tienda del centro. Mi hombre lo empeno, y ahora esta muerto.
La agente se quedo observando la foto de la casa de empenos y Bosch se percato de que lo reconocia, por lo que dedujo que estaba bastante informada sobre el caso.
– El muerto es William Meadows. Lo encontraron en una tuberia ayer por la manana, en la presa de Mulholland.
Traje Gris dio por terminada su conversacion telefonica.
– Gracias por la informacion… -dijo-. Me tengo que ir. Es que estamos cerrando un 211… Si… Gracias… Igualmente… Adios, adios.
Bosch no lo observo a el, sino a Wish. Le parecio que ella queria mirar a Traje Gris pero aunque sus ojos se desviaron un segundo en esa direccion, volvieron inmediatamente a la fotografia.
Las cosas no iban bien, de modo que Bosch decidio romper el silencio.
– ?Por que no nos dejamos de tonterias, agente Wish? Por lo que veo, no habeis recuperado ni un solo bono, moneda, joya o brazalete de oro y jade. No teneis nada. Asi que a la mierda las solicitudes de informacion. ? Es que no lo ves? Mi hombre empeno el brazalete y lo mataron. ?Por que? Tenemos dos investigaciones paralelas, ?no crees? Si no la misma investigacion.
Nada.
– O a mi hombre le dieron el brazalete los ladrones o el se lo robo a ellos. O tal vez era uno de ellos. Fuera como fuese, el brazalete no tenia que haber aparecido porque todavia no ha salido nada mas. Pero resulta que mi hombre va, se salta las normas y lo empena. Los demas lo quitan de en medio, van a la tienda y lo vuelven a robar. Bueno, no lo se. La cuestion es que estamos buscando a la misma gente y yo necesito que me orientes.
Wish permanecio callada, pero Bosch sabia que estaba a punto de tomar una decision. Esta vez espero a que hablara ella.
– Cuentame lo que sabes sobre ese hombre -dijo finalmente.
El se lo conto. Le conto lo de la llamada anonima, el cadaver, el registro en el apartamento, el resguardo de la casa de empenos que habia encontrado debajo de la foto y el robo del brazalete. No menciono que conocia a Meadows.
– ?Se llevaron algo mas de la casa de empenos o solo este brazalete? -le pregunto la agente cuando Bosch hubo terminado su relato.
– Mas cosas, claro, pero solo era una forma de tapar [o que realmente querian. Yo creo que a Meadows lo asesinaron porque buscaban el brazalete. Lo torturaron antes de matarlo para que les dijera donde estaba. Cuando lo supieron, se lo cargaron y fueron a robarlo. ?Te Importa que fume?
– Pues si. ?Por que era tan importante ese brazalete? Si pensamos en todo lo que robaron y nunca ha aparecido, el brazalete es solo la punta del iceberg.
A Bosch ya se le habia ocurrido, pero carecia de respuesta.
– No lo se -respondio.
– Y si lo torturaron, como tu dices, ?por que dejaron el resguardo para que lo encontraras? ?Y por que tenian que robar en la casa de empenos? ?Sugieres que tu hombre les dijo donde estaba el brazalete, pero no les quiso dar el resguardo?
Bosch tambien lo habia pensado.
– No lo se. A lo mejor sabia que no le dejarian vivir, asi que solo les dio la mitad de lo que necesitaban. Se guardo algo, una pista: el recibo de la casa de empenos.
Bosch intento imaginarse la situacion, que ya habia empezado a elaborar mientras releia sus notas y los informes que habia escrito esa manana. Decidio que era el momento de jugarselo toda a una carta.
– Yo conoci a Meadows hace veinte anos.
– ?Que dices? ?Que conocias a la victima? -La agente levanto la voz en tono acusatorio-. ?Por que no lo has dicho antes? ?Y desde cuando la policia de Los Angeles permite que sus detectives investiguen las muertes de sus amigos?
– Yo no he dicho que fuera amigo mio; lo conoci hace veinte anos. Y no pedi este caso. Me toco y punto. Fue pura…
No quiso decir «casualidad».
– Todo esto es muy interesante -comento Wish-. Y muy irregular. Nosotros… no creo que podamos ayudarte. Creo que…
– Mira, lo conoci en el ejercito, en Vietnam, ?vale? Los dos estabamos alli. El era lo que llamaban una rata de los tuneles. ?Sabes a que me refiero?… Yo tambien era una.
