Por error, le dio a otro boton del navegador y fue a parar a una pagina del periodico Boston Globe. En la pantalla aparecio informacion electoral, sobre la pugna entre la titular de la plaza de fiscal del distrito y su oponente: el decano de la facultad de derecho de Harvard, un hombre llamado Logan Rourke.

Josie sintio como si se le encogiera el estomago. No podia haber mas de un hombre con ese nombre y apellido. ?O si? Entorno los ojos, acercandose a la pantalla, pero la fotografia era granulosa, y el sol reflejaba.

– Pero ?que haces?-le susurro Courtney.

Josie sacudio la cabeza y cerro la tapa del portatil, como si asi pudiera guardar su secreto.

Nunca lo hacia en uno de los urinarios. Aunque tuviera muchas ganas de orinar, a Peter no le gustaba ponerse de pie junto a algun giganton de algun curso superior que pudiera hacer algun comentario acerca de, bueno, del hecho de que el fuera un canijo de noveno, en particular por lo que se referia a sus partes bajas. Preferia meterse en un retrete y cerrar la puerta para poder tener intimidad.

Le gustaba leer lo que habia escrito en las paredes. En uno de los retretes habia una retahila de chistes breves. En otro aparecian nombres de chicas que supuestamente hacian mamadas. Habia una inscripcion hacia la que Peter se daba cuenta de que los ojos se le iban repetidamente: TREY WILKINS ES MARICON. No conocia a Trey Wilkins, ni creia que fuera ya alumno del Instituto Sterling, pero Peter se preguntaba si Trey habia entrado en aquellos banos y habia utilizado aquellos mismos inodoros para orinar.

Peter habia salido de la clase de ingles en mitad de una prueba sorpresa de gramatica. Sinceramente, no creia que en la gran trama de la vida importara mucho si un adjetivo modificaba o no un sustantivo o un verbo, o si desaparecia de la faz de la tierra, que era lo que de verdad esperaba que sucediera antes de volver a clase. Ya habia hecho lo que tenia que hacer en el bano; ahora simplemente estaba dejando pasar el tiempo. Si suspendia aquel examen, seria el segundo seguido. No era el enojo de sus padres lo que preocupaba a Peter, sino la forma en que lo mirarian, defraudados por que no se pareciese mas a Joey.

Oyo que se abria la puerta del bano, y el bullicio propio de los pasillos que traian consigo los dos chicos que entraron. Peter se agacho, mirando por debajo de la puerta de su cabina. Unas Nike.

– Estoy sudando como un cerdo-dijo una voz.

El segundo chico se rio.

– Eso te pasa por culo-gordo.

– Si, ya. Podria darte una paliza en la pista de baloncesto con una mano atada a la espalda.

Peter oyo el agua que corria de un grifo abierto, y un chapoteo.

– ?Eh, que me mojas!

– ?Aaah, mucho mejor!-dijo la primera voz-. Asi al menos ya no estoy mojado porque sude. Eh, mirame el pelo, parezco Alfalfa.

– ?Quien?

– ?No sabes, o que? El tipo de la serie «Little Rascals», el que lleva una cola atada a la nuca.

– No se, pero en serio, pareces marica total…

– Ya te digo…-Mas risas-. Pero a que si me parezco un poco a Peter.

En cuanto oyo su nombre, a Peter le dio un vuelco el corazon. Abrio el pestillo de la puerta del retrete y salio. Delante de los lavatorios habia un jugador del equipo de futbol al que conocia solo de vista, junto con su propio hermano. Joey llevaba el pelo empapado, goteando, y se lo habia levantado por la parte de atras, como lo llevaba a veces Peter, por mucho que hubiera intentado aplastarselo con el gel para el pelo de su madre.

Joey le lanzo una mirada.

– Pierdete, pendejo-le ordeno, y Peter salio a toda prisa del servicio, preguntandose si era posible perderse cuando uno no se habia encontrado en toda tu vida.

