Se dieron la mano, pero Wish no hizo ningun gesto hacia la puerta por la que habia entrado. De hecho, esta se habia cerrado del todo. Tras dudar un instante, Bosch respondio:
– Bueno… Llevo toda la manana esperando para poder hablar con usted… Es sobre el robo al banco… Uno de sus casos.
– Si, eso me ha dicho la recepcionista. Perdone por haberle hecho esperar, pero como no teniamos una cita… Me ha cogido en medio de un asunto muy urgente. Si me hubiera llamado antes…
Bosch asintio con gesto arrepentido, pero la agente seguia sin invitarle a su despacho. «Esto no va bien», penso.
– ?Por casualidad no tendria un poco de cafe? -tanteo.
– Em… Si, creo que si. Pero no puedo entretenerme mucho… Estoy trabajando en un caso importante.
«Y quien no», replico Bosch para sus adentros. Ella uso una tarjeta magnetica para abrir la puerta y la aguanto para que pasara el. Una vez dentro lo guio por una pasillo lleno de puertas con sus correspondientes rotulos de plastico. El FBI no era tan aficionado a los acronimos como el departamento de policia, por lo que los despachos solo llevaban numeros: Grupo 1, Grupo 2, etc. Mientras caminaban, Bosch intentaba adivinar la procedencia de la agente. Aunque tenia un acento un poco nasal, decidio que no era de Nueva York, sino de Filadelfia o Nueva Jersey. Desde luego no era del sur de California, por muy morena que estuviera.
– ?Solo? -pregunto ella.
– Con leche y azucar, por favor.
La agente se detuvo y entro en una pequena habitacion amueblada a modo de cocina. Habia una encimera y armarios, una cafetera con capacidad para cuatro tazas, un microondas y una nevera. A Bosch le recordo los despachos de abogados a los que habia acudido a prestar declaracion: lugares donde todo era elegante, limpio y caro. La agente le dio un vaso de plastico lleno de cafe solo y le hizo un gesto para que el mismo se sirviera la leche y el azucar. Ella no tomo nada. Si aquello era un intento de hacerle sentirse incomodo, habia funcionado. Bosch se sintio como un estorbo, no como alguien que trae buenas noticias que pueden contribuir a resolver un caso importante. Despues la siguio de nuevo hacia el pasillo y los dos entraron en un despacho donde se alojaba el Grupo 3: la Unidad de Robos a Bancos y Secuestros. La sala era del tamano de un supermercado. Era la primera vez que Bosch pisaba el despacho de una brigada federal y la comparacion con su propia oficina resultaba deprimente. El mobiliario era mas nuevo que el de cualquier brigada de la policia de Los Angeles, tenia moqueta en el suelo y maquina de escribir u ordenador en casi todas las mesas. De las quince mesas dispuestas en tres filas, todas menos una estaban vacias. En la primera de la fila central un hombre con un traje gris sujetaba el auricular de un telefono y no alzo la vista cuando pasaron Bosch y Wish. De no ser por el zumbido lejano de un escaner situado al fondo de la sala, Bosch hubiera pensado que estaban en la oficina de una inmobiliaria.
Wish cogio la silla de la primera mesa de la izquierda y le indico a Bosch que agarrara la de al lado. Aquello lo situaba entre ella y Traje Gris. Mientras Bosch depositaba su cafe sobre la mesa, dedujo que Traje Gris no estaba realmente al telefono a pesar de que no dejaba de decir «Aja…, aja…» cada cinco segundos. Entonces 'Wish abrio un cajon de su mesa, saco una botella de agua y se sirvio un poco en un vasito de plastico.
– Hemos tenido un 211 en una caja de ahorros de Santa Monica. Casi todos los demas han ido para alla - explico ella al tiempo que recorria con la mirada la sala vacia-. Yo lo estaba coordinando desde aqui y por eso le he hecho esperar. Lo siento.
– No importa. ?Lo han cogido?
– ?Por que cree que es un hombre?
Bosch se encogio de hombros.
– Por las estadisticas.
