propio vientre y apretara los dientes. Se le doblaron las piernas y se dio un fuerte golpe en las rodillas contra el suelo.
En las clases les habian dicho que las contracciones anteriores al parto podian durar hasta doce horas y mas.
Si a ella le pasaba eso y para entonces no se habia muerto, se pegaria un tiro.
Cuando Lacy era partera en practicas, se habia pasado meses yendo de un lado para otro con una pequena regla en la mano, tomando constantes mediciones. Ahora, despues de anos de experiencia en la profesion, era capaz de mirar una taza de cafe y calcular a simple vista que tenia nueve centimetros de diametro; que el de la naranja que habia junto al telefono del despacho de las enfermeras media ocho. Saco los dedos de entre las piernas de Alex y se quito el guante de latex con un chasquido.
– Estas en dos centimetros-dijo, y Alex rompio a llorar.
– ?Solo dos? No podre hacerlo-jadeo, retorciendo la columna vertebral como si quisiera huir de aquel dolor. Habia tratado de ocultar su malestar detras de la mascara de competencia que siempre llevaba puesta, pero solo para darse cuenta de que, con las prisas, debia de habersela dejado en alguna parte.
– Se que es frustrante-dijo Lacy-, pero te dire una cosa, que es lo que cuenta: lo estas haciendo muy bien. Y nosotras sabemos que cuando una mujer lo hace bien en el momento en que va por dos centimetros, tambien lo hara bien cuando este en ocho. Vamos a ir contraccion por contraccion.
Lacy sabia que el parto no es facil para nadie, pero que es especialmente dificil para las mujeres que tienen expectativas, listas y planes, porque nunca sale como lo tenias pensado. Si quieres parir bien, tienes que dejar que el cuerpo tome el mando en sustitucion de la mente. En el parto toda tu persona es vulnerable, incluso las partes que tenias mas olvidadas. Para alguien como Alex, acostumbrada a tenerlo todo bajo control, eso podia resultar terrible. El exito de aquella empresa dependia de que supiera renunciar a su frialdad, aun a riesgo de convertirse en alguien que no queria ser.
Lacy ayudo a Alex a levantarse y la condujo hasta la sala de hidromasaje. Bajo la intensidad de las luces, puso musica instrumental y desato la bata de Alex. Esta habia superado los limites del pudor; Lacy supuso que, en aquellos momentos, se habria desnudado delante de la poblacion entera de una prision masculina, si con ello hubiera podido hacer que se detuvieran las contracciones.
– Adentro-le dijo Lacy, dejando que Alex se apoyara en ella mientras se metia en la banera de hidromasaje. Se produjo una respuesta pavloviana al agua caliente; a veces bastaba con meterse en la banera para que los latidos se desacelerasen.
– Lacy-jadeo Alex-, tienes que prometerme…
– ?Que?
– Que no se lo contaras a ella. Al bebe…
Lacy cogio la mano de Alex.
– ?Contarle que?
Alex cerro los ojos y apoyo con fuerza la mejilla contra el borde de la banera.
– Que en un primer momento no la quise.
Antes de que pudiera siquiera contestar, Lacy vio como la tension atenazaba a Alex.
– Suelta la respiracion-le dijo-. Expulsa el dolor junto con la respiracion, como si pudieras arrojarlo lejos. Apoyate sobre las manos y las rodillas. Encierrate en ti misma, como los granos de un reloj de arena. Estas en la playa. Tumbada en la arena, sintiendo el calor del sol.
»Mientete a ti misma hasta que sea verdad.
Cuando el dolor es profundo, te vuelves hacia tu interior. Era algo que Lacy habia comprobado cientos de veces. Actuan las endorfinas, la morfina natural del organismo, y te llevan a un lejano lugar donde el dolor no pueda encontrarte. En una ocasion, una paciente que habia sufrido violacion, experimento una disociacion tan extrema, que Lacy llego a temer no poder alcanzarla y traerla de vuelta a tiempo para que empujara. Lacy habia acabado cantandole una nana, en espanol.
En las ultimas tres horas, Alex habia recuperado la serenidad, gracias sobre todo al anestesiologo, que le habia aplicado anestesia epidural. Habia dormido un rato; habia jugado a las cartas con Lacy. Pero ahora el bebe se habia encajado, y ella estaba empezando a empujar.
– ?Por que me duele otra vez?-pregunto con una voz que subia de registro por momentos.
– Es como actua la epidural. Si se aumentara la dosis, no podrias empujar.
– Yo no puedo tener un bebe-solto de pronto Alex-. No estoy preparada.
– Bueno, bueno-dijo Lacy-. Ya hablaremos de eso.
– ?En que estaria yo pensando? Logan tenia razon, no se en que me estoy metiendo. Yo no soy una madre, soy abogada. No tengo pareja, no tengo perro…Ni siquiera he conseguido criar nunca una planta de interior que no se me haya muerto. No sabre poner un panal…
– Los dibujitos de colores van en la parte de delante-dijo Lacy.
Cogio la mano de Alex y se la llevo entre las piernas, donde asomaba la coronilla del bebe.
Alex aparto la mano de un tiron.
– ?Es eso…?
– Pues si.
– ?Esta saliendo?
– Tanto si estas preparada como si no.
Comenzo otra contraccion.
– Oh, Alex, ya se le ven las cejas…-Lacy ayudo a sacar al bebe fuera del canal de parto manteniendole la cabeza flexionada-. Se muy bien como quema…Mira, la barbilla…que guapa…
Lacy seco la cara del bebe, succiono el interior de la boca, le paso el cordon umbilical por encima del cuello, y miro a su amiga.
– Alex-dijo-, hagamoslo juntas.
Lacy guio las temblorosas manos de Alex hasta colocarlas sobre la cabeza de la nina.
– Quedate asi, yo mientras voy a sacar los hombros…
Cuando el bebe se deslizo por completo en las manos de Alex, Lacy lo solto. Entre sollozos, pero aliviada, Alex se llevo el pequeno y retorcido cuerpo contra el pecho. Como siempre, Lacy se quedo sobrecogida por lo real que es un recien nacido, hasta que punto existe. Froto la region lumbar del bebe y contemplo como los turbios ojos azules de la recien nacida se fijaban por vez primera en su madre.
– Alex-dijo Lacy-, es toda tuya.
HORAS DESPUES
Nina, la mejor amiga de Patrick, le habia preguntado una vez en un bar que era lo peor que habia visto en su vida. El le habia contestado con sinceridad que, cuando estaba en Maine, un tipo se habia suicidado atandose con alambre a las vias del tren. El tren lo habia partido literalmente en dos. Habia sangre y fragmentos corporales por todas partes. Hubo agentes veteranos que, al llegar a la escena del crimen, habian vomitado entre los matorrales. En cuanto a el, habia tenido que alejarse unos metros hasta recuperar la serenidad, pero de golpe se habia topado con la cabeza seccionada del hombre en el suelo, con la boca aun abierta en un grito silencioso.
Pero eso habia dejado de ser lo peor que habia visto Patrick en su vida.