Los dos hombres que comparecian delante de Alex compartian un duplex, pero se odiaban mutuamente. Arliss Undergroot era un instalador de pladur con los brazos tatuados de arriba abajo, la cabeza rapada y el suficiente numero de piercings en la cara como para hacer saltar los detectores de metales del tribunal. Rodney Eakes era un cajero de banco vegetariano estricto que poseia una coleccion premiada de grabaciones originales de espectaculos de Broadway. Arliss vivia en el piso de abajo; Rodney, en el de arriba. Unos meses atras, Rodney habia comprado una bala de heno que pensaba utilizar para recubrir su jardin organico, pero no llego a cumplir su proposito, dejando todo este tiempo la bala de heno en el porche de Arliss. Este le pidio a Rodney que quitase el heno de alli pero Rodney le dio largas. Asi que, una noche, Arliss y su novia cortaron el cordon del embalaje y esparcieron el heno por el cesped.

Rodney llamo a la policia, que arresto a Arliss por mala conducta criminal, una forma legal de decir: por destruir una bala de paja.

– Expliqueme por que los contribuyentes de New Hampshire tienen que pagar con su dinero las costas de un juicio por un caso como este-pidio Alex.

El fiscal se encogio de hombros.

– A mi se me ha pedido que siga adelante con el procedimiento-dijo, aunque poniendo los ojos en blanco.

Ya habia demostrado que Arliss habia agarrado la bala de heno y la habia esparcido por el cesped: el hecho estaba probado, pero la imposicion de una condena le acarrearia a Arliss tener antecedentes penales para el resto de su vida.

Puede que hubiera sido un mal vecino, pero tampoco merecia eso.

Alex se volvio hacia el fiscal.

– ?Cual fue el precio que pago la victima por esa bala de heno?

– Cuatro dolares, Su Senoria.

Entonces se encaro con el demandado.

– ?Lleva encima cuatro dolares?

Arliss asintio con la cabeza.

– Bien. El caso se archivara sin fallo en el momento en que se indemnice a la victima. Saque cuatro dolares de la cartera y entregueselos a ese agente de policia, que a su vez se los dara al senor Eakes, en el fondo de la sala.-Lanzo una mirada a su escribiente-. Haremos un receso de quince minutos.

Una vez en su despacho, Alex se despojo de la toga y tomo una caja de cigarrillos. Bajo por la escalera de atras hasta el piso inferior del edificio y encendio un cigarrillo, aspirando profundamente. Habia dias en que se sentia muy orgullosa de su trabajo, y otros, en cambio, como aquel, en que se preguntaba por que se molestaba siquiera.

Encontro a Liz, la encargada de mantenimiento, pasando el rastrillo por el cesped de entrada de los juzgados.

– Te invito a un cigarrillo-dijo Alex.

– ?Cual es el problema?

– ?Como sabes que hay algun problema?

– Porque hace anos que trabajas aqui, y nunca antes me habias invitado a un cigarrillo.

Alex se apoyo contra un arbol, mientras observaba las hojas, brillantes como joyas, atrapadas entre los dientes del rastrillo de Liz.

– Es que acabo de malgastar tres horas en un caso que jamas deberia haber llegado a la sala de un tribunal. Tengo un dolor de cabeza terrible. Y ademas, se ha acabado el papel higienico del bano de mi despacho y he tenido que llamar a la escribiente para que fuera a buscarme un rollo al servicio de mantenimiento.

Liz alzo la vista hacia la copa del arbol, mientras una rafaga de viento enviaba un nuevo monton de hojas sobre la hierba por la que acababa de pasar el rastrillo.

– Alex-dijo-. ?Puedo hacerte una pregunta?

– Claro.

– ?Cuando fue la ultima vez que te echaron un polvo?

Alex se volvio, boquiabierta.

– ?Y eso que tiene que ver con…?

– La mayor parte de la gente, cuando esta en el trabajo se pasa el dia pensando en el tiempo que les falta

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