Gavin se levanto.
– Ante todo atienden al telefono -respondio-. Apogeo es una compania sin fines lucrativos. Los chicos organizan mis giras, coordinan actividades con grupos locales, habitualmente pastores y Cruzadas Universitarias, distribuyen nuestra publicacion mensual, actuan como asesores cristianos, dirigen un programa de rehabilitacion para drogadictos, para lo cual tenemos expertos, y en general realizan la voluntad del Senor cuando El nos la muestra.
– Parece que estais muy ocupados -observo Baedecker-. Como cuando nos preparabamos para la mision. - Baedecker no supo por que lo decia. Incluso a el le parecio absurdo.
– Muy parecido a la mision -dijo Gavin, apoyandole la mano en el hombro-. El mismo trabajo. El mismo compromiso. La misma necesidad de disciplina. Solo que esta mision es un millon de veces mas importante que nuestro viaje a la Luna.
Baedecker cabeceo y se dispuso a seguirlo fuera de la oficina, pero Gavin se detuvo de golpe y se volvio frente a el.
– Dick, tu no eres cristiano, ?verdad?
La sorpresa de Baedecker se transformo en furia. Le habian hecho antes esa pregunta, y lo irritaba por su combinacion de agresividad con provincialismo autocomplaciente. Pero la respuesta, como de costumbre, se le escapaba.
El padre de Baedecker habia sido un desertor de la Iglesia de la Reforma Holandesa, su madre una agnostica. Joan era catolica y durante anos, cuando Scott era pequeno, Baedecker habia asistido a misa todos los domingos. Pero ?que habia sido la ultima decada?
– No -respondio Baedecker, ocultando su enfado pero mirando fijamente a Gavin-. No soy cristiano.
– Eso me parecia -dijo Gavin, estrujandole el brazo y sonriendo-. Te dire sin rodeos que rezare para que te conviertas. Lo digo con amor, Dick, de veras.
Baedecker asintio en silencio.
– Vamos -dijo Gavin-. Quiero presentarte a estos maravillosos chicos.
Cuando terminaron de lavar las cacerolas y cubiertos en agua que calentaron en la fogata, Baedecker, Maggie, Gavin y Tommy fueron a hablar con los otros excursionistas. El grupo estaba sentado alrededor de la hoguera.
– Hola -saludo Gavin.
– Que tal -dijo el pelirrojo. La muchacha y el joven gordo miraron a los visitantes. El que se llamaba Lude siguio mirando el fuego. El resplandor de las llamas les alumbraba las caras.
– ?Atravesareis el paso y la meseta para ir a Henson Creek? -pregunto Gavin.
– Vamos a escalar el Uncompahgre -dijo el gordo rubio.
Gavin y los demas se acuclillaron junto al fuego. Maggie arranco una brizna de hierba y la mastico.
– Hacia alla enfilamos nosotros -dijo-. El mapa dice que hay trece kilometros mas hasta el risco sur de Uncompahgre. ?Correcto?
– Si -afirmo el pelirrojo-. Asi es.
Baedecker senalo los tubos de metal envueltos en pano.
– Es una gran carga para llevarla montana arriba -comento.
– Rogallo -dijo la muchacha llamada Maria.
– Vaya -dijo Tommy-. Debi haberlo adivinado. Sensacional.
– ?Que es un Rogallo? -pregunto Maggie.
– Un ala delta -aclaro el rubio-. Para volar.
– ?Que modelo? -pregunto Baedecker.
– Phoenix VI -dijo el pelirrojo-. ?Lo conoces?
– No -respondio Baedecker.
– ?Saltareis del risco sur? -pregunto Gavin.
– Desde la cumbre -dijo Maria. Miro de soslayo al callado pelilargo-. Es nuestra. De Lude y mia.
– Desde la cumbre -jadeo Tommy-. ?Vaya!
El pelirrojo agito el fuego.
– Lo filmaremos para nuestro curso de cine de la Universidad de Colorado. Calculamos que quedaran cuarenta y cinco minutos de proyeccion despues del montaje. Entraremos en… ya sabeis… festivales y demas. Quizas a alguna compania deportiva le interese como material de promocion.
– Interesante -dijo Gavin-. Pero decidme, ?por que cogeis el camino largo?
– ?A que se refiere? -pregunto la muchacha.
– Por Cimarron Creek se tarda el doble que subiendo por el camino de Henson Creek desde Lake City y yendo luego hacia el norte.
– El camino es este -dijo Lude. Su voz impuso silencio a los demas. Era una voz profunda, susurrante y gutural. No apartaba los ojos del fuego. Mirandolo, Baedecker vio llamas reflejadas en las profundas orbitas de sus ojos.
– Bien, buena suerte -dijo Gavin, levantandose-. Espero que el tiempo os ayude. -Baedecker y Maggie se levantaron para marcharse con Gavin, pero Tommy se quedo en cuclillas junto al fuego.
– Me quedare unos minutos -dijo el muchacho-. Quiero oir mas sobre el ala delta.
Gavin se detuvo.
– De acuerdo, nos vemos luego.
Sentados de nuevo alrededor de su hoguera, Gavin explico los planes del otro grupo a su esposa.
– ?Es eso seguro? -pregunto Deedee.
– Es una idiotez -dijo Gavin.
– Las alas delta pueden ser maquinas muy elegantes -dijo Baedecker.
– Pueden ser mortales -dijo Gavin-. En California conoci a un piloto de Eastern Airlines que se mato en una de esas cosas. Ese tio tenia veintiocho anos de experiencia de vuelo, pero no le sirvio de nada cuando se atasco el ala delta. Bajo el morro para recoger el impulso del aire… lo mismo que hubiera hecho yo, lo mismo que hubieras hecho tu, Dick. Instinto natural. Pero con esos juguetes no funciona. Le cayo encima desde quince metros y le partio el cuello.
– Y desde una montana… -dijo Deedee, meneando la cabeza.
– Muchos pilotos de ala delta se lanzan desde montanas hoy en dia -dijo Baedecker-. Yo los veia volar en una colina llamada Chat's Dump, al sur de St. Louis.
– Una colina o un acantilado costero es una cosa -dijo Gavin-. El pico de Uncompahgre es otra. Aun no lo has visto, Dick. Espera a verlo manana desde el desfiladero. Uncompahgre es una montana que parece un pastel de bodas, con salientes y riscos por todas partes.
– No parece apropiado para las corrientes termicas -dijo Baedecker.
– Seria una pesadilla… ademas casi siempre hace mucho viento a cuatro mil metros. Hay mil metros hasta la meseta, y esta tiene mas de tres mil metros de altura, y casi toda ella consiste en rocas y pedrejones. Volar alli seria descabellado.
– ?Entonces por que lo hacen? -pregunto Maggie. Baedecker observo que el verde de sus ojos se acentuaba a la luz del fuego.
– ?Visteis el brazo de ese tio… Lude? -pregunto Gavin.
Maggie y Baedecker se miraron y menearon la cabeza.
– Pinchazos -dijo Gavin-. Debe de andar con algo duro.
Desde la otra fogata les llego una fuerte risotada y un trompetazo de musica grabada.
– Espero que Tommy regrese pronto -dijo Deedee.
– Contemos cuentos de fantasmas alrededor del fuego -sugirio Maggie.
Gavin meneo la cabeza.
– No. Nada sobrenatural ni demoniaco. ?Por que no cantamos?
– Sensacional -dijo Maggie, sonriendole a Baedecker.
Gavin y Deedee se pusieron a cantar