sola de ellas. Se habia agarrado a su esposa como si esta fuera una madera a la deriva en medio de la riada, hasta que habia advertido los ojos escrutadores de un vecino al otro lado de la calle, que les observaban desde detras de una cortina.

Por eso se habian ido al patio de atras. Se sentaron en el balancin del porche, rodeados por las ramas desnudas y la nieve que se derretia. Lewis permanecia en completa quietud, con los dedos y los labios insensibles por el frio y la conmocion.

– ?Crees que tenemos la culpa?-pregunto Lacy en un susurro.

El se quedo mirandola con fijeza, sorprendido por su valentia: acababa de expresar con palabras aquello que el ni siquiera se habia atrevido a pensar. Pero nada de lo que dijesen les serviria: los disparos habian sido reales, y su hijo era quien habia apretado el gatillo. No podian contradecir los hechos, como mucho podian observarlos desde un prisma diferente.

Lewis agacho la cabeza.

– No lo se.

?Por donde comenzar a revisar aquellas estadisticas? ?Habia sucedido porque Lacy habia tenido demasiado a Peter en brazos cuando era pequeno? ?O porque Lewis fingia reirse cuando Peter se caia, con la esperanza de que el pequeno que daba sus primeros pasos viera que caerse no tenia importancia? ?Tenian que haber vigilado mas de cerca lo que leia, lo que veia, lo que escuchaba? ?O con ello solo habrian conseguido asfixiarlo y abocarlo a un resultado similar? ?O quiza todo era culpa de la combinacion de Lacy y Lewis, del hecho de haberse unido ellos dos? Si los hijos de una pareja era lo que contaba a la hora de evaluar su historial, entonces ellos habian fracasado lamentablemente.

Dos veces.

Lacy se quedo mirando el intrincado enladrillado bajo sus pies. Lewis se acordo de cuando habia pavimentado aquel trozo del patio; de cuando habia nivelado la arena y colocado los ladrillos el mismo. Peter habia querido ayudarle, pero el no le habia dejado. Los ladrillos pesaban demasiado. «Podrias hacerte dano», le habia dicho.

Si Lewis no lo hubiera protegido tanto, si Peter hubiera experimentado dolor de verdad en si mismo, ?habria sido menos propenso a infligirlo a los demas?

– ?Como se llamaba la madre de Hitler?-pregunto Lacy.

Lewis la miro pestaneando.

– ?Como?

– ?Era mala?

Lewis rodeo a Lacy con el brazo.

– No te tortures-dijo en voz baja.

Ella hundio el rostro en el hombro de su marido.

– Los demas lo haran-dijo.

Por un breve instante, Lewis se permitio el pensamiento de creer que todo el mundo estaba en un error, que Peter no podia ser el autor de los disparos que acababan de producirse aquel mismo dia. En cierto sentido era verdad. Aunque hubiera cientos de testigos: el chico al que habian visto no era el mismo muchacho con el que Lewis habia hablado la noche anterior, al irse a la cama. Habian mantenido una conversacion acerca del coche de Peter.

Ya sabes que tienes que pasarle la inspeccion antes de final de mes-le habia dicho Lewis.

– Si, ya-le habia contestado Peter-. Ya me han dado hora.

?Le habia mentido tambien sobre eso?

– El abogado…

– Me ha dicho que nos llamara-repuso Lewis.

– ?Le has dicho que Peter es alergico al marisco? Si le dan algo que…

– Se lo he dicho-la tranquilizo Lewis, aunque no lo habia hecho. Se imagino a Peter solo en una celda de la carcel por delante de la cual pasaban todos los veranos, de camino hacia el parque de atracciones de Haverhill. Se acordo de cuando Peter llamaba la segunda noche que pasaba fuera de casa, durante las colonias, para suplicar que fueran a buscarlo. Penso en su hijo, que seguia siendo su hijo, aunque hubiera hecho algo tan horrible que Lewis no podia cerrar los ojos sin imaginar lo peor, y entonces sintio tal opresion en las costillas que no pudo respirar.

