diferentes letras.

MIA, escribio.

Cuando esta vez la fiambrera choco contra el asfalto, se abrio por los goznes, y el coche que iba detras del autobus escolar aplasto el sandwich de atun y la bolsa de Doritos. El conductor del autobus no se dio cuenta, como de costumbre. A aquellas alturas, los de quinto curso habian adquirido tal pericia, que abrian y cerraban la ventanilla sin que a nadie le hubiera dado tiempo de gritarles que no lo hicieran. Peter notaba como se le llenaban los ojos de lagrimas mientras los demas chicos entrechocaban las palmas felicitandose. En su cabeza podia oir la voz de su madre: ?aquel era el momento en que el debia hacer valer sus derechos! Pero su madre no entendia que lo unico que conseguiria seria empeorar las cosas.

– Oh, Peter-suspiro Josie, mientras el volvia a sentarse junto a ella.

Bajo la vista, mirandose los guantes.

– Me parece que no podre ir a tu casa el viernes.

– ?Por que?

– Porque mi mama me dijo que me castigaria si volvia a perder la fiambrera.

– Pero eso es injusto-dijo Josie.

Peter se encogio de hombros.

– Bueno. Todo es injusto.

Nadie se quedo mas sorprendido que Alex cuando la gobernadora de New Hampshire selecciono una lista final de tres candidatos para el puesto de juez de tribunal de distrito en la que ella estaba incluida. Aunque era logico que Jeanne Shaheen, una gobernadora joven, mujer y del Partido Democrata, hubiera querido incluir en la lista a una abogada joven, mujer y democrata, cuando Alex fue a la entrevista, aun le duraba el estado de ebriedad en que la habia sumido la noticia.

La gobernadora era mas joven de lo que esperaba, y mas guapa. «Que es exactamente lo que la mayoria de la gente pensara de mi, si llego al estrado», se dijo. Se sento y metio las manos debajo de los muslos para evitar que le temblaran.

– Si la nombro a usted-le dijo la gobernadora-, ?hay algo que yo debiera saber?

– ?Se refiere a si guardo algun cadaver en el armario?

Shaheen asintio con la cabeza. Lo que de verdad contaba a la hora de una designacion gubernamental era si el nominado iba a dejar en buen o mal lugar al gobernador. Shaheen intentaba poner los puntos sobre las ies antes de tomar una decision oficial, y esto solo podia suscitar la admiracion por parte de Alex.

– ?Va a presentarse alguien en medio de la sesion constituyente del Consejo Ejecutivo para oponerse a su nominacion?-le pregunto la gobernadora.

– Depende. ?Piensa conceder alguna amnistia en la prision del Estado?

Shaheen se rio.

– Entiendo que ahi es donde han acabado sus desdichados clientes.

La gobernadora se puso en pie y estrecho la mano de Alex.

– Creo que vamos a entendernos, Alex-dijo.

Maine y New Hampshire eran los dos unicos Estados del pais que todavia contaban con un Consejo Ejecutivo, un comite que supervisaba directamente las decisiones del gobernador. Para Alex, eso significaba que en el mes que iba a transcurrir desde su nominacion a la sesion publica de su confirmacion en el cargo, tenia que hacer todo lo posible por apaciguar a cinco hombres republicanos para evitar que la pusieran en la picota.

Los visitaba semanalmente, les preguntaba si tenian alguna pregunta que necesitara de una respuesta por su parte. Habia tenido incluso que buscarse varios testigos para que declararan a su favor en la sesion de confirmacion. Despues de los anos pasados en la oficina de abogados del Estado, deberia haberse tratado de una tarea sencilla, pero el Consejo Ejecutivo no queria escuchar a abogados. Querian escuchar a la comunidad en la que Alex vivia y trabajaba, asi que esta tuvo que recurrir desde la maestra de primer curso hasta a un policia al que ella le caia simpatica a pesar de su complicidad con el Lado Oscuro. La parte mas dificil para Alex fue tener que aludir a todos sus favores anteriores para lograr que aquellas personas estuvieran dispuestas a testificar, pero tambien dejarles claro que, si era refrendada en su cargo como jueza, no iba a poder corresponderles con nada a cambio.

