– Apuesto a que te gustaria-se mofo Matt.

Para entonces se habia congregado ya una multitud. Josie miro con frenesi a su alrededor, buscando un profesor, pero ya habian acabado las clases y no habia ninguno a la vista.

– ?Basta!-grito, viendo como Peter lograba zafarse pero Matt lo agarraba de nuevo-. ?Matt, basta ya!

Este se disponia a asestarle un nuevo punetazo, pero al oirla se levanto, dejando a Peter acurrucado de costado en el suelo, en posicion fetal.

– Tienes razon, ?para que perder el tiempo?-dijo Matt, y dio unos pasos esperando a que Josie llegara a su lado.

Se encaminaron hacia el coche de Matt. Josie sabia que darian un rodeo para pasar por el centro a tomar un cafe antes de volver a casa. Una vez alli, Josie se concentraria en los deberes hasta que le fuera imposible ignorar las caricias de Matt en sus hombros o sus besos en el cuello, y luego retozarian hasta que oyeran el coche de su madre entrando en el garaje.

Matt, presa todavia de una ira desatada, caminaba con los punos cerrados a ambos lados del cuerpo. Josie le agarro uno, le desplego la mano y entrelazo sus dedos con los de el.

– ?Puedo decir algo sin que te pongas furioso?-pregunto.

Josie sabia que era una pregunta retorica: Matt ya estaba furioso. Era la otra cara de la pasion que la hacia sentir como si por su interior pasara una corriente electrica, solo que dirigida, con carga negativa, hacia alguien mas debil.

Al ver que el no contestaba, Josie siguio adelante.

– No entiendo por que tienes que meterte con Peter Houghton.

– Ha sido el marica el que ha empezado-arguyo Matt-. Tu misma has oido lo que ha dicho.

– Bueno, si-dijo Josie-. Despues de que tu le tiraras escaleras abajo.

Matt dejo de caminar.

– ?Desde cuando eres su angel de la guarda?

Le clavaba los ojos, con una mirada que la atravesaba hasta lo mas vivo. Josie se estremecio.

– No lo soy-se apresuro a decir, respirando hondo-. Es que…no me gusta tu manera de tratar a los que no son como nosotros, ?entiendes? Solo porque no te gusten los fracasados no significa que tengas que torturarlos, ?no?

– Pues si-dijo Matt-. Porque sin ellos, no podriamos ser nosotros.-Entorno los ojos-. Tu deberias saber eso mejor que nadie.

Josie sentia crecer en su interior una confusion que la paralizaba. No sabia si Matt le estaba sacando a relucir el tonto grafico de la clase de matematicas de Peter, o peor aun, su historial como amiga de Peter en los primeros cursos…Pero tampoco tenia ningunas ganas de averiguarlo. A fin de cuentas, aquel era el mayor de sus temores: que la gente guapa que estaba dentro del circulo descubriera que ella estaba fuera, que siempre lo habia estado.

No pensaba hablar con el senor Cargrew de Peter. Ni siquiera lo miraria, si el volvia a intentar acercarsele. Y tampoco iba a seguir mintiendose a si misma, fingiendo ser mejor que Matt cuando este se burlara de Peter o lo golpease. Cada cual hacia lo que tenia que hacer, que era cimentar su puesto en la jerarquia. Y la mejor forma de estar arriba era pasando por encima de otro para alcanzar ese lugar.

– Bueno-dijo Matt-, ?vienes conmigo o no?

Ella se pregunto si Peter estaria todavia llorando. Si tendria la nariz rota. Si eso seria lo peor.

– Si-dijo Josie, y siguio a Matt sin volver la vista atras.

Lincoln, Massachusetts, era un suburbio de Boston que habia sido tierra de labranza en tiempos pasados y que ahora era una mezcolanza de enormes casonas con unos precios ridiculamente altos. Josie miraba por la ventanilla ese escenario de lo que podria haber sido el ambiente en el que se criara si las circunstancias hubieran sido otras: las paredes de piedra que serpenteaban entre las diferentes propiedades; las placas con la inscripcion de «Propiedad Historica» que ostentaban unas casas que debian de tener casi doscientos anos; el pequeno puesto de helados que olia a leche fresca. Se preguntaba si Logan Rourke le propondria dar un paseo y tomarse un helado. A lo mejor se iba directo al mostrador y pedia un helado de nueces sin necesidad de preguntarle a ella cual era su favorito; a lo mejor un padre era capaz de adivinar una cosa asi por instinto.

