– No lo se.
– No puedo imaginar por que querrias algo asi, despues de…
– Era su amiga-la corto Josie.
– Fueron amigos hace anos-contesto Alex.
Entonces entendio por que su hija, que aparentemente estaba aterrorizada por la posible salida de Peter de la carcel, podia querer, aun asi, comunicarse con el tras la condena: remordimiento. Quiza Josie pensara que algo que ella hubiese hecho-o dejado de hacer-podria haber llevado a Peter al punto de empezar a disparar a discrecion en el Instituto Sterling.
Si Alex no entendia el concepto de una conciencia culpable, ?quien lo haria?
– Carino, hay gente que se ocupa de Peter, gente cuyo trabajo es ocuparse de el. No tienes que ser tu quien lo haga-dijo Alex con media sonrisa-. Tu tienes que ocuparte de ti, ?de acuerdo?
Josie aparto la mirada.
– Tengo un examen en la proxima clase-dijo-. ?Volvemos a la escuela?
Alex condujo en silencio, porque ya era demasiado tarde para alterar lo dicho, para decirle a su hija que tambien habia alguien que se ocupaba de ella, que Josie no estaba sola en todo aquello.
A las dos de la madrugada, despues de cinco horas acunando en sus brazos a su hijo enfermo que no paraba de llorar, Jordan se volvio hacia Selena.
– Recuerdamelo, ?por que hemos tenido un hijo?
Selena estaba sentada a la mesa de la cocina-bueno, no, en realidad estaba recostada sobre ella-, con la cabeza apoyada en los brazos cruzados.
– Porque querias una afinada copia genetica de mi linea sanguinea.
– Francamente, creo que esto es alguna mierda viral.
De pronto, Selena se incorporo.
– Eh-susurro-. Se ha dormido.
– Gracias a Dios. Quitamelo de encima.
– Que piensas de eso. No ha estado asi de tranquilo en todo el dia.
Jordan la miro con el cejo fruncido y se hundio en la silla que habia frente a ella, con su hijo todavia en los brazos.
– Y no es el unico.
– ?Estamos hablando de tu caso otra vez? Porque, para serte franca, Jordan, estoy tan cansada que necesito pistas para orientarme…
– Es que no consigo imaginar por que no se ha recusado a si misma. Cuando la acusacion menciono a su hija, Cormier la descarto…y lo mas importante es que Leven hizo lo mismo.
Selena bostezo y se puso en pie.
– A caballo regalado no le mires el dentado, carino. Cormier va a ser para ti mejor juez que Wagner.
– Pero algo me esta dando mala espina en todo esto.
Selena le dedico una sonrisa indulgente.
– Te irrita el panal, ?eh?
– Que su hija no recuerde nada ahora no quiere decir que no vaya a hacerlo. ?Y como va a permanecer imparcial Cormier, sabiendo que mi cliente disparo al novio de su hija mientras esta estaba alli mirando?
– Bueno, podrias presentar una mocion para sacarla del caso-dijo Selena-. O puedes esperar a que Diana lo haga en tu lugar.
Jordan se la quedo mirando.
– Yo en tu lugar mantendria la boca cerrada-le aconsejo ella.
El extendio el brazo para agarrarle el cinturon de la bata y acercarla.
– ?Cuando he mantenido la boca cerrada?-le pregunto.
Selena rio.
– Siempre hay una primera vez-le dijo.
Cada seccion de maxima seguridad tenia cuatro celdas, de uno ochenta por dos cuarenta metros. En la celda habia una litera y un lavatorio, Peter habia tardado tres dias en cagar, ya que los oficiales del correccional pasaban por delante, pero-y esta era la senal de que se estaba acostumbrando a estar alli-ya era capaz de controlarlo e impedir que se le agarrotasen los intestinos.
En un extremo del pasillo de la seccion habia un televisor pequeno. Dado que frente a este solo habia espacio para una silla, el interno que llevaba mas tiempo alli era el que se sentaba. Los demas se quedaban detras de el, como vagabundos en la cola para recibir sopa, mirando. No habia muchos programas acerca de los cuales los presos se pusieran de acuerdo. Lo comun era la MTV, aunque siempre terminaban con Jerry Springer. Peter se imaginaba que era porque, aunque la propia vida estuviese muy jodida, gustaba ver que habia gente aun mas estupida.
