– ?Tienes idea de como va a ser? Habra camaras, muchas. Y chicos en sillas de ruedas. Y padres enojados. Y Peter.

La mirada de Josie cayo en su regazo como una piedra.

– Otra vez estas intentando evitar que vaya.

– No, estoy intentando evitar que salgas herida.

– No sali herida-dijo Josie-. Por eso es por lo que tengo que ir.

Cinco meses antes, Alex habia tomado la decision por su hija. Ahora, ella sabia que Josie merecia hablar por si misma.

– Te vere en el coche-dijo con calma. Mantuvo esa mascara hasta que Josie cerro la puerta detras de si; luego se encerro en el bano de arriba y vomito.

Tenia miedo de que revivir el tiroteo, incluso a distancia, hiciera que Josie se alterase y eso retrasara su recuperacion. Pero lo que mas le preocupaba era que, por segunda vez, ella fuera incapaz de proteger a su hija y evitar que saliera herida.

Alex apoyo la frente contra el frio borde de porcelana de la banera. Luego se puso de pie, se lavo los dientes y se refresco la cara con agua. Se dio prisa para llegar al coche, donde su hija ya estaba esperando.

Como la ninera habia llegado tarde, Jordan y Selena se encontraron luchando contra la multitud en los escalones del tribunal. Selena sabia que seria asi, pero todavia no estaba preparada para las hordas de periodistas, las camionetas de las televisiones, los curiosos sosteniendo las camaras de sus telefonos moviles para captar una toma rapida del tumulto.

Jordan era hoy el villano. La gran mayoria de los espectadores eran de Sterling y, dado que Peter era trasladado al tribunal por un tunel subterraneo, a Jordan le tocaba el papel de chivo expiatorio sustitutivo.

– ?Como duermes de noche?-le grito una mujer mientras Jordan apuraba el paso por los escalones, junto a Selena. Otra sostenia un cartel que decia: «TODAVIA HAY PENA DE MUERTE EN NEW HAMPSHIRE».

– Oh, Dios-dijo Jordan en un susurro-. Esto sera divertido.

– Todo saldra bien-respondio Selena.

Pero el se detuvo. Un hombre, de pie en los escalones, sostenia un poster con dos grandes fotos montadas una junto a otra: una de una chica y otra de una bella mujer. Kaitlyn Harvey. Selena la reconocio. Encima del cartel dos palabras: DIECINUEVE MINUTOS.

Jordan se encontro con la mirada del hombre. Selena sabia lo que el estaba pensando: que aquel podria ser el; que tambien el tenia mucho que perder.

– Lo siento-murmuro Jordan y Selena enrosco su brazo alrededor del de el y lo llevo otra vez a la escalera.

Sin embargo, alli habia una multitud diferente. Llevaban camisetas amarillo fluorescente con las letras VAA y coreaban:

– Peter, no estas solo. Peter, no estas solo.

Jordan se acerco a ella.

– ?Que cuernos es esto?

– Las Victimas de Acoso de America.

Jordan sonrio por primera vez desde que comenzo a conducir hacia el tribunal.

– ?Y los has encontrado para nosotros?

Selena le apreto el brazo con firmeza.

– Puedes agradecermelo despues-dijo.

Su cliente parecia que fuera a desmayarse. Jordan asintio con la cabeza al asistente, que le dejo entrar en la celda en la que Peter era mantenido en el tribunal y entonces se sento.

– Respira-le ordeno.

Peter asintio con la cabeza y se lleno de aire los pulmones. Estaba temblando. Jordan lo esperaba; lo habia visto desde el comienzo en cada juicio en el que habia participado. Incluso el criminal mas endurecido, de repente era presa del panico cuando se daba cuenta de que aquel era el dia en que su vida estaba en la cuerda floja.

– Tengo algo para ti-dijo Jordan, y saco un par de anteojos de su bolsillo.

Eran gruesas, con montura de carey y con un cristal de culo de botella; muy diferentes de las metalicas finitas como un cable que Peter usaba normalmente.

