– Lo dudo -replico Bosch-. A nadie le interesa matar de aburrimiento al jurado.

Salazar encendio la pequena sierra mecanica que empleaba para abrir craneos y que sonaba como una fresa de dentista. Bosch se volvio de nuevo hacia los zapatos y observo que estaban bien embetunados y cuidados. Las suelas de goma parecian bastante nuevas y, clavada en uno de sus surcos, encontro una piedrecita blanca. Cuando Bosch la saco con el bisturi descubrio que se trataba de un trozo de cemento. En seguida penso en el polvo blanco que habia visto sobre la moqueta del armario de Meadows, y se pregunto si el polvo o el trozo de cemento coincidirian con el de la camara acorazada del WestLand Bank. Aunque, si los zapatos estaban tan bien cuidados, ?se habria quedado un trozo de cemento en la suela durante los nueve meses que habian transcurrido desde el robo? No era muy probable. El cemento tal vez estuviera relacionado con la excavacion del metro, si es que Meadows habia trabajado en ese proyecto. Finalmente, Bosch metio el pedazo de cemento en un sobre de plastico y se lo guardo en el bolsillo junto con los otros objetos que habia ido recogiendo durante el dia.

– El examen de la cabeza y los contenidos del craneo no revela ningun traumatismo, condiciones patologicas o anomalias congenitas -concluyo Salazar-. Atento, Harry: voy a hacer el dedo.

Bosch introdujo los zapatos en la bolsa de plastico y regreso a la mesa de operaciones, justo en el momento en que el forense colocaba una radiografia frente a una ventana.

– ?Ves estos fragmentos? -pregunto, mientras senalaba unos puntitos blancos en el negativo. Habia tres de ellos cerca de la articulacion fracturada-. Si fuera una fractura antigua, se habrian movido hacia la articulacion. En la radiografia no se ven cicatrices, pero voy a echar un vistazo.

Salazar se dirigio al cadaver e hizo una incision en forma de T en la piel que cubria la articulacion del dedo. Al levantar la piel, metio el bisturi y palpo la carne rosada.

– No…, no…, nada, nada. Esto es post mortem, Harry -decidio-. ?Crees que ha sido uno de los mios?

– No lo se -respondio Bosch-. No lo parece. Sakai dice que el y su esbirro fueron con mucho cuidado, y esta claro que yo no he sido. Oye, ?y por que no esta rasgada la piel?

– Buena pregunta. No lo se. El dedo se rompio sin que se danara la piel, no se como. -Salazar medito un instante-. Aunque supongo que no es tan dificil; si tienes valor, coges el dedo y le das un tiron seco. Asi.

Salazar se traslado al otro lado de la mesa, levanto la mano derecha de Meadows y le dio un tiron hacia atras. Sin embargo, no logro hacer fuerza suficiente para romper la articulacion.

– Es mas dificil de lo que creia -comento-. Quiza le golpearon con un objeto romo de algun tipo… Algo que no destrozara la piel.

Cuando Sakai llego con las preparaciones quince minutos mas tarde, Salazar habia completado la autopsia y estaba cosiendo el pecho de Meadows con un bramante grueso. Luego empleo una manguera que colgaba del techo para limpiar el cuerpo y mojarle el pelo. Con una cuerda, Sakai le ato las piernas y unio los brazos al cuerpo para que no se movieran durante las distintas fases del rigor mortis. Bosch se fijo en que la cuerda atravesaba el tatuaje del brazo de Meadows justo por el cuello de la rata.

Salazar cerro los parpados de Meadows con el pulgar y el dedo indice.

– Llevatelo al deposito -le ordeno a Sakai. A continuacion se dirigio a Bosch-: Veamos esas preparaciones. Lo que me ha llamado la atencion es que el agujero era mayor que el que dejaria una hipodermica. Ademas la situacion, en el pecho, es poco corriente. La puntura es claramente ante mortem, quiza peri mortem, porque habia muy poca hemorragia. Pero la herida no tiene costra, por lo que tuvo que producirse poco antes o en el mismo momento de la muerte. Tal vez sea la causa que estamos buscando, Harry.

Salazar se acerco al microscopio que habia en el mostrador al fondo de la sala, y tras fijar el portaobjetos se inclino sobre los binoculares para examinar la preparacion.

– Que interesante -dijo al cabo de medio minuto Despues echo un vistazo a las otras muestras y cuando hubo acabado, volvio a colocar la primera en la platina.

– Vale. Lo que he hecho ha sido extraer una seccion de dos centimetros y medio de la zona del pecho situada alrededor del pinchazo. La seccion tiene unos tres centimetros y medio de profundidad. Esta preparacion es una diseccion vertical del recorrido de la perforacion. ?Me sigues?

