llaman la «bestia» al gran ordenador del edificio de la Administracion del Mercado Comun en Bruselas. Ocupa tres pisos.
– ?Y que? -dijo Baedecker-. Los centros de la NASA en Huntsville y Houston, en el 71 ya disponian de mas espacio para ordenadores. Solo significa que los ordenadores de entonces eran mas torpes y ocupaban mas sitio, no la llegada del Anticristo.
– Si -dijo Gavin-, pero eso fue antes del desarrollo del UPC.
– ?UPC? -pregunto Maggie. Tirito y se acurruco contra Baedecker cuando soplo un viento frio.
– Universal Product Code -aclaro Gavin-. Es el codigo universal de productos que ves en todos los paquetes que compras. Como en el supermercado… el ojo laser lee el codigo y el ordenador registra el precio del articulo.
– Yo compro en un pequeno mercado de Boston -dijo Maggie-. Creo que ni siquiera tiene una caja registradora electrica.
– La tendran -dijo Gavin. Sonreia, pero sus labios formaban un trazo delgado-. En 1994 los escaners UPC se usaran en todas partes, al menos en este pais.
Baedecker se froto los ojos y tosio cuando el humo soplo en su direccion.
– Si, Tom, pero el escaner lee las marcas de mis latas de sopa y los paquetes de Tater Tots, no de mi frente.
– Tatuajes laser -dijo Gavin-. El profesor R. Keith Farrell de la Universidad Estatal de Washington desarrollo una pistola de tatuaje laser hace varios anos, para registrar pescados. Es rapida, tarda menos de un microsegundo, es inocua y puede ser invisible excepto para los escaners UV. Los cheques de seguridad social ya tienen una F o una H debajo de su codigo de computacion. Sin duda alude a «frente» o «mano». El proximo paso consistira en que el gobierno comience a marcar a los beneficiarios de seguridad social para efectuar la identificacion y la codificacion con rapidez.
– Eso seria util para volver a entrar en conciertos de rock -dijo Maggie.
Deedee se inclino hacia la luz roja de la fogata moribunda. Hablo en voz baja.
– «Si cualquier hombre adorare la bestia y su imagen, y recibiere su marca en la frente, o en la mano, el mismo bebera el vino de la ira de Dios; y sera atormentado con fuego y azufre en presencia de los sagrados angeles, y en presencia del Cordero; y el humo de su tormento asciende para siempre: y no descansan de dia ni de noche quienes adoran la bestia y su imagen, y quienes reciben la marca de su nombre.» -Deedee sonrio timidamente-.
– Cielos -exclamo Maggie con admiracion-, ?como memorizas todo eso? Yo no pude memorizar las dos primeras estrofas de
Gavin extendio el brazo y cogio la mano de Deedee.
– Quiza sea mas facil memorizar
Unos goterones sisearon en el fuego. Baedecker miro hacia arriba. Las estrellas habia desaparecido, el cielo estaba tan oscuro como las negras paredes del desfiladero.
– Demonios -dijo-, esta noche queria dormir fuera.
Baedecker se tendio en la pequena tienda y penso en su divorcio. Era un tema sobre el que rara vez reflexionaba; los recuerdos eran tan confusos y dolorosos como los de esos dos meses que habia pasado en el hospital despues de estrellar un F-104 en 1962. Cambio de posicion, pero el suelo tosco se le incrusto en el cuerpo a traves del saco de dormir y la colchoneta de espuma. Tommy roncaba a su lado. El muchacho apestaba a vino y marihuana. Afuera, unos goterones rebotaron en la tienda, y el rio Cimarron, no mayor que un arroyo, gorgoteaba a pocos metros.
El divorcio de Baedecker habia finalizado en agosto de 1986, dos meses antes de que cumplieran 28 anos de matrimonio. Baedecker habia volado a Boston para las formalidades, llegando un dia antes para alojarse en la casa de Carl Bumbry. Habia olvidado que la esposa de Carl habia sido mas amiga de Joan que Carl de el. Paso la noche siguiente en el Holiday Inn de Cambridge.
