un sitio de paso, un refugio en el que se amontonaba ropa sucia, periodicos viejos y comida con fecha de caducidad mas que cumplida, donde ponia los pies apenas unas horas entre turno y turno en la oficina.

Se volvio hacia Josie.

– ?Como va la cabeza?

– Aun me duele-dijo ella en voz tan baja que Patrick tuvo que esforzarse para oirla.

Se volvio de nuevo hacia la jueza.

– ?Hay algun sitio donde podamos hablar con calma unos minutos?

Los acompano a la cocina, que era justo el tipo de cocina en la que Patrick pensaba a veces, cuando imaginaba donde deberia estar a aquellas alturas. Los armarios eran de madera de cerezo y por la ventana en saledizo la luz del sol entraba a raudales; encima del marmol habia una fuente con bananas. Se sento delante de Josie pensando que la jueza se sentaria en una silla al lado de su hija, pero para su sorpresa se quedo de pie.

– Si me necesita-dijo-, estoy en el piso de arriba.

Josie la miro con afliccion.

– ?Por que no te quedas?

Por un momento, Patrick vio brillar algo en los ojos de la jueza. ?Pena? ?Remordimiento? Pero se desvanecio antes de que pudiera definirlo.

– No puedo, ya lo sabes-dijo con dulzura.

Patrick no tenia hijos, pero estaba mas que seguro de que si una hija suya hubiera estado tan cerca de la muerte, le habria costado mucho dejarla sola. No sabia a ciencia cierta como era la relacion entre la madre y la hija, y se cuidaria mucho de entrometerse entre ellas.

– Estoy segura de que el detective Ducharme no te hara pasar un mal rato-dijo la jueza.

Aquello sono en parte a deseo, en parte a advertencia. Patrick le hizo un gesto afirmativo con la cabeza. Un buen policia estaba dispuesto a hacer lo que fuera con tal de proteger y servir, pero cuando era alguien al que se conocia el que sufria el robo, las amenazas o las heridas, lo que estaba en juego era otra cosa. Se hacian algunas llamadas telefonicas extra, se trastocaban las responsabilidades de modo que una de ellas tuviera la prioridad. Esta experiencia la habia vivido hacia unos anos de forma mucho mas intensa con su amiga Nina y el hijo de esta. No conocia a Josie Cormier personalmente, pero su madre estaba en el bando de quienes aplicaban la ley, en lo mas alto por cierto, y por eso mismo su hija requeria un tratamiento de lo mas delicado.

Vio a Alex subir al piso de arriba, y saco un bloc y un lapiz del bolsillo del abrigo.

– Bueno-dijo-. ?Como estas?

– Mire, no hace falta que finja que le importa.

– No estoy fingiendo-contesto Patrick.

– Ni siquiera entiendo por que ha venido. No creo que nada de lo que pueda decirle nadie sirva para que esos chicos esten menos muertos.

– Eso es verdad-convino Patrick-, pero para poder juzgar a Peter Houghton, antes tenemos que saber que es lo que paso exactamente. Y, por desgracia, yo no estaba alli.

– ?Por desgracia?

El policia bajo la mirada a la mesa.

– A veces pienso que es mas facil formar parte de los heridos que de los que no han podido hacer nada por evitarlo.

– Yo si estaba alli-dijo Josie, con un estremecimiento-. Y no pude evitar nada.

– Eh-dijo Patrick-, pero tu no tuviste la culpa.

Ella levanto la vista hacia el, como si deseara desesperadamente poder creer lo que le decia, pero Patrick sabia que estaba equivocado. ?Y quien era el para decirle lo contrario? Cada vez que este repasaba mentalmente su precipitada llegada al Instituto Sterling, trataba de imaginar que habria pasado si hubiera estado alli cuando llego el asaltante. Si hubiera podido desarmar al joven antes de que nadie resultara lastimado.

– No recuerdo nada de los disparos-dijo Josie.

– ?Recuerdas que estabas en el gimnasio?

Josie nego con la cabeza.

– ?Y cuando corrias hacia alli con Matt?

– No. Para empezar, no recuerdo ni siquiera cuando me levante y fui al instituto ese dia. Es como si tuviera un agujero en la cabeza.

Patrick sabia, por haber hablado con los psiquiatras que habian atendido a las victimas, que eso era perfectamente normal. La amnesia era una forma que tenia la mente de protegerse para no tener que revivir algo que podia destrozarlo a uno. En cierto modo, hubiera deseado ser tan afortunado como Josie, hacer que lo que habia visto se desvaneciera.

– ?Que puedes contarme acerca de Peter Houghton? ?Le conocias?

– Todo el mundo sabia quien era.

– ?Que quieres decir?

Josie se encogio de hombros.

– Destacaba.

– ?Porque era diferente de los demas?

Josie reflexiono unos instantes.

– Porque no intentaba encajar.

– ?Matthew Royston y tu salian juntos?

Los ojos de Josie se llenaron de inmediato de lagrimas.

– A el le gustaba que le llamaran Matt.

Patrick tomo un panuelo de papel y se lo paso a Josie.

– Siento mucho lo que le paso, Josie.

Ella agacho la cabeza.

– Yo tambien.

Espero a que la muchacha se secara los ojos y se sonara.

– ?Tienes idea de por que Peter podia sentir antipatia hacia Matt?

– La gente se reia de el-dijo Josie-. No era solo Matt.

«?Y tu?», penso Patrick. Habia visto el anuario que se habian llevado tras el registro de la habitacion de Peter, los circulos trazados en torno a algunos chicos que luego habian resultado ser victimas, y otros que no. Podia haber muchas razones para ello, desde el hecho de que Peter no hubiese tenido tiempo para mas, hasta la constatacion de que dar caza a treinta personas en un instituto de mil alumnos era mas dificil de lo que el mismo habia imaginado. Pero de todos los objetivos que Peter habia senalado en el anuario, solo la foto de Josie estaba tachada, como si hubiera cambiado de opinion. Su rostro era el unico bajo el cual habia escrito algo, en letras mayusculas: DEJAR QUE VIVA.

– ?Lo conocias personalmente? ?Coincidias con el en alguna clase o algo?

Ella alzo la vista.

– Habia trabajado con el.

– ?Donde?

– En la copisteria del centro.

– ?Se llevaban bien?

– A veces si-dijo Josie-. No siempre.

– ?Por que no?

– Una vez encendio fuego dentro de la tienda, y yo me enoje. Perdio el empleo por culpa de eso.

Patrick hizo una anotacion en la libreta. ?Por que Peter habia decidido perdonarle la vida, cuando tenia motivos para guardarle rencor?

– Antes de que sucediera eso-pregunto Patrick-, ?dirias que eran amigos?

Josie doblo el panuelo de papel que habia utilizado para secarse las lagrimas en forma de triangulo, y luego en otro mas pequeno, y en otro mas pequeno aun.

– No-dijo-. No eramos amigos.

La mujer que estaba junto a Lacy llevaba una camisa de franela a cuadros, apestaba a tabaco y le faltaba la

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