– Vaya -dijo Baedecker, y apreto el gatillo. Una silueta escurridiza salto a un lado y gimio de dolor. Baedecker se apoyo el rifle en el brazo y movio tres veces el cargador para asegurarse de que la recamara estuviera vacia. Se lo entrego a Foster-. Tengo que regresar. A las ocho debo dar un discurso.
– Asi es -dijo Carl Foster, dandole el arma a Galen.
– ?Esta seguro de que no quiere cafe? -pregunto nervioso Bill Ackroyd.
– Seguro -dijo Baedecker. Estaba ante el espejo de la sala de los Ackroyd e intentaba anudarse la corbata por segunda vez.
– ?No quiere comer nada?
– He desayunado muy bien -respondio Baedecker-. Dos veces.
– Jackie puede calentar la carne asada.
– No hay tiempo -dijo Baedecker-. Son casi las ocho.
Salieron deprisa. El crepusculo banaba los maizales y el vehiculo de Ackroyd en un fulgor Maxfield Parish. Ackroyd saco el Bonneville y enfilaron hacia el pueblo.
Old Settlers era todo luces. Asomaba luz por el toldo de las grandes tiendas, colgaban bombillas amarillas entre los puestos de feria, lamparas fluorescentes banaban de resplandor el campo de softbol y las atracciones estaban rodeadas de luces de colores. De pronto Baedecker recordo una noche de agosto en que Jimmy Haines se habia quedado a dormir. Habia sido la noche anterior a Old Settlers. Poco despues de medianoche los dos chicos se despertaron como respondiendo a una convocacion susurrada, se vistieron en silencio, saltaron la cerca de alambre del fondo de la propiedad y avanzaron por la hierba alta de atras de la escuela secundaria hasta que oyeron las maldiciones y ordenes de los peones que montaban las atracciones. De pronto, las luces de la noria del tiovivo se encendieron, constelaciones brillantes contra la negra noche del Medio Oeste. Baedecker y su mejor amigo se quedaron inmoviles, paralizados de placer.
Baedecker recordo que en la Luna se habia cubierto el oscuro visor con la mano enguantada escrutando el negro cielo en busca de una estrella. No habia ninguna. Solo el resplandor blanco de la superficie agujereada y la luz palida de la medialuna que era la Tierra habian atravesado el visor tenido de oro.
Ackroyd aparco detras de un coche patrulla y los dos hombre se reunieron con la multitud que entraba en el gimnasio de la escuela. Baedecker reconocio de inmediato el olor a madera y barniz. Habia jugado al baloncesto donde ahora se encontraban diversas hileras de sillas plegables. La plataforma a la que estaba subiendo habia sido el escenario de su opereta de sexto grado. Le habian dado el papel de Billy, un huerfano que en el ultimo acto resultaba ser el nino Jesus que volvia para comprobar la generosidad de una familia. El padre de Baedecker escribio desde Camp Pendleton para decir que habia sido el peor papel adjudicado en toda la historia del teatro.
Se sento con Ackroyd en sillas de metal gris mientras la alcaldesa Seaton aplacaba a la multitud. Baedecker estimo que habia de trescientas a cuatrocientas personas en las sillas y las gradas de madera. Las puertas abiertas del fondo estaban abarrotadas. El sonido de la musica del tiovivo llegaba nitidamente por el aire humedo.
– …del programa
El aplauso lleno el gimnasio y ahogo momentaneamente la musica. Mientras Baedecker se levantaba, Bill Ackroyd le dio una palmada en la espalda que casi lo tumbo. Se recobro, estrecho la mano de la alcaldesa y se enfrento a la multitud.
– Gracias, alcaldesa Seaton y autoridades de la ciudad. Me alegra estar de vuelta en Glen Oak. -Hubo otra ronda de aplausos y en esos segundos Baedecker comprendio que estaba un poco ebrio. No tenia ni idea de lo que iba a decir a continuacion.