Si alguno de ellos hacia algo mal, no exactamente Peter, sino por ejemplo un capullo como Satan Jones-cuyo nombre real no era Satan, sino Gaylord, aunque si lo mencionabas ni que fuera en susurros se te lanzaba a la yugular-, que habia dibujado una caricatura de dos de los oficiales bailando la danza horizontal en la pared de su celda, todos perdian el privilegio de la television durante una semana. Lo que dejaba el otro extremo del pasillo para pasear, donde habia una ducha con una cortina de plastico y el telefono, desde el cual se podia llamar por un dolar el minuto, y cada pocos segundos se oia «Esta llamada es desde el Correccional del Condado de Grafton», por si se te habia olvidado.
Peter estaba haciendo abdominales, cosa que odiaba. En realidad, odiaba cualquier forma de ejercicio, pero las alternativas eran abandonarse y reblandecerse tanto que cualquiera pensase que podia meterse contigo, o salir afuera durante la hora al aire libre. Fue un par de veces, no a jugar a baloncesto, ni a correr, ni a hacer intercambios clandestinos cerca de la valla para conseguir drogas o cigarros introducidos en el correccional, sino solo para estar fuera y respirar aire que no hubiesen respirado los otros presos del lugar. Desafortunadamente, desde el patio se veia el rio. Parecia una ventaja, pero de hecho era la peor tomadura de pelo. A veces, el viento soplaba de tal manera que Peter lo olia, la tierra de la orilla y el agua fria, y lo destrozaba saber que no podia ir alli, sacarse los zapatos y los calcetines, meterse en el agua, nadar y ahogarse si le daba la gana. Despues, dejo de salir.
Peter termino sus cien abdominales-lo ironico era que, despues de un mes, estaba tan fuerte que probablemente podria patear al mismo tiempo los culos de Matt Royston y Drew Girard-, y se sento en su litera con el formulario de peticiones. Una vez a la semana, podias comprar cosas como elixir bucal y papel, a precios absurdamente hinchados. Peter recordo haber ido a St. John un ano con su familia. En el supermercado, los cereales costaban algo asi como diez dolares, porque eran un lujo. Alli, el champu no era de lujo, pero en la carcel estabas a merced de la administracion, lo que queria decir que te podian pedir tres dolares con veinticinco centavos por una botella o dieciseis dolares por un ventilador. Tu otra alternativa era esperar que un preso que se fuese a la prision estatal te dejase sus pertenencias, pero a Peter eso le parecia propio de un buitre.
– Houghton-dijo un oficial del correccional de botas pesadas que resonaban en el suelo de metal del pasillo-, tienes correo.
Dos sobres se deslizaron a toda velocidad bajo la litera de Peter. Los agarro, rascando con las unas el suelo de cemento. La primera carta, que el casi daba por supuesta, era de su madre. Peter recibia correo de su madre al menos tres o cuatro veces por semana. Las cartas solian tratar de estupideces como editoriales en el periodico local o lo bien que estaban sus plantas. Por un momento habia pensado que ella quiza le escribia en codigo algo que el necesitaba saber, algo trascendente e inspirador, pero luego comenzo a darse cuenta de que lo unico que hacia era llenar espacio. Entonces dejo de abrir el correo de su madre. En realidad no se sentia mal por eso. Peter sabia que la razon por la cual su madre le escribia no era para que el leyera las cartas, sino para poder decirse a si misma que le habia escrito.
El no culpaba a sus padres por ser torpes. En primer lugar, el tenia mucha practica en eso y, en segundo, los unicos que en realidad podian entenderlo eran los que habian estado en el instituto ese dia; y esos no le estaban llenando el buzon con misivas precisamente.
Peter tiro la carta de su madre al suelo y se quedo mirando la direccion del segundo sobre. No la reconocio. No era de Sterling, ni siquiera de New Hampshire. Elena Battista, leyo. Elena de Ridgewood, New Jersey.