Wish no dijo nada; tenia la vista fija en el brazalete. Bosch se habia olvidado por completo de Traje Gris.
– Los vietnamitas construian galerias debajo de sus aldeas -explico Bosch-. Algunos tenian mas de cien anos e iban de cabana en cabana, de aldea en aldea, de jungla en jungla. Habia algunos debajo de nuestros propios campamentos… estaban por todas partes. Nuestro trabajo, el de los soldados de los tuneles, era meternos en esos agujeros. En Vietnam hubo toda una guerra bajo tierra.
Bosch se dio cuenta de que, aparte de a un psicologo y un grupo de terapia en la Asociacion de Veteranos de Sepulveda, nunca le habia contado a nadie la verdad sobre los tuneles y lo que hizo alli.
– Y Meadows era bueno, te lo aseguro. En cierto modo le gustaba, a pesar del horror de tener que entrar en esa oscuridad sin otra proteccion que una linterna y una pistola del 45. Bajabamos y nos pasabamos horas alli dentro, a veces dias. Meadows, bueno, era la unica persona que conozco a la que no le daba miedo bajar. Lo que le asustaba era la vida en la superficie.
Wish no dijo nada. Bosch miro de reojo a Traje Gris, que estaba escribiendo algo ilegible en un bloc amarillo. Bosch oyo por la radio como alguien decia que tenia que escoltar a dos prisioneros a la carcel de Metro.
– Asi que veinte anos mas tarde se produce un golpe con tunel incluido y aparece asesinado un experto en tuneles. Lo encontramos en una caneria, lo cual es una especie de tunel, y sabemos que poseia un objeto robado en el mismo golpe. -Bosch se metio las manos en los bolsillos en busca de cigarrillos, pero entonces recordo que ella le habia dicho que no fumara-. Tenemos que trabajar juntos en este caso, agente. Ahora mismo.
Por su cara supo que no habia funcionado. Bosch se acabo la taza de cafe y, sin mirar a Wish, se preparo para salir. Oyo que Traje Gris volvia a coger el telefono y marcaba un numero. Mientras tanto se quedo absorto en el azucar que quedaba en su vaso. Odiaba el cafe dulce.
– Detective Bosch -empezo Wish-. Siento mucho que hayas tenido que esperar tanto esta manana y siento mucho que tu companero del ejercito, Meadows, haya muerto. Haga o no haga veinte anos, te aseguro que comprendo el dolor de tu amigo y el tuyo propio, y todo lo que debisteis de pasar… Pero me temo que no puedo ayudarte en este momento. Tendre que seguir el reglamento y consultarlo con mi superior. Te llamare lo antes posible; de momento es todo lo que puedo hacer.
Bosch arrojo el vaso a una papelera situada junto a la mesa y se inclino para recoger la pagina del boletin y la foto.
– ?Podria quedarmela? -pregunto la agente Wish-. Querria mostrarsela a mi superior.
Bosch no se la entrego, sino que se levanto, se dirigio a la mesa de Traje Gris y se la planto ante sus narices.
– Ya la ha visto -respondio Bosch mientras salia de la oficina.
En su despacho, al subdirector Irvin Irving le castaneteaban los dientes. Estaba nervioso y, en ese estado, la mandibula le iba a mil por hora. Es por ello que aquel musculo se habia convertido en el rasgo mas prominente de su cara. Visto de frente, el maxilar de Irving era incluso mas ancho que las orejas, que estaban pegadas a su craneo afeitado y tenian forma de ala. La suma de las orejas y la mandibula le daba un aspecto extrano e intimidante.
El efecto de conjunto era el de una boca con alas capaz de perforar el marmol con sus mortiferos molares. Para colmo, el propio Irving hacia todo lo posible por perpetuar esa imagen de mastin de vigilancia siempre dispuesto a arrancar un brazo o una pierna de una dentellada. Aquella era una imagen que le habia ayudado a superar el unico obstaculo en su carrera como policia de Los Angeles -su ridiculo nombre- y esperaba que contribuyera de forma decisiva a su ansiado ascenso hasta el despacho del director en el sexto piso. Por todas estas razones, Irving dejaba que sus dientes castanetearan, a pesar de que aquella costumbre le costaba unos dos mil dolares en dentistas cada dieciocho meses.
Irving se ajusto la corbata con fuerza y paso la mano por su calva sudorosa. Alargo el dedo hasta el interfono,