– No…-dijo Peter y luego su voz se quebro-: No necesito unas nuevas.

– Bueno, pontelas de todos modos.

– ?Por que?

– Porque nadie dejara de notarlas-contesto Jordan-. Quiero que parezcas alguien que nunca, ni en un millon de anos, veria lo bastante como para dispararle a diez personas.

Las manos de Peter se enroscaron alrededor del borde metalico del banco.

– Jordan, ?que va a ocurrirme?

Habia algunos clientes a los que habia que mentirles, solo asi lograrian soportar el juicio. Pero, llegados a ese punto, Jordan penso que Peter merecia la verdad.

– No lo se, Peter. No tenemos un gran caso, con todas las pruebas que hay en tu contra. La probabilidad de que seas sobreseido es escasa; pero asi y todo, yo hare todo lo que pueda, ?de acuerdo?-Peter asintio con la cabeza-. Lo que quiero es que intentes estar tranquilo ahi fuera. Que parezcas patetico.

Peter bajo la cabeza, con la cara distorsionada. «Si, exactamente asi», penso Jordan, y entonces se dio cuenta de que Peter estaba llorando.

Jordan se dirigio hacia la puerta de la celda. Aquel, tambien era un momento familiar para el como abogado defensor. Jordan normalmente dejaba que su cliente recibiera ese golpe final en privado, antes de entrar al tribunal. No formaba parte de su negocio y, a decir verdad, para Jordan, todo se reducia al negocio. Pero oia a Peter sollozando detras de el, y en esa cancion triste hubo una nota que alcanzo a tocar a Jordan en lo mas profundo de su interior. Antes de que pudiera pensarlo mejor, se habia dado la vuelta y estaba otra vez sentado en el banco. Paso un brazo alrededor de Peter y sintio como el chico se relajaba contra el.

– Todo va a salir bien-dijo, y espero no estar diciendo una mentira.

Diana Leven contemplo la sala abarrotada y luego pidio al alguacil que apagase las luces. En la pantalla aparecio un cielo azul y algunas nubes blancas, como algodon de azucar. Una bandera flameaba al viento. Tres autobuses escolares estaban alineados en el centro de la imagen. Diana la dejo congelada, sin decir nada, durante quince segundos.

La sala estaba tan silenciosa que podia oirse el zumbido la computadora portatil del transcriptor.

«Oh, Dios-penso Jordan-. Voy a tener que aguantar esto durante los proximos tres meses».

– Asi se reia el Instituto Sterling el dia seis de marzo del dos mil siete. Eran las siete cincuenta de la manana y las clases acababan de comenzar. Courtney Ignatio estaba en clase de quimica, en un examen. Whit Obermeyer estaba en la oficina principal, para pedir un pase de retraso porque habia tenido un problema con el coche esa manana. Grace Murtaugh salia de la enfermeria, donde habia tomado un Tylenol para el dolor de cabeza. Matt Royston estaba en clase de historia con su mejor amigo, Drew Girard. Ed McCabe estaba anotando en la pizarra las tareas para la clase de matematicas que iba a dar. A las siete cincuenta del seis de marzo, no habia nada que sugiriese a ninguna de estas personas, ni a ningun otro miembro de la comunidad del Instituto Sterling, que aquel no fuera a ser sino otro tipico dia de escuela.

Diana presiono un boton y aparecio una nueva foto: Ed McCabe, en el suelo, con los intestinos desbordandole del estomago mientras un chico lloroso apretaba con sus dos manos la herida abierta.

– Asi era el Instituto Sterling a las diez y diecinueve de la manana del seis de marzo del dos mil siete. Ed McCabe nunca llego a dar a sus alumnos las tareas de matematicas, porque diecinueve minutos antes, Peter Houghton, de diecisiete anos, un estudiante de tercero del Instituto Sterling, irrumpio por las puertas con una mochila que contenia cuatro armas: dos escopetas recortadas, y dos pistolas semiautomaticas de nueve milimetros completamente cargadas.

Jordan sintio un tiron en el brazo.

– Jordan-susurro Peter.

– Ahora no.

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