– Mal de altura -sugirio Baedecker.

– No ha sido la altura -dijo Gavin-. Tal vez algo que esos hippies le dieron anoche. -Senalo el otro lado del prado, donde el suelo chamuscado y la hierba pisoteada eran el unico indicio de que alguien habia estado alli.

– ?Cuando se fueron? -pregunto Maggie.

– Antes del alba -dijo Gavin-. A la hora que debiamos haber partido nosotros. Hoy no llegaremos a la cima del Uncompahgre.

– ?Cual es el plan? -pregunto Baedecker-. ?Regresamos al coche?

Gavin parecio sorprendido.

– No, no, el plan funcionaria mejor asi. Mira. -Saco el mapa topografico y lo puso sobre una roca-. Yo habia planeado que anoche llegaramos aqui. -Clavo el dedo en una zona blanca, desfiladero arriba-. Pero como salimos con retraso de Boulder y ayer anduvimos despacio, acampamos aqui. -Senalo una zona verde varios kilometros al norte-. Asi que hoy lo tomaremos con calma, subiremos a la meseta y acamparemos aqui esta noche. -Senalo una zona al sudoeste del pico Uncompahgre-. Asi podremos partir temprano el domingo por la manana. Deedee y yo odiamos faltar a la iglesia, pero llegaremos alli para la ceremonia vespertina.

– ?Donde dejaste el otro coche? -pregunto Baedecker.

– Aqui -dijo Gavin, senalando una zona verde del mapa-. Esta a pocos kilometros al sur del paso y la meseta. Despues de escalar la montana, descendemos, recogemos el otro automovil en el viaje al norte y emprendemos el camino a casa.

Maggie estudio el mapa.

– Ese campamento debe de estar alto -observo-. Mas de tres mil metros. Estara muy expuesto si empeora el tiempo.

Gavin meneo la cabeza.

– Ayer pedi informacion al servicio meteorologico y solo hay un quince por ciento de probabilidades de lluvias en esta region hasta el lunes. Ademas, habra muchos sitios cubiertos cuando nos acerquemos al risco sur.

Maggie asintio, pero no se quedo satisfecha.

– Me pregunto como le ira al grupo del ala delta -dijo Baedecker. Miro hacia el desfiladero pero no vio a nadie en los pocos tramos de sendero que se veian entre los arboles. La luz del sol se desplazaba por la pared oeste de roca a la derecha, exponiendo estratos rocosos rosados como un escalpelo abriendo musculos y tejidos.

– Si tienen algo de sensatez, habran dado la vuelta para dirigirse hacia Cimarron -dijo Gavin-. Vamos, recojamos las cosas.

– ?Y Tommy? -pregunto Maggie.

– Vendra con Deedee en unos minutos -dijo Gavin.

– ?Crees que tendra ganas? -pregunto Baedecker-. Segun el mapa, los proximos quince kilometros son cuesta arriba.

– Las tendra -dijo Gavin sin una sombra de duda.

No fue tan malo despues de la infernal primera hora.

A pesar de la comida consumida, al principio la mochila parecia mas pesada que el dia anterior. El desfiladero continuaba estrechandose, al igual que el sendero, que serpeaba a lo largo de la pared del desfiladero encima del arroyo. En ocasiones, un derrumbe o un arbol caido los obligaba a avanzar con cautela por una abrupta cuesta de piedra o de hierba, veinte metros por encima del agua. Al principio Baedecker estaba convencido de que el grupo del ala delta no habria seguido esa ruta, pero luego vio huellas de botas en la tierra blanda y rastros que indicaban por donde se habian arrastrado las varas. Baedecker meneo la cabeza y siguio adelante.

A las nueve de la manana la luz directa del sol calentaba la roca y llenaba el aire con el aroma de pinos y abetos. Baedecker chorreaba sudor. Queria parar para cambiarse los vaqueros por unos pantalones cortos, pero temia rezagarse y no alcanzar a los otros dos. Detras no habia indicios de Deedee ni de Tommy a pesar de que Deedee parecia muy animada cuando se despidieron tras levantar el campamento. Tom Gavin no descansaba nunca, solo se detenia unos segundos, escrutaba el sendero, decia «?Listos?» y se ponia en marcha antes de que Maggie o Baedecker pudieran responder.