Matt conducia con desgana, con la muneca apoyada en el borde del volante. Nada mas cumplir los dieciseis anos se habia sacado el carnet de conducir y estaba siempre listo y dispuesto para ir a donde fuera, a buscar un litro de leche por encargo de su madre, a dejar la ropa en la tintoreria, a acompanar a Josie a casa despues del colegio. Para el, lo importante no era el destino, sino el viaje mismo, razon por la cual Josie le habia pedido que la llevara a ver a su padre.

Ademas, tampoco es que ella tuviera muchas alternativas. No podia pedirselo a su madre, dado que esta ni siquiera sabia que Josie hubiera estado buscando el paradero de Logan Rourke. Seguramente podria haberse informado de algun autobus que fuera a Boston, pero encontrar una casa en los suburbios no era tan facil. Asi que al final se habia decidido contarle a Matt toda la verdad: que no conocia a su padre y que habia dado con su nombre en un periodico, porque optaba a un cargo publico.

El camino de entrada a la casa de Logan Rourke no era tan grandioso como algunos de los otros por delante de los cuales habian pasado, pero era impecable. El cesped estaba igualado a dos centimetros del suelo; un ramillete de flores silvestres estiraban el cuello alrededor de la base de hierro del buzon. De la rama de un arbol colgaba el numero de la casa: el 59.

Josie sintio que se le erizaba el vello. Cuando el ano anterior habia formado parte del equipo de hockey sobre hierba, aquel habia sido el numero de su camiseta.

Aquello era una senal.

Matt torcio por el camino de entrada. Habia dos vehiculos, un Lexus y un jeep, y tambien un camion de bomberos de nino pequeno, de esos para subirse. Josie no podia apartar los ojos de el. Sin saber por que, no habia imaginado que Logan Rourke pudiera tener otros hijos.

– ?Quieres que entre contigo?-le pregunto Matt.

Josie nego con la cabeza.

– Estoy bien.

Mientras se acercaba a la puerta principal, la asaltaron las dudas acerca de lo que habia ido a hacer alli. No podias presentarte asi como asi delante de un tipo que era un personaje publico. Seguro que habria por alli un agente del Servicio Secreto, o algo por el estilo; un perro de presa.

Como si lo hubiera invocado, se oyo un ladrido. Josie se volvio en direccion a el y se encontro con un diminuto cachorro de Yorkshire con un lazo rosa en la cabeza, que fue directo hacia sus pies.

Se abrio la puerta principal.

– Tinkerbell, deja al cartero en…-Logan Rourke se interrumpio al advertir la presencia de Josie-. Tu no eres el cartero.

Era mas alto de lo que ella habia imaginado, y tenia el mismo aspecto que en el Boston Globe…el pelo blanco, la nariz aguilena, el porte estirado. Pero los ojos eran del mismo color que los suyos, tan electricos que Josie no podia apartar la mirada. Se pregunto si habian sido tambien la perdicion de su madre.

– Tu eres la hija de Alex-dijo.

– Bueno-replico Josie-. Y la suya.

A traves de la puerta abierta, Josie oyo los chillidos de un nino aun medio dormido y encantado de que lo persiguieran. Y tambien la voz de una mujer:

– Logan, ?quien es?

El echo la mano atras y cerro la puerta para que Josie no pudiera seguir asomandose a su vida. Parecia terriblemente incomodo, aunque, para hacerle justicia, Josie penso que debia de ser un poco chocante verse delante de la hija a la que habias abandonado antes de que naciera.

– ?Que haces aqui?

?No era evidente?

– Queria conocerle. Pense que quiza usted tambien querria conocerme a mi.

El respiro hondo.

– La verdad es que no es un buen momento.

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