Dos horas antes de asistir al tribunal, Baedecker se puso su mejor traje de verano de tres piezas. A Joan le agradaba el traje. Le habia ayudado a escogerlo dos anos antes. Minutos antes de salir, Baedecker comprendio que sabia exactamente que vestido llevaria Joan. No se compraria uno nuevo, porque no lo volveria a llevar nunca. Tampoco llevaria su vestido blanco favorito ni el formal traje verde. El vestido de algodon rojo seria suficientemente ligero y formal para este dia. A Baedecker no le gustaba ese vestido.
Al momento se puso zapatillas, pantalones cortos de tenis y una camiseta azul. Se calzo una munequera manchada de sudor y arrojo la raqueta y un tubo de pelotas en el asiento trasero del coche alquilado. Antes de ir al tribunal, llamo a Carl Bumbry y lo cito para jugar un partido a las cuatro y media en el club de Carl, inmediatamente despues del tramite de divorcio.
Joan llevo el vestido rojo. Baedecker hablo con ella antes y despues de la breve ceremonia, pero mas tarde no pudo recordar nada de lo que se habian dicho. Recordaba el resultado del partido de tenis -Carl habia ganado 6-0, 6-3, 6-4- y los detalles de cada set del juego. Despues Baedecker se ducho, se cambio de ropa, arrojo sus prendas en su vieja bolsa militar de vuelo y enfilo hacia Maine.
Fue solo a la isla de Monhegan; luego comprendio por que Joan siempre habia querido ir alli. Mucho antes de la mudanza a Boston, incluso durante los intensos dias de Houston, Joan habia deseado pasar un tiempo en la pequena isla de la costa de Maine. Nunca dispusieron de ese tiempo.
Baedecker recordaba la imagen de su llegada al cabo de una hora de navegacion en el
Baedecker sintio una extrana sensacion. Luego supo que el grupo se reunia dos veces al dia para recibir al barco: turistas que regresaban a tierra firme, islenos que recibian a sus huespedes, gente de vacaciones aburrida por la falta de electricidad, todos esperaban para ver el barco. Pero aunque Baedecker paso tres dias en la isla, leyendo, durmiendo, explorando las sendas y esos bosques magicos, mas tarde solo recordaria la imagen del muelle y la niebla y las figuras silenciosas. Era una escena del Hades, con las sombras de los muertos esperando pasivamente a los nuevos difuntos. A veces, especialmente cuando estaba cansado y tentado de evocar detalles del divorcio y el doloroso ano anterior, sonaba que en ese muelle, entre la niebla, vislumbraba una forma gris en una bruma gris, esperando.
La lluvia ceso. Baedecker cerro los ojos y escucho el rumor del rio sobre los guijarros del cauce. En alguna parte del bosque ululo un buho, pero Baedecker creyo oir el graznido de las gaviotas llamando por encima del mar.
Tommy estaba vomitando cuando Baedecker desperto. El chico habia logrado asomar la cabeza y los hombros fuera de la tienda. Ahora pataleaba y arqueaba la espalda con cada serie de espasmos.
Baedecker se puso la camisa y los vaqueros y abrio la otra ala de la entrada. Eran casi las siete pero la luz del sol aun no llegaba al desfiladero, y el aire era frio y cortante. Tommy habia terminado de vomitar y se apoyaba la cara en el brazo. Baedecker se arrodillo junto a el y le pregunto si podia ayudarlo, pero Deedee se acercaba para ayudarlo y frotaba la cara del chico con un panuelo humedo, murmurando frases tranquilizadoras.
Minutos despues, Maggie se reunio con Gavin y Baedecker ante la fogata. Tenia la cara rosada, pues se habia lavado en la helada corriente, y el pelo corto se veia recien cepillado. Llevaba pantalones cortos caqui y una camisa roja brillante.
– ?Que le ocurre a Tommy? -pregunto mientras aceptaba agua caliente y ponia cafe instantaneo en la taza.