unos conductos de ventilacion subterraneos que daban al exterior del edificio. Meadows estuvo excavando debajo de uno de ellos, no mas de una hora al dia. Dicen que llevaba como minimo seis meses cavando cuando fue descubierto. Los aspersores que usan en el verano para regar el campo de futbol ablandaron el terreno y se produjo un hundimiento.

Bosch asintio con la cabeza. Ya se habia imaginado que habria algun tunel de por medio.

– Los otros dos hombres que participaron en la fuga eran un camello y un ladron de bancos -anadio ella-. Siguen en la carcel, o sea que no tienen nada que ver con el caso.

El asintio de nuevo.

– Creo que es hora de irme -anuncio Wish-. Manana tenemos mucho que hacer.

– Si. Tengo mas preguntas.

– Intentare contestarlas -respondio Wish.

Al salir al pasillo por el pequeno espacio entre la nevera y la encimera, ella tuvo que pasar tan cerca de el que Bosch noto el olor de su cabello. «A manzana», penso. Entonces vio que ella se paraba a contemplar un cuadro en el recibidor, en la pared opuesta al espejo. Era una reproduccion de El jardin de las delicias, un triptico de un famoso pintor holandes del siglo XV.

– Hieronymus Bosch -comento ella mientras estudiaba aquel paisaje macabro-. Cuando vi que ese era tu nombre completo pense que…

– No hay ninguna relacion -termino el-. A mi madre le gustaban sus cuadros, supongo que por lo del apellido. Ella fue quien me envio esa reproduccion con una nota que decia que le recordaba a Los Angeles, por la cantidad de gente loca que hay. A mis padres adoptivos, bueno, no les hizo mucha gracia, pero yo lo he guardado todos estos anos. Lo colgue aqui en cuanto me compre la casa.

– Pero tu prefieres que te llamen Harry.

– Si, Harry me gusta.

– Bueno, buenas noches, Harry. Gracias por la cerveza.

– Buenas noches, Eleanor… Gracias por la compania.

CUARTA PARTE

Miercoles, 23 de mayo

A las diez de la manana ya estaban en la autopista de Ventura, una de las arterias de entrada y salida de la ciudad, que atraviesa la parte baja del valle de San Fernando. Bosch iba al volante y avanzaban en sentido contrario al trafico, hacia el condado de Ventura. Atras quedaba la contaminacion, que cubria el valle como una capa de nata sucia.

Se dirigian a Charlie Company. El ano anterior el FBI se habia conformado con una comprobacion de rutina sobre Meadows y el programa de insercion. Wish explico que lo habian considerado de escasa importancia porque la estancia de Meadows habia terminado casi un ano antes del robo al banco. Aunque el FBI habia solicitado una copia del expediente de Meadows, no habia investigado los nombres de otros convictos en su mismo programa. Bosch le dijo a Wish que aquello habia sido un error, ya que la lista de empleos de Meadows indicaba que el golpe formaba parte de un plan a largo plazo. El robo al WestLand podia haberse concebido en Charlie Company.

Antes de salir, Bosch habia llamado al oficial encargado de supervisar la libertad condicional de Meadows, Daryl Slater, quien le hablo de Charlie Company; se trataba de una granja agricola cuyo propietario y director era un coronel del ejercito que habia iniciado una nueva vida tras su jubilacion. El ex coronel trataba directamente con las prisiones estatales y federales para acoger casos de libertad condicional, poniendo como unica condicion que fueran veteranos de combate en Vietnam. No era un requisito, dificil, dijo Slater. Como en cualquier estado del pais, las carceles de California estaban llenas de ex combatientes de aquella guerra. A Gordon Scales, el ex coronel, no le importaban los delitos que hubieran cometido los veteranos, comento Slater. Su unico objetivo era que se reformaran. El sitio contaba con una plantilla de tres personas, Scales incluido, y solo albergaba a veinticuatro hombres al mismo tiempo. La estancia media era de nueve meses. Los hombres trabajaban en los campos de las seis a las tres, parando solo para comer a mediodia. Despues de la jornada de trabajo, tenian una sesion de una hora llamada «dialogo espiritual», luego cenaban y veian la tele. Despues habia otra hora de religion antes de apagar las luces. Slater explico que Scales se valia de sus contactos en la comunidad para conseguir trabajo a los veteranos cuando estos estaban listos para incorporarse al mundo exterior. En seis anos, Charlie Company ostentaba un record de solo un once por ciento de reincidentes, una estadistica tan envidiable que Scales habia obtenido una mencion del presidente durante su ultima campana electoral en el estado.

