– Puede que fuera por una multa por exceso de velocidad.
– ?Y por que mas?
– No me acuerdo-dijo ella.
– ?No esta usted en libertad provisional?-le pregunto el fiscal.
– Ah-replico la mujer-, eso.
– ?Por que motivo esta en libertad condicional?
– No me acuerdo.-Miro al techo, frunciendo el entrecejo, como si reflexionara arduamente-. Empieza por F. F…F…F…?Falta! ?Eso es! ?Por una falta!
El fiscal suspiro.
– ?No fue por algo relacionado con un cheque?
Alex se miro el reloj, pensando que si aquella mujer se hubiera largado ya del estrado, podria ir a ver si Josie habia contestado a sus mensajes.
– ?No podria ser por falsificacion?-intervino-. Empieza por F.
– Y tambien fraude-senalo el fiscal.
La mujer miraba a Alex de forma inexpresiva.
– No me acuerdo.
– Se suspende la sesion durante una hora-anuncio Alex-. La sesion se reanudara a las once.
Tan pronto como cruzo la puerta que llevaba a su despacho, se despojo de la toga, que aquel dia le parecia que la sofocaba. Eso era algo nuevo para Alex, y no acababa de entenderlo, pues con ella puesta era como se habia sentido siempre comoda. La ley consistia en un conjunto de reglas que ella era capaz de comprender, un codigo de conducta por el cual a determinadas acciones les correspondian determinadas consecuencias. No podia decir lo mismo de su vida personal, en la cual un colegio que se suponia un lugar seguro se habia convertido en un matadero, y una hija salida de su propio seno se habia convertido en alguien a quien Alex ya no comprendia.
Bueno, para ser sincera, a la que nunca habia comprendido.
Frustrada, se levanto y se dirigio hacia las oficinas. Antes del comienzo de la sesion, habia llamado dos veces a Eleanor para preguntarle cosas triviales, con la esperanza de que, en lugar de escuchar: «Si, Su Senoria», su asistente bajara la guardia y le preguntara a Alex como estaba; o como estaba Josie. Que por un segundo hubiera una persona para la que dejara de ser jueza y fuera una madre mas a la que habian metido el miedo en el cuerpo.
– Necesito un cigarrillo-dijo Alex-. Voy abajo.
Eleanor levanto los ojos.
– Muy bien, Su Senoria.
«Alex-penso-. Alex, Alex, Alex».
Fuera, Alex se sento en el bloque de cemento de cerca de la zona de carga y descarga, y encendio un cigarrillo. Aspiro profundamente, cerrando los ojos.
– Eso acabara matandola, ?ya lo sabe?
– Tambien la vejez-replico Alex, y se volvio para encontrarse con Patrick Ducharme.
Este giro el rostro hacia el sol, entornando los ojos.
– Nunca hubiera dicho que un juez tuviera vicios.
– Quiza crea tambien que dormimos bajo el banquillo.
Patrick sonrio de medio lado.
– Bueno, no seria muy buena idea. Alli no hay sitio ni para un colchon.
Ella le ofrecio el paquete.
– Sirvase.
– Si quiere usted corromperme, hay maneras mas interesantes.
Alex sintio que se le encendia el rostro. No era posible que le hubiera dicho lo que acababa de oir. ?A una jueza?
– Si no fuma, ?por que sale?
– Por la fotosintesis. Estar todo el dia metido en los juzgados le cae fatal a mi feng shui.
– Las personas no tienen feng shui, solo los lugares.
– ?Lo ha comprobado usted?
Alex dudo unos instantes.
– Bueno, no.
– Ahi lo tiene.-Se volvio hacia ella y, por primera vez, Alex se fijo en que tenia un mechon blanco en el pelo, justo en el pico de viuda-. ?Que mira?
Alex aparto de inmediato la mirada.
– No pasa nada-dijo Patrick, riendo-. Es cosa del albinismo.
– ?Albinismo?
– Si. Ya sabe, piel muy palida, pelo blanco. Es recesivo, por eso yo solo tengo un mechon. Como un zorrino, por un gen no soy como un conejito blanco.-La miro, poniendose serio-. ?Como esta Josie?
Alex estuvo a punto de levantar un telon de acero entre ambos diciendole que no queria hablar de nada que pudiera comprometer su posicion en el caso. Pero Patrick Ducharme acababa de hacer justo lo que Alex tanto deseaba, tratarla como a una persona, y no solo como a un personaje publico.
– Hoy ha vuelto al colegio-le confio Alex.
– Ya lo se. La he visto.
– Ah, ?si…? ?Ha estado alli?
Patrick se encogio de hombros.
– Si. Por si acaso.
– ?Ha pasado algo?
– No-dijo el-. Era…como siempre.
Aquellas palabras quedaron como suspendidas en el aire. Nada volveria a ser ya como siempre, y ambos lo sabian. Podia remendarse lo que se habia roto, pero cuando era uno el que lo habia arreglado, siempre sabria de memoria donde estaba el remiendo.
– Eh-dijo Patrick, tocandola en el hombro-, ?esta usted bien?
Ella se dio cuenta, horrorizada, de que estaba llorando. Enjugan-dose los ojos, se desprendio de aquel contacto.
– No me pasa nada-respondio, desafiando a Patrick a contradecirla.
El abrio la boca como si fuera a decir algo, pero la cerro de golpe.
– La dejo con sus vicios, entonces-dijo, y se volvio adentro.
Hasta que Alex volvio a sus dependencias no se dio cuenta de que el detective habia dicho «vicio» en plural. En efecto, no solo la habia sorprendido fumando, sino tambien mintiendo.
Habia nuevas reglas. Todas las puertas, a excepcion de la entrada principal, se cerrarian con llave despues del inicio de la jornada escolar; aunque siempre cabia la posibilidad de que el asesino estuviera ya dentro, un alumno de la propia escuela con armas. No se permitia la entrada a las aulas con mochilas; aunque alguien siempre podia introducir una pistola oculta en el abrigo, o en un bolso, o incluso dentro de una carpeta de anillas. Todos, alumnos y miembros del personal, llevarian colgadas del cuello tarjetas identificativas. Esto debia servir para hacer que todo el mundo se responsabilizara, pero Josie no pudo dejar de preguntarse si para lo unico que serviria seria para que, la proxima vez, fuera mas facil decir a quien habian matado.
El director hablo a todos por el altavoz a la hora de la entrada en las aulas y les dio la bienvenida de nuevo al Instituto Sterling, aunque aquel no fuera el Instituto Sterling. Propuso un minuto de silencio.
Mientras los demas chicos agachaban la cabeza, Josie miro a su alrededor. No era la unica que no estaba rezando. Algunos se pasaban apuntes. Un par de ellos escuchaban sus iPods. Habia un chico que copiaba algo de la libreta de un companero.
Josie se preguntaba si tambien ellos tenian miedo de recordar a los muertos, porque eso les hacia sentirse mas culpables.
Josie se movio y se dio un golpe en la rodilla contra el pupitre. Las sillas y los pupitres que habian devuelto a su improvisada escuela eran para ninos pequenos, no para refugiados del instituto. En consecuencia, en ellos no