Mientras salian del aula, Ben se agarro de la manga del director, dejandole una brillante mancha roja.

– Cielo santo-exclamo Patrick, pasandose la mano por la cara.

Guenther levanto la vista.

– Vamos. Acabemos con esto de una vez.

Se dirigieron al gimnasio, donde Guenther certifico la muerte de otros dos alumnos, un chico negro y otro blanco, y acabaron en el vestuario, donde Patrick habia conseguido finalmente dar con Peter Houghton. Guenther examino el cadaver del joven al que Patrick habia visto antes, el chico con el sueter de hockey y cuya gorra le habia arrancado de la cabeza el disparo de bala. Mientras tanto, Patrick entro en el espacio colindante donde se alineaban las duchas y miro por la ventana. Los periodistas seguian alli, pero la mayoria de heridos habian sido ya atendidos. Ya solo quedaba una ambulancia a la espera, en lugar de siete, como hacia un rato.

Y habia empezado a llover. Una lluvia fina, brumosa y fria. A la manana siguiente, las manchas de sangre que habia en el pavimento en el exterior del instituto habrian palidecido; ese dia podia muy bien no haber existido.

– Este tiene algo interesante-dijo Guenther.

Patrick cerro la ventana para que no entrase la lluvia.

– ?Por que? ?Esta mas muerto que los demas?

– Bueno, algo si. Es la unica victima que ha recibido dos disparos. Uno en el vientre y el otro en la cabeza.- Guenther alzo la vista hacia el-. ?Cuantas armas llevaba encima el asaltante cuando lo detuviste?

– Una en la mano, otra aqui en el suelo, dos en la mochila.

– Nada que haga pensar en un plan de reserva, o algo por el estilo.

– Sobre este chico-dijo Patrick-, ?serias capaz de decir cual de las dos balas recibio primero?

– No. Con todo, habria argumentos para pensar que fue la del vientre…puesto que la que lo mato fue la de la cabeza.-Guenther se arrodillo junto al cadaver-. Puede que odiara a este chico mas que a ninguno.

La puerta del vestuario se abrio de sopeton, dando paso a un agente que venia de la calle, empapado por el repentino aguacero.

– ?Capitan?-dijo-. Acabamos de encontrar los utiles de fabricacion de una granada casera en el coche de Peter Houghton.

Cuando Josie era pequena, a Alex la asaltaba una pesadilla recurrente en la que ella estaba en un avion que caia a pique. Era capaz de sentir la aceleracion de la gravedad, la presion que le pegaba la espalda al respaldo; veia carteras, abrigos y maletines cayendo de los compartimentos superiores contra el suelo del pasillo. «Tengo que alcanzar el movil-pensaba Alex-, para dejarle a Josie al menos un mensaje en el contestador que pueda conservar para siempre, una prueba de que la queria y que he pensado en ella al llegar el final.» Pero a pesar de que Alex conseguia sacar el telefono del bolso y encenderlo, no le daba tiempo. Se estrellaba contra el suelo mientras el movil aun no tenia senal.

Se despertaba temblando y sudorosa, aun cuando en seguida descartaba la verosimilitud de aquel sueno: ella raras veces viajaba sin Josie, y desde luego no tomaba un avion para su trabajo. A continuacion apartaba las sabanas y se dirigia al cuarto de bano para refrescarse la cara, pero sin poder evitar pensar: «He llegado tarde».

Sentada en la silenciosa oscuridad de la habitacion de hospital en que su hija dormia bajo los efectos del sedante que le habia administrado el medico de guardia, Alex se sentia del mismo modo.

Habia conseguido enterarse de que Josie habia perdido el conocimiento durante el tiroteo. Tenia un corte en la frente, adornado con una tirita, y una conmocion cerebral leve. Los medicos querian que pasara alli la noche en observacion, para estar seguros.

Estar seguro tenia un sentido completamente nuevo a partir de ese dia.

Alex se habia enterado tambien, por las incesantes noticias de los medios de comunicacion, de los nombres de las victimas mortales. Una de las cuales era Matthew Royston.

«Matt».