Despues de la primera hora, el asunto mejoro. En la segunda hora, Baedecker adopto un ritmo donde el dolor y los jadeos se volvieron tolerables. Poco antes del mediodia doblaron un recodo de roca y frente a ellos aparecieron dos altos picos. En las cumbres aun quedaba nieve a pesar del caluroso verano. Gavin identifico el pico chato y escalonado como el Uncompahgre y el mas puntiagudo como el Wetterhorn. Una tercera cima asomaba sobre la linea del risco.

– El Uncompahgre parece un pastel de boda, el Wetterhorn parece el verdadero Matterhorn y el Matterhorn no parece el verdadero Matterhorn -dijo Gavin.

– Entendido -dijo Baedecker.

Continuaron sendero arriba dejando atras agujas de roca roja y algunas cascadas. Algunos abetos alcanzaban los veinte metros elevandose sobre cualquier zona suficientemente chata para ellos. Atravesaron un denso pinar y Maggie les hizo oler los arboles, explicando que la savia del pino ponderosa olia como dulce de azucar. Baedecker hallo una cicatriz reciente, olio la savia y anuncio que parecia chocolate. Maggie le dijo que era un pervertido. Gavin sugirio que caminaran mas deprisa.

Almorzaron en la union de Silver Creek con el rio Cimarron. El sendero estaba totalmente borrado por la erosion, por lo que tardaron media hora en abrirse paso por los ultimos metros de pedregal hasta el desfiladero. Baedecker miro hacia abajo sin ver indicios de Deedee ni de Tommy. Al sur, el sendero seguia por la margen opuesta del rio, pero Baedecker no veia manera alguna de cruzar los diez metros de agua. Se pregunto como se las habian apanado Lude, Maria y los demas.

Maggie se alejo por Silver Creek y regreso poco despues para guiar a Baedecker hasta una docena de aguilenas color violeta que crecian cerca de un tronco caido. Un circulo de abetos cerraba un pequeno claro alfombrado de hierba y helechos. Un pequeno arroyo burbujeaba por entre medio y veintenas de flores blancas y rojas salpicaban la hierba a pesar de la tardia temporada. En las cercanias un pajaro carpintero picoteaba como un telegrafo furioso.

– Gran sitio para acampar -dijo Baedecker.

– Si -ratifico Maggie-. Y gran sitio para no acampar, tambien. -Saco una barra de chocolate Hershey y la partio en dos. Ofrecio a Baedecker la mitad con mas almendras.

Gavin llego al claro. Se habia vuelto a calzar la pesada mochila y llevaba los prismaticos colgados del cuello.

– Mirad -dijo-, vadeare el rio por alla, donde se cruza con el arroyo. Dejare una linea al traves. Luego explorare el sendero mas arriba y al oeste. Calculo que hay un kilometro hasta esas curvas finales. Os espero encima de la linea de arboles, ?de acuerdo?

– De acuerdo -dijo Baedecker.

– El mapa dice que la vieja mina Silver Jack se encuentra arroyo arriba -observo Maggie-. ?Por que no nos tomamos unos minutos para visitarla? Deedee y Tommy llegaran pronto.

Gavin sonrio y se encogio de hombros.

– Como gusteis. Quiero llegar a esa meseta y encontrar un sitio para acampar, asi podremos explorar el risco sur antes del anochecer.

Maggie asintio y Gavin echo a andar. Baedecker lo acompano hasta el rio para cerciorarse de que no hubiera problemas cuando vadeara la rapida corriente. Cuando Gavin llego a la otra orilla, agito el brazo y aseguro la soga a un arbol cercano a la ribera. Baedecker devolvio el saludo y regreso al claro. Maggie estaba tendida sobre su camisa roja. Tenia el vientre y los hombros bronceados, pero los pechos eran blancos, y los pezones de un delicado color rosa.

– Oh -exclamo Baedecker, y se sento en un tronco. Maggie alzo la mano para protegerse los ojos del sol y lo miro.

– ?Te incomoda, Richard? -Baedecker titubeo. Maggie se levanto y se puso la camisa-. Aqui esta, decente de nuevo -dijo con una sonrisa-. O al menos tapada.

Baedecker cogio dos briznas de hierba, pelo las puntas y le ofrecio una a Maggie.

– Gracias. -Maggie miro la pared oeste del desfiladero-. Tus amigos son interesantes.

– ?Tom y Deedee? -dijo Baedecker-. ?Que piensas?

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