– Pues eran dos; un hombre y una mujer. Y si, los hemos cogido. Ayer robaron un banco en Reseda. La mujer entro e hizo el trabajo, mientras el hombre esperaba fuera en el coche. Luego huyeron por la carretera nacional 10 hasta la 405, se dirigieron al aeropuerto y dejaron el coche delante de un empleado de la compania aerea United Airlines. Subieron por las escaleras mecanicas hasta Llegadas, cogieron un autobus a la estacion de Van Nuys y luego volvieron a bajar en taxi hasta Venice. A un banco. Un helicoptero de la policia los siguio todo el tiempo, pero ellos ni se enteraron. Cuando ella entro en el segundo banco pensamos que iban a cometer otro 211 asi que la arrestamos en la cola del cajero automatico. A el lo pillamos en el aparcamiento. Al final resulto que ella solo iba a ingresar el dinero del primer robo. Ya ve, una transferencia bancaria por las bravas. En esta profesion se ve cada idiota… Bueno, detective Bosch, no le entretengo mas.
– Puedes llamarme Harry.
– Ya veo que me vas a pedir algo.
– Solo un poco de cooperacion interdepartamental -explico Bosch-. Como lo vuestro y nuestro helicoptero esta manana.
Bosch bebio un trago de cafe y prosiguio:
– Encontre tu nombre en un boletin que estaba hojeando ayer. En un caso de hace un ano que me interesa. Yo trabajo en Homicidios, en la Division de Ho…
– Si, ya lo se -interrumpio la agente Wish.
– … llywood.
– La recepcionista me dio tu tarjeta. Por cierto, ?la necesitas?
Aquello fue un golpe bajo. Sobre un inmaculado cartapacio verde descansaba la pobre tarjeta que Bosch habia llevado en su cartera durante meses y por tanto tenia todas las esquinas dobladas. Se trataba de una de esas tarjetas genericas que el departamento daba a todos los detectives. Llevaba el escudo de la policia grabado en una esquina y el telefono de la Division de Hollywood, pero no el nombre. Uno podia comprarse una almohadilla de tinta, encargar un sello y dedicarse a estampar un par de docenas cada semana. O, como hacia Bosch, limitarse a escribir el nombre a mano y procurar no dar demasiadas. Ya no habia nada que el departamento pudiera hacer para humillarlo.
– No, quedatela. Ah, ?me das una tuya?
Con gesto rapido e impaciente, la agente abrio un cajon, cogio una tarjeta de una bandejita y la deposito junto al codo que Bosch tenia apoyado sobre la mesa. Bosch tomo otro sorbo de cafe mientras la leia. La E era de Eleanor.
– Bueno, ya sabes quien soy y de donde vengo -empezo-. Y yo tambien se un par de cosas de ti. Por ejemplo, se que investigaste, o sigues investigando, el robo del ano pasado al WestLand National. Los ladrones entraron por un tunel. ?Te acuerdas?
Bosch noto que aquello habia capturado la atencion de la agente e incluso le parecio que Traje Gris contenia la respiracion. Habia dado en el blanco.
– Estoy investigando un homicidio que posiblemente esta relacionado con tu caso y queria… bueno, como tu nombre sale en los boletines, me gustaria saber que has encontrado… Podemos hablar de sospechosos, posibles sospechosos… Creo que quizas estemos buscando a la misma gente e incluso es posible que mi hombre sea uno de los ladrones.
Wish se quedo callada un momento, jugando con un lapiz que descansaba sobre el cartapacio. A continuacion empezo a empujar la tarjeta de Bosch con la goma del lapiz, mientras Traje Gris seguia haciendo ver que hablaba por telefono. Bosch le miro de reojo y sus miradas se cruzaron por un instante; Harry hizo un gesto de saludo, pero Traje Gris desvio la mirada. Bosch dedujo que se trataba del hombre cuyos comentarios habian publicado los periodicos, el agente especial John Rourke.
– ?Me tomas por tonta, Bosch? -dijo Wish-. Entras aqui, me sueltas una frasecita sobre la cooperacion y esperas que te entregue nuestros archivos…
La agente dio tres golpecitos sobre la mesa con el lapiz y sacudio la cabeza como si estuviera rinendo a un nino.
– ?Y si me dieras un nombre? -prosiguio-. ?O una razon que justifique la conexion entre los dos casos? Normalmente estas peticiones se hacen por unas vias determinadas. Tenemos personas que se encargan de evaluar las solicitudes de otras agencias del orden que desean compartir archivos e informacion. Ya lo sabes. Creo que seria mejor que…
Bosch saco del bolsillo el boletin del FBI con la instantanea del brazalete tomada por la empresa aseguradora. Lo dejo abierto sobre el cartapacio y, acto seguido, extrajo la foto del otro bolsillo y la deposito sobre la mesa.
– WestLand National -le dijo, senalando el boletin-. El brazalete lo empenaron hace seis semanas en una