– Ese hombre es un heroe -opino Slater-. Y no por la guerra, sino por lo que ha hecho despues. Cuando mueves a unos treinta o cuarenta convictos al ano y solo uno de cada diez vuelve a la trena, estamos hablando de un exitazo. A Scales lo conocen todos los comites de libertad condicional a nivel estatal y federal, y la mitad de directores de prisiones de California.

– ?Quieres decir que puede escoger quien va a Charlie Company? -pregunto Bosch.

– Quizas escoger no, pero tener la ultima palabra, si -respondio el oficial-. Ha corrido la voz. Lo conocen en todas las celdas donde haya un veterano cumpliendo condena. Los hombres le envian cartas, Biblias, lo llaman por telefono o contactan con el a traves de sus abogados. Todo con tal de que Scales los patrocine.

– ?Es asi como Meadows entro alli?

– Que yo sepa si. Cuando me lo asignaron ya lo habian aceptado. Tendrias que llamar a Terminal Island para que ellos lo comprobaran en sus archivos. O hablar con Scales.

En el coche, Bosch le relato a Wish toda aquella conversacion, pero aparte de eso, el trayecto fue largo con extensos periodos de silencio. Bosch se paso gran parte del camino pensando en la noche anterior, en aquella visita inesperada. ?Por que habia venido Wish? No obstante, despues de entrar en el condado de Ventura, la mente de Bosch volvio al caso, asi que empezo a hacerle algunas de las preguntas que se le habian ocurrido mientras repasaba los archivos.

– ?Por que no robaron la camara principal? En el WestLand habia dos camaras acorazadas, la de las cajas fuertes y la principal, donde guardaban el dinero en metalico y de los cajeros automaticos y de los mostradores. Los informes decian que el diseno de ambas camaras era identico; la de las cajas era un poco mas grande, pero el blindaje del suelo era el mismo. A Meadows y sus companeros no les habria resultado dificil excavar un tunel hasta la camara principal, coger el dinero y salir inmediatamente. Sin correr el riesgo de pasar todo el fin de semana dentro de la camara o la necesidad de descerrajar todas las cajas fuertes.

– Quiza no sabian que eran iguales. O asumieron que la camara principal seria mas dificil.

– Pero suponemos que ellos conocian la estructura de una camara antes de empezar. ?Por que no iban a conocer las estructura de la otra?

– Tal vez porque, al no estar abierta al publico, no tenian forma de saber lo que habia dentro. En cambio, creemos que uno de ellos alquilo una caja en la otra camara y entro a echarle un vistazo, usando un nombre falso, claro.

Bosch asintio y pregunto:

– ?Cuanto habia en la camara principal?

– No recuerdo la cifra exacta. Tiene que estar en los informes que te di. Si no, estara en los otros archivos, en la oficina.

– Pero mas, ?no? Habia mas dinero en la camara principal que los, no se, dos o tres millones en objetos que sacaron de las cajas.

– Creo que si.

– ?Lo ves? Si hubieran entrado en la camara principal, el dinero habria estado a su disposicion, en pilas y sacos. Habria sido mucho mas facil. Seguramente habrian conseguido un mayor botin por menos trabajo.

– Ya, pero eso lo sabemos ahora. ?Quien sabe lo que pensaban los ladrones? A lo mejor creian que habria mas en las cajas. Se la jugaron y perdieron.

– O quiza ganaron.

Ella lo miro.

– Tal vez habia algo en las cajas que desconocemos. Algo que nadie denuncio como objeto perdido y que

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