ir-dijo el, exasperado-. ?Sabes?, cuando estoy haciendo mi trabajo, paso mucho tiempo deseando mover el reloj hacia atras, llegar a la victima de la violacion antes de que ocurra, salvar la casa antes de que los ladrones entren. Y se que es como levantarse en mitad de la noche reviviendo un momento una y otra vez tan vividamente como si fuese verdad. De hecho, apuesto a que tu y yo revivimos el mismo momento.

Josie trago. En todos aquellos meses, mas alla de todas las conversaciones bienintencionadas que habia tenido con medicos y psiquiatras, e incluso con otros chicos de la escuela, nadie habia captado, tan sucintamente, como se sentia ella. Pero no podia dejar que Patrick supiera eso; no podia admitir su debilidad, incluso aunque tuviera la sensacion de que el podia notarla de todos modos.

– No hagas como si tuvieramos algo en comun-dijo Josie.

– Pero es que lo tenemos-respondio Patrick. Miro a Josie a los ojos-. Tu madre me gusta. Mucho. Y me encantaria saber que tu lo aceptas.

Josie sintio que la garganta se le cerraba. Intento recordar a Matt diciendole lo mucho que le gustaba ella; se pregunto si alguna vez alguien volveria a decirlo.

– Mi madre es mayor. Puede tomar sus propias decisiones acerca de con quien se acues…

– No-la interrumpio Patrick.

– ?No que?

– No digas algo que desearas no haber dicho.

Josie dio un paso atras, con los ojos relucientes.

– Si crees que haciendote mi amigo vas a ganartela, estas muy equivocado. Mas te valdria probar con flores y chocolate. Yo no podria importarle menos.

– Eso no es verdad.

– No has estado suficiente tiempo por aqui como para saberlo, ?o si?

– Josie-dijo Patrick-, ella te quiere con locura.

Josie sintio que se atragantaba con la verdad, mas duro incluso que hablar era tragar.

– Pero no tanto como a ti. Ella es feliz. Es feliz y yo…Yo se que deberia sentirme feliz por ella.

– Pero en cambio estas aqui-dijo Patrick, senalando el cementerio-. Y estas sola.

Josie asintio con la cabeza y rompio a llorar. Se dio la vuelta, avergonzada, y entonces sintio como Patrick la abrazaba. El no dijo nada y, durante ese momento, el incluso le gusto; ninguna palabra en absoluto, ni siquiera una bienintencionada, hubiera bastado ante la inmensidad de su dolor. Se limito a dejarla llorar hasta que, finalmente, ella dejo de hacerlo, y descanso por un momento contra el hombro de el, preguntandose si aquello era solo el ojo de la tormenta o su punto final.

– Soy una bruja-susurro-. Estoy celosa.

– Creo que ella lo entenderia.

Josie se alejo de el y se enjugo los ojos.

– ?Vas a decirle que vengo aqui?

– No.

Josie levanto la mirada hacia el, sorprendida. Ella hubiera dicho que el estaria del lado de su madre.

– Te equivocas, ?sabes?-dijo Patrick.

– ?Acerca de que?

– De estar sola.

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