– Yo no quiero irme-dijo-. Lo estoy pasando bien.

– Oh-oh-dijo Drew.

Desde que habian empezado a salir, Matt pasaba mas tiempo con Josie que con sus amigos. Y aunque le habia dicho que preferia tontear con ella a estar rodeado de tontos, Josie sabia que para el seguia siendo importante contar con el respeto de Drew y John. Pero eso no queria decir que tuviera que tratarla como a una esclava, ?no?

– He dicho que nos vamos-insistio Matt.

Josie levanto la mirada hacia el.

– Y yo digo que no. ?Por que tengo que irme ahora corriendo?

Matt sonrio a sus amigos, con engreimiento.

– Pero si tu no sabias lo que era correrse antes de salir conmigo-dijo.

Drew y John soltaron una carcajada, mientras Josie notaba como se ruborizaba de verguenza. Se puso de pie desviando la mirada, y subio a toda prisa la escalera del sotano.

En el vestibulo de la casa de Maddie recogio su abrigo, sin volverse siquiera al oir pasos tras ella.

– Yo lo estaba pasando bien…

Se interrumpio lanzando un pequeno grito cuando Matt la agarro con fuerza del brazo y la hizo darse la vuelta, sujetandola contra la pared por los hombros.

– Me haces dano…

– Ni se te ocurra volver a hacerme esto.

– Eres tu el que…

– Me has hecho quedar como un idiota-dijo Matt-. Te he dicho que era hora de irnos.

Le estaba dejando marcas alli donde la agarraba, como si ella fuera un lienzo y el estuviera dispuesto a dejar su firma. Hasta que al final se sintio flojear bajo sus manos, como si el instinto la llevara a rendirse.

– Yo…lo siento-dijo en un susurro.

Aquellas palabras funcionaron como un codigo de acceso, y Matt relajo el apreton.

– Jo-suspiro, apoyando su frente contra la de ella-. No me gusta compartirte. No puedes culparme por ello.

Josie nego con la cabeza, pero aun no habia recuperado la suficiente confianza en si misma como para hablar.

– Es por lo mucho que te quiero.

Ella pestaneo.

– ?En serio?

El aun no le habia dicho nunca aquellas palabras, ni ella tampoco, aunque habia estado a punto; pero temia que si el no le respondia lo mismo, se evaporaria en el aire de pura humillacion. Y ahora resultaba que era Matt el que le decia que la queria, primero.

– ?Es que no se nota?-dijo el, y le tomo la mano. Se la llevo a los labios y le beso los nudillos con tal suavidad, que Josie casi olvido lo que acababa de pasar, y lo que los habia llevado a aquella situacion.

– Kentucky Fried People-dijo Peter, dandole vueltas a la idea de Derek mientras se sentaban junto a la linea de banda en la clase de gimnasia y se formaban los equipos para el partido de baloncesto-. No se…?no parece un poco demasiado…?

– ?Explicito?-dijo Derek-. ?Desde cuando te preocupa lo politicamente correcto? Mira, imaginate que llegas hasta el aula de bellas artes con los puntos suficientes como para poder usar el horno como arma.

Derek habia estado probando el nuevo videojuego de Peter, senalando las cosas que podian mejorarse y los fallos de diseno. Sabian que aun podian hablar un buen rato, porque estaban destinados a ser los ultimos elegidos para formar equipo.

Spears, el preparador de educacion fisica, habia designado a Drew Girard y Matt Royston como capitanes, lo cual no era ninguna sorpresa, pues aunque novatos en el instituto, ya eran deportistas de elite.

– Eh, metanle ganas, chicos-les espoleaba el preparador-. Que sus capitanes vean que se mueren de ganas por jugar. Haganles creer que van a ser el nuevo Michael Jordan.

Drew senalo a un chico de la parte de atras del grupo.

– Noah.

Matt hizo un gesto con la cabeza hacia el muchacho que estaba sentado junto a el.

– Charlie.

Peter se volvio hacia Derek.

– Dicen que, aunque este retirado, Michael Jordan gana cuarenta millones de dolares al ano en bonificaciones.

– Eso son casi ciento diez mil dolares al dia por no trabajar-calculo Derek.

– Ash-llamo Drew.

– Robbie-dijo Matt.

Peter se inclino, acercandose mas a Derek.

– Si fuera al cine, la entrada le costaria siete pavos, pero ganaria mas de nueve mil mientras veia la pelicula.

Derek sonrio.

– Si se pone a cocer un huevo duro y lo hierve durante cinco minutos, gana trescientos ochenta dolares.

– Stu.

– Freddie.

– El Nino.

– Walt.

Al final solo quedaban tres chicos a elegir para los dos equipos: Derek, Peter y Royce, que tenia problemas de agresividad y venia con tutor incluido.

– Royce-escogio Matt.

– Gana cuatro mil quinientos sesenta dolares mas que si trabajara en un McDonald’s-anadio Derek.

Drew examino a Peter y Derek.

– Mientras ve la reposicion de un capitulo de Friends, gana dos mil doscientos ochenta y tres dolares-dijo Peter.

– Si quisiera ahorrar para comprarse un Maserati, tardaria vein-tiuna horas-prosiguio Derek-. Vaya, como me gustaria saber jugar al baloncesto.

– Derek-se decidio Drew.

Derek se levanto lentamente.

– Si-dijo Peter-, pero aunque ahorrara el cien por cien de sus ingresos durante los proximos cuatrocientos cincuenta anos, Michael Jordan no llegaria a lo que tiene Bill Gates en este mismo segundo.

– Esta bien-dijo Matt-, me quedo con el marica.

Peter fue, arrastrando los pies, hasta la cola del equipo de Matt.

– Esto se te debe dar bien, ?no, Peter?-le dijo Matt, en voz lo bastante alta para que todos lo oyeran-. No tienes mas que no apartar las manos de las pelotas.

Peter se apoyo contra una colchoneta que alguien habia colgado de la pared, como si se tratara de la habitacion de un manicomio, con las paredes protegidas con cosas mullidas en prevision de que alli pudieran desatarse todas las iras del infierno.

A el le habria gustado estar tan seguro de quien era como todo el mundo parecia estarlo.

– Esta bien-dijo el entrenador Spears-, ?empecemos!

La primera tormenta de nieve de la temporada llego antes del Dia de Accion de Gracias. Se desencadeno pasada la medianoche, con el viento sacudiendo el viejo esqueleto de la casa y el granizo tamborileando contra las ventanas. Se fue la luz, pero Alex ya habia imaginado que podia pasar. Se desperto sobresaltada, en mitad del absoluto silencio que siguio a la perdida de energia electrica, y busco a tientas la linterna que habia dejado preparada junto a la cama.

Tambien tenia velas. Alex encendio dos de ellas y observo su propia sombra, extensa como la vida misma, deslizandose a lo largo de la pared. Se acordo de noches como aquella, cuando Josie era pequena, en que se

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