Y por fin llego el momento en que Alex tuvo que salir a la palestra. Tomo asiento en las oficinas del Consejo Ejecutivo, en la sede del gobierno del Estado, y lidiar con preguntas que iban desde: «?Cual ha sido el ultimo libro que ha leido?»; hasta: «?Quien carga con el peso de las pruebas en casos de abusos y negligencia?». La mayor parte de las preguntas eran academicas y de temas generales, hasta que le lanzaron una patata caliente.

– Senora Cormier, ?quien tiene derecho a juzgar a otra persona?

– Bueno-contesto-, eso depende de si se trata de juzgar en un sentido moral o en un sentido legal. Moralmente, nadie tiene derecho a juzgar a los demas. Pero legalmente, no se trata ya de un derecho…sino de una responsabilidad.

– Prosigamos; ?cual es su postura con respecto a las armas de fuego?

Alex dudo. Las armas de fuego no la entusiasmaban precisamente. A Josie no le dejaba ver nada en la television que mostrara violencia. Sabia lo que pasaba cuando pones un arma en manos de un chico con problemas, o de un marido furioso, o de una mujer maltratada…Habia defendido a este tipo de clientes demasiadas veces como para pasar por alto esa clase de reaccion catalitica.

Pero…

Estaba en New Hampshire, un estado conservador, delante de un grupo de republicanos a los que aterrorizaba que ella resultara ser una bomba incendiaria izquierdista. Tendria a su cargo comunidades en las que la caza era algo que la gente no solo adoraba, sino que necesitaba.

Alex dio un sorbo de agua.

– Legalmente-dijo-, estoy a favor de las armas de fuego.

– Es una locura-le decia Alex a Lacy, ambas de pie en la cocina de esta ultima-. Te metes en esas tiendas on- line de confeccion de togas, y las modelos parecen jugadores de futbol americano con pechos. Esa es la percepcion que tiene la gente de una mujer juez.-Se asomo al pasillo y grito hacia lo alto de la escalera-. ?Josie! ?Cuento hasta diez y nos vamos!

– ?Hay muchas opciones?

– Desde luego: negra o…negra.-Alex se cruzo de brazos-. Puede ser de algodon y poliester o solo de poliester. Con las mangas acampanadas o con las mangas recogidas. Todas horribles. Lo que a mi me gustaria de verdad seria algo entallado.

– Supongo que no hay muchos disenadores que se dediquen al derecho-dijo Lacy.

– No lo creo.-Se asomo de nuevo al pasillo-. ?Josie! ?Nos vamos ya!

Lacy dejo el pano de cocina con el que acababa de secar una sarten y siguio a Alex al recibidor.

– ?Peter! ?La madre de Josie tiene que irse a casa!-Al no recibir respuesta de los ninos, Lacy subio al piso de arriba-. Seguro que se han escondido.

Alex la siguio hasta la habitacion de Peter, donde Lacy abrio de golpe las puertas del armario y miro debajo de la cama. Luego buscaron en el bano, en la habitacion de Joey y en el dormitorio principal. Cuando volvieron a bajar a la planta baja oyeron voces procedentes del sotano.

– Como pesa-decia Josie.

Y Peter:

– Mira. Se agarra asi.

Alex bajo disparada los escalones de madera. El sotano de Lacy era una vieja bodega construida hacia cien anos, con suelo de tierra y telaranas que colgaban como adornos navidenos. Se dirigio hacia los cuchicheos que venian de un rincon, y alli, detras de un monton de cajas y de una estanteria llena de botes de mermelada casera, estaba Josie, con un rifle entre los brazos.

– ?Oh, Dios mio!-exclamo Alex casi sin aliento, ante lo cual Josie se dio la vuelta, apuntandola a ella con el canon.

Lacy agarro el arma y la aparto.

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