Baedecker habia aprendido a dominar su temor al publico tratando de no fijar la mirada. Las multitudes eran menos temibles cuando se transformaban en un borroso mar de rostros. Pero esta noche no lo hizo. Baedecker miro intensamente la multitud. Vio a Apestosa Serrel, que lo saludaba con la mano desde la segunda fila. El esposo, todavia con uniforme de softbol, dormitaba en la silla de al lado. Phil Dixon y su familia estaban tres filas mas atras. Jackie Ackroyd se encontraba sentada en el pasillo de la primera fila. Al lado, Terry, arrodillado en una silla de espaldas a Baedecker, hablaba en voz alta con otro chico. No vio a Carl Foster ni a Galen, pero intuyo que se encontraban alli. En los segundos de silencio que siguieron al aplauso, Baedecker sintio un repentino borboton de afecto por todos los presentes.
– La exploracion del espacio ha sido fructifera para los cientificos en materia de conocimiento puro, y estimulante para los ingenieros por el desafio tecnologico que planteaba -comenzo Baedecker-, pero muchos ignoran cuan fructifera ha sido para el norteamericano medio, gracias a subproductos que han mejorado nuestra calidad de vida. -Baedecker se relajo. Despues de la mision habia sobrevivido a la gira de relaciones publicas de la NASA, cinco meses, memorizando solo media docena de discursos prefabricados. El que iniciaba ahora, aunque actualizado, era una pieza escrita por la NASA que el siempre habia denominado su Discurso Teflon-…Y no solo por esos maravillosos materiales y aleaciones, sino que como resultado de los avances electronicos patrocinados por la NASA podemos disfrutar de los beneficios de maquinas tales como calculadoras de bolsillo, ordenadores personales y videos relativamente baratos.
«Santo Dios -penso Baedecker-, montamos el mayor esfuerzo colectivo de trabajo e imaginacion desde que los faraones construyeron las piramides para poder sentarnos en casa a mirar una pelicula porno en nuestros aparatos de video.» Baedecker hizo una pausa, carraspeo y continuo. -Los satelites de comunicaciones, algunos de ellos lanzados por el transbordador espacial, enlazan nuestro mundo en una red de telecomunicaciones. Cuando Dave y yo caminamos por la Luna hace dieciseis anos llevabamos una nueva camara de video muy ligera que fue el prototipo de muchas unidades de aficionados actuales. Cuando Dave y yo condujimos el Lunar Rover durante nueve kilometros y miramos un desfiladero que ningun ojo humano habia visto antes con claridad, nuestras exploraciones se transmitieron en vivo a traves de mas de trescientos cincuenta mil kilometros de espacio. «Y fueron rechazadas por las redes de television porque habrian interrumpido la programacion diurna -penso Baedecker-. El programa
– …Y en esa epoca nadie habria previsto cuantas cosas se lanzarian gracias al proyecto. Nuestra meta era explorar el universo y expandir las fronteras del conocimiento. Nuestro efecto fue crear una revolucion tecnologica que condujo a la vez al hallazgo de subproductos que han modificado la vida del consumidor norteamericano medio.
«Joan lanzandose a otra vida para abandonar un matrimonio que durante anos habia sido una ilusion. Scott lanzandose a la India, dedicando su vida a hallar verdades eternas en una cultura que no puede construir bien un inodoro.»
– Cuando Dave, Tom y yo pilotamos el
«Dave Muldorff lanzandose a la politica para ser diputado por Oregon. -Baedecker recordo una figura blanca moviendose en la llanura lunar, su traje radiante en una corona de luz, dejando huellas que todavia estarian frescas cuando el y Baedecker fueran polvo, Estados Unidos ni siquiera un recuerdo y la raza humana estuviera olvidada-. Campanas para obtener fondos. Dave, cuya carrera en la NASA fue interrumpida por el imperdonable pecado de jugar con un
– …y hoy en dia los hospitales utilizan este artilugio para monitorizar los signos vitales de un paciente…
«Tom Gavin lanzandose a sus nuevas realidades fundamentalistas. Si Dios te hablo mientras estabas solo en el modulo de mando, Tom, ?por que no nos lo contaste a Dave y a mi durante el vuelo de regreso? ?Por que no lo mencionaste en tus informes? ?Por que esperar tantos anos para anunciarlo en el PTL Club?»
– …los mosaicos termicos y otros materiales desarrollados para el transbordador tendrian cientos de usos imprevisibles en la vida comercial y cotidiana. Otras posibilidades…
«El estallido del