palabra entrecortada. Habia alguien dentro. Pasado el minuto, llamo a la puerta con fuerza. Hubo movimiento - pasos rapidos en la moqueta-, pero nadie contesto. Volvio a llamar y espero.

– ? Quien es? -inquirio finalmente una voz de chica.

– Policia -anuncio Bosch-. Queremos hablar con Tiburon.

– No esta aqui.

– Entonces queremos hablar contigo.

– No se donde esta.

– Abre la puerta, por favor.

Bosch oyo mas ruido, como el de alguien chocando contra los muebles, pero la puerta no se abrio. Entonces oyo el ruido de la puerta corredera. Metio la llave en la cerradura y abrio a tiempo para distinguir la figura de un hombre que salia por la puerta trasera y saltaba del porche al suelo. No era Tiburon. La voz de Wish ordeno al hombre que se detuviera.

Bosch hizo un inventario mental de la habitacion: un recibidor con un armario a la izquierda, un cuarto de bano a la derecha (ambos vacios a excepcion de unas prendas de ropa tiradas por el suelo), dos camas de matrimonio, una en cada pared, un tocador con espejo y una moqueta pardusca especialmente gastada alrededor de las camas y en el camino al bano. La chica, rubia y menuda, tenia unos diecisiete anos y estaba sentada en el borde de una de las camas envuelta en una sabana. Bosch vio el relieve de un pezon que se marcaba contra la sucia sabana blanca. La habitacion olia a sudor y perfume barato.

– Bosch, ?estas bien? -pregunto Wish desde fuera. El no la veia porque la tapaba una sabana colgada a modo de cortina sobre la puerta corredera.

– Si. ?Y tu?

– Tambien. ?Que hacemos?

Bosch se dirigio hacia la puerta corredera y se asomo al exterior. Wish estaba detras de un hombre con los brazos en alto y las manos sobre la pared trasera del motel. Tendria unos treinta anos y la palidez propia de alguien que ha pasado un mes a la sombra. Llevaba la bragueta abierta y una camisa a cuadros mal abotonada y tenia la vista fija en el suelo con cara de no tener una explicacion y necesitarla urgentemente. A Bosch le sorprendio la decision del hombre de abrocharse la camisa antes que los pantalones.

– Esta desarmado -dijo ella-. Aunque parece un poco nervioso.

– Si quieres perder el tiempo puedes detenerlo por abuso de menores. Si no, sueltalo.

Bosch se volvio hacia la chica.

– ?Cuantos anos tienes y cuanto te ha pagado? Dime la verdad; no voy a trincarte.

Ella lo penso un momento, mientras Bosch la miraba fijamente.

– Casi diecisiete -respondio con voz monotona-. No me ha pagado nada; dijo que si, pero aun no lo habia hecho.

– ?Quien es el lider de vuestro grupo? ?Tiburon? ?No te dijo que primero cogieras el dinero?

– Tiburon viene y va. ?Como saben su nombre?

– Lo he oido por ahi. ?Donde esta hoy?

– Ya se lo he dicho; no lo se.

El hombre de la camisa a cuadros entro en la habitacion por la puerta principal seguido de Wish. Llevaba las manos esposadas a la espalda.

– Voy a llevarlo a comisaria -anuncio Wish-. Esto es asqueroso. Ella no tendra mas de…

– Me dijo que tenia dieciocho anos -protesto el hombre.

Bosch se acerco a el y le desabrocho la camisa de un tiron. Aquello revelo un tatuaje de un aguila azul con las alas extendidas y un punal y una cruz gamada en las garras. Debajo decia «Una nacion» y Bosch sabia que se referia a la Nacion Aria, la banda carcelaria que defendia la supremacia de la raza blanca.

– ?Cuanto tiempo hace que has salido? -pregunto, dejando caer la camisa.

– Anda, tio, sueltame -le rogo el hombre-. Esto es un montaje. Fue ella quien se me acerco en la calle. Al menos deja que me suba la bragueta. Te juro que todo es un montaje.