– ?Lewis?-exclamo Lacy, apartandose al notar que el jadeaba-. ?Estas bien?

El asintio con la cabeza, sonrio, pero se ahogaba al enfrentarse a la verdad.

– ?Senor Houghton?

Ambos levantaron la mirada y se encontraron con un agente de pie ante ellos.

– Senor, ?podria acompanarme un segundo?

Lacy se levanto con el, pero su marido le hizo un gesto para que esperara. No sabia adonde lo llevaba aquel policia, que era lo que estaba a punto de ver. No queria que Lacy lo viera si no habia necesidad.

Siguio al policia al interior de su propia casa, momentaneamente tomada por los agentes que, provistos de guantes de latex, registraban la cocina, el ropero. Nada mas llegar a la puerta que conducia al sotano, empezo a sudar. Sabia adonde se dirigian, era algo en lo que cuidadosamente habia evitado pensar desde que habia recibido la llamada de Lacy.

En el sotano habia otro agente esperando, que obstaculizaba la vista de Lewis. Alli abajo estaban a diez grados menos de temperatura, pero Lewis seguia sudando. Se seco la frente con la manga.

– Estos rifles-dijo el agente-, ?son de su propiedad?

Lewis trago saliva.

– Si. Suelo ir a cazar.

– Senor Houghton, ?puede decirnos si esta aqui todo su armamento?-Entonces el agente se hizo a un lado para dejarle ver el armero con la puerta de cristal.

Lewis sintio que le flaqueaban las rodillas. Tres de sus cinco rifles de caza estaban alli bien guardados, como las chicas feas del baile. Pero dos faltaban.

Hasta aquel momento, Lewis se habia permitido creer que aquello tan horroroso que habia sucedido con Peter era algo que escapaba a todo lo esperable y predecible; que su hijo se habia convertido en una persona que el no habria podido imaginar jamas. Hasta aquel momento, todo habia sido un tragico accidente.

Ahora, Lewis empezaba a culparse a si mismo.

Se volvio hacia el agente, mirandolo a los ojos sin revelar sus sentimientos. Una expresion, se dio cuenta, que habia aprendido de su propio hijo.

– No-dijo-. Aqui no esta todo.

La primera regla no escrita de la defensa legal es actuar como si se supiera todo, cuando en realidad no se sabe absolutamente nada. El abogado se encuentra cara a cara con un cliente al que no conoce, y que puede tener o no una remota posibilidad de salir absuelto; el truco consiste en permanecer tan impasible como firme. De inmediato hay que sentar los parametros de la relacion: «Aqui el jefe soy yo; tu dime solo lo que yo necesito escuchar».

Jordan se habia visto en una situacion como aquella cientos de veces, en una sala de visitas privadas de aquella misma prision dispuesto a escuchar lo que le contara su cliente, y estaba convencido de haberlo visto todo. Por eso se quedo pasmado al darse cuenta de que Peter Houghton lo habia sorprendido. Dada la magnitud de la matanza, el mal causado y las caras de terror que Jordan acababa de ver en la pantalla del televisor, aquel cuatro ojos, aquel muchacho flaco y pecoso, le parecio completamente incapaz de ser el responsable de una cosa como aquella.

Ese fue su primer pensamiento. El segundo fue: «Eso me favorecera en la defensa».

– Peter-dijo-, me llamo Jordan McAfee, y soy abogado. Tus padres me han contratado para que te represente.

Espero oir alguna respuesta. Nada.

– Sientate-prosiguio, pero el chico seguia de pie-. O no-anadio Jordan. Se coloco la mascara profesional y miro a Peter-. Manana te leeran el acta de acusacion. No tendras opcion a fianza. Intentare averiguar los cargos que se van a presentar contra ti por la manana, antes de que tengas que presentarte en el tribunal.-Le dio unos segundos a Peter para que asimilara la informacion-. A partir de ese momento, ya no estaras solo. Me tendras a

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