Bosch asintio.

– Muy bien. Es un poco como cortar una manzana para mostrar el agujero del gusano. La diseccion muestra el camino de la perforacion y cualquier impacto o dano causado. Mira.

Al inclinarse sobre la lente del microscopio, Bosch vio una linea de perforacion de unos dos centimetros y medio de profundidad que atravesaba la piel y llegaba al musculo, haciendose cada vez mas estrecha. En el area mas profunda, el color rosado del tejido muscular se tornaba de un marron oscuro.

– ?Y que significa? -pregunto.

– Significa -explico Salazar- que el pinchazo atraveso la piel, la capa de grasa fibrosa y fue directo al musculo pectoral. ?Te has fijado en el color oscuro del tejido muscular alrededor de la puntura?

– Si.

– Eso es porque esta quemado.

Bosch dejo de mirar por el microscopio y se volvio hacia Salazar. En ese momento le parecio atisbar una sonrisita tras la mascarilla del patologo. -?Quemado?

– Con una pistola de dardos tranquilizadores -contesto Salazar-. Una de esas que dispara electrodos que perforan la piel unos tres o cuatro centimetros. Aunque en este caso es posible que le clavaran el electrodo en el pecho mas a fondo de modo manual.

Bosch reflexiono un momento: una pistola de ese tipo seria casi imposible de localizar. En ese instante Sakai regreso y se puso a observarlos, apoyado sobre un mostrador junto a la puerta. Salazar saco del carrito del instrumental dos viales llenos de sangre y otros dos llenos de un liquido amarillento. A su lado tambien habia una pequena cubeta de metal con un bulto marron que, gracias a su experiencia en aquella sala, Bosch identifico como el higado.

– Larry, esto es para el analisis de sustancias toxicas -explico Salazar. Sakai cogio las muestras y se las llevo al laboratorio.

– ?Me estas hablando de tortura, de descargas electricas? -pregunto Bosch.

– Eso parece -respondio el forense-. No creo que eso lo matara porque el trauma es demasiado pequeno, pero seguramente fue suficiente para sonsacarle informacion. Como ya sabras, una descarga electrica puede resultar muy persuasiva. Con el electrodo en el pecho, el sujeto habria notado la electricidad directamente en el corazon, lo cual lo habria paralizado. Despues de decirles lo que sabia, seguramente no le resto otra opcion que mirar mientras le inyectaban una dosis letal de heroina en el brazo.

– ?Podemos probarlo?

Salazar bajo la cabeza, deslizo su dedo por debajo la mascarilla y se rasco el labio. A todo esto, Bosch moria de ganas de fumarse un cigarrillo. Llevaba ya casi dos horas en aquel lugar.

– ?Probarlo? -repitio Salazar-. Medicamente no. Los analisis de sustancias toxicas estaran listos dentro de una semana. Digamos que salen positivos: sobredosis de heroina. ?Como probamos que fue otra persona quien se la inyecto y no el mismo? Medicamente no posible, aunque si podemos demostrar que a la hora la muerte, o un poco antes, se produjo un asalto traumatico sobre el cuerpo en forma de descarga electrica. El sujeto estaba siendo torturado. Despues de morir, sufrio una fractura inexplicable del indice izquierdo. -Tras volverse a rascar, Salazar concluyo-: Yo testificaria que fue homicidio. La totalidad de las pruebas medicas apuntan a que se trata de una muerte causada por terceros, pero por el momento no hay pruebas suficientes. Esperaremos al resultado de los analisis y luego ya veremos.

Bosch escribio un resumen de lo que Salazar habia dicho para usarlo en su informe.

– Desde luego -anadio Salazar- una cosa es lo que yo crea y otra muy distinta probarlo ante un jurado mas alla de toda duda razonable. Tendras que encontrar esa pulsera y averiguar por que alguien iba a torturar y asesinar por ella.

Bosch cerro su libreta y empezo a quitarse la bata desechable.

El sol del atardecer habia tenido el cielo de un rosa y naranja subidos como el equipo de un surfista. «Que falso», penso Bosch mientras conducia hacia el norte por la autopista, de camino a casa. Los atardeceres en Los Angeles siempre eran asi; uno se olvidaba de que era la contaminacion lo que hacia que los colores brillaran tanto, de que detras de cada imagen de postal a menudo se liara una historia horrible.

El sol flotaba como una bola de cobre al otro lado de la ventanilla del conductor, mientras por la radio sonaba Soul Eyes, de John Coltrane. En el asiento derecho yacia la carpeta con los recortes de periodico que le habia dado Bremmer, y encima de ellos, un paquete de seis latas de cerveza. Bosch cogio la salida de Barham y luego

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