?Y si Josie hubiera estado con su novio cuando le habian disparado a este?

Josie habia permanecido inconsciente durante todo el tiempo que Alex llevaba alli. Se la veia pequena y tranquila bajo las descoloridas sabanas de la habitacion; le habia deshecho el nudo del cuello de la bata de hospital. De vez en cuando movia la mano derecha con una leve contraccion. Alex la tomo entre las suyas. «Despierta-penso-. Dejame que vea que estas bien».

?Y si a Alex no se le hubiera estado haciendo tarde aquella manana? ?Podria haberse quedado sentada a la mesa de la cocina con Josie, hablando de las cosas de las que imaginaba que hablaban madres e hijas, pero para las que nunca parecia tener tiempo? ?Por que no habia observado con mas detenimiento a Josie mientras bajaba corriendo la escalera, y le habia dicho que se volviera a la cama a descansar un poco?

?Por que siguiendo un arrebato no se habia llevado a Josie a un viaje a Punta Cana, a San Diego o a las islas Fidji, a todos esos lugares con los que Alex se quedaba embobada al verlos en la pantalla de la computadora de su despacho, sonando con visitarlos?

?Por que no habria sido una madre lo bastante clarividente como para hacer que su hija se quedase en casa aquel dia?

Por supuesto, habia cientos de padres que habian cometido el mismo, comprensible, error que ella. Pero era flaco consuelo para Alex: ninguno de sus hijos era Josie. Ninguno de ellos, estaba segura, tenia tanto que perder como ella.

«Cuando todo esto haya acabado-se prometio Alex en silencio-, iremos a la selva tropical, o a las piramides, o a una playa con la arena blanca como la cal. Comeremos uva arrancada de la parra, nadaremos en compania de tortugas de mar, caminaremos kilometros sobre calles adoquinadas. Reiremos y hablaremos y nos haremos confidencias. Lo haremos».

Al mismo tiempo, una voz en el interior de su cabeza aplazaba la visita al paraiso. «Despues-le decia-. Porque antes en la sala de tu tribunal tendra que celebrarse el juicio».

Era verdad: un caso como aquel pasaria por procedimiento de urgencia a encabezar la lista de casos. Alex era la jueza del Tribunal Superior del condado de Grafton, y seguiria siendolo durante los proximos ocho meses. Aunque Josie hubiera estado presente en la escena del crimen, tecnicamente no era una victima del asaltante. Si Josie hubiera resultado herida, a Alex la habrian apartado del caso de forma automatica. Pero tal como habian sucedido las cosas, no habia conflicto legal en la designacion de Alex como jueza del caso, siempre que pudiera separar sus sentimientos personales como madre de una de las alumnas del instituto de sus decisiones profesionales como delegada de la justicia. Seria su primer gran juicio como jueza del Tribunal Superior, que marcaria la pauta del resto de su ejercicio en el estrado.

Aunque no pensaba precisamente en todo eso en aquellos momentos.

Josie se movio de pronto. Alex observo como la conciencia volvia a ella poco a poco, hasta alcanzar un nivel lo bastante elevado como para que Josie se despertase.

– ?Donde estoy?

Alex le paso a su hija los dedos por el pelo, como si la peinara.

– En el hospital.

– ?Por que?

Su mano se quedo rigida.

– ?No recuerdas nada de lo que ha pasado hoy?

– Matt vino a buscarme antes de clase-dijo Josie, y entonces se incorporo con brusquedad-. ?Hemos tenido un accidente de coche?

Alex dudaba, sin saber muy bien que debia decirle. ?No seria mejor que Josie no supiera la verdad, por el momento? ?Y si era el modo en que su mente la estaba protegiendo de lo que fuera que hubiera podido presenciar?

– Estas bien-dijo Alex con cautela-. No estas herida.

Josie se volvio hacia ella, aliviada.

– ?Y Matt?

Lewis habia ido a buscar a un abogado. Lacy se agarraba a aquello como a un clavo ardiendo, mientras se mecia hacia delante y hacia atras, sentada en la cama de Peter, y esperaba que su marido volviera a casa.

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