– ?Dame mi dinero, cabron! -exclamo la chica, al tiempo que saltaba de la cama. La sabana cayo al suelo y ella se abalanzo desnuda sobre su cliente para registrarle los bolsillos del pantalon.

– ?Quitenmela de encima! ?Quitenmela de encima! -grito el hombre mientras se retorcia para evitar que ella lo tocara-. ?Miren! ?Miren! Es ella a quien tendrian que arrestar, no a mi.

Bosch intervino para separarlos. Primero empujo a la chica hacia la cama y a continuacion se coloco detras del hombre y le dijo a Wish:

– Dame la llave.

Como ella no obedecia, Bosch se metio la mano en el bolsillo de la chaqueta y saco su propia llave. Las de las esposas son todas iguales.

Despues de liberar al hombre de la camisa a cuadros, lo acompano a la puerta principal, la abrio y le pego un empujon. En el pasillo el hombre se detuvo a subirse la bragueta, momento que Bosch aprovecho para propinarle una patada en el trasero.

– Sal de aqui y no vuelvas -le ordeno, mientras el hombre se tambaleaba por el pasillo-. Hoy es tu dia de suerte, mamon.

Cuando Bosch volvio al cuarto, la chica estaba otra vez envuelta en la sabana sucia. Al mirar a Wish noto que ella lo observaba con rabia, y no solo por lo del hombre de la camisa a cuadros. Bosch se volvio hacia la chica.

– Coge tu ropa, entra en el bano y vistete. -Como la chica no se movia, Bosch se vio obligado a gritar-: ?Venga!

La chica recogio su ropa, que yacia en el suelo junto a la cama, y se dirigio al bano dejando caer la sabana. Bosch miro a Wish.

– Tenemos demasiado trabajo -le explico-. Te habrias pasado el resto de la tarde tomando declaracion a la chica y denunciando al tio. Bueno, ahora que lo pienso no es un delito federal, asi que me habria tocado a mi. Ademas no tenia futuro; era un caso dudoso entre delito y falta. Y solo con ver a la chica el fiscal del distrito habria pedido falta como mucho. No valia la pena; asi es la vida por aqui, agente Wish.

Ella le clavo la misma mirada furiosa que le habia lanzado cuando el la cogio de la muneca para que no se fuera del restaurante.

– Bosch, yo habia decidido que valia la pena. No vuelvas a hacerme algo asi.

Los dos se miraron con dureza, a ver quien aguantaba mas, hasta que la chica salio del cuarto de bano. Vestia unos tejanos gastados con agujeros en las rodillas y una camiseta negra. Iba descalza y Bosch se fijo en que llevaba las unas de los pies pintadas de rojo. La muchacha se sento en la cama sin decir nada.

– Tenemos que encontrar a Tiburon.

– ?Por que? ?Tienen tabaco?

Bosch saco un paquete y lo sacudio para ofrecerle un cigarrillo. Luego le dio una cerilla.

– ?Por que? -repitio la chica, encendiendo el pitillo.

– Por algo que ocurrio el sabado por la noche -respondio Wish con sequedad-. No queremos arrestarle, ni meterle en lios. Solo queremos hacerle unas cuantas preguntas.

– ?Y a mi?

– ?A ti que?

– ?Van a meterme en lios?

– ?Quieres decir si vamos a entregarte a la Division de Servicios Juveniles? -Bosch miro a Wish para interpretar su reaccion, pero no pudo-. No. Si nos ayudas no llamaremos a la DSJ. ?Cual es tu verdadero nombre?

– Bettijane Felker.

– Muy bien, Bettijane. ?Estas segura de que no sabes donde esta Tiburon? Solo queremos hablar con el. -Solo se que esta currando. -?Como? ?Donde?

– En Boytown. Seguramente esta haciendo algun negocio con Piromano y Mojo. -?Los otros chicos del grupo? -Si.

– ?Donde dijeron que iban exactamente? -No me lo dijeron. Donde haya maricones, supongo.

La chica no fue o no quiso ser mas concreta. A Bosch no le importaba; las direcciones salian en las fichas y estaba seguro de que encontraria a Tiburon en algun lugar de Santa Monica Boulevard.

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