– ?Lo del tunel? ?El banco en Los Angeles? -pregunto Scales-. Solo se lo que me dijo el FBI.
– No importa -le tranquilizo Wish-. Lo que necesitamos es informacion mas detallada de quien estuvo aqui al mismo tiempo que Meadows. Ya lo investigamos antes, pero estamos revisandolo todo por si encontramos algo que nos ayude. ?Cooperara con nosotros?
– Yo siempre coopero con ustedes. He dicho que no me gusta verles porque casi siempre se equivocan. La mayoria de mis chicos no vuelven a meterse en lios cuando salen de aqui. Tenemos una buena reputacion. Si Meadows hizo lo que dicen que hizo, es la excepcion que confirma la regla.
– Ya lo sabemos -le aseguro ella-. Y por eso le prometemos que la informacion que nos proporcione sera tratada de forma estrictamente confidencial.
– Muy bien, pasen a mi oficina.
Al entrar por la puerta principal, Bosch vio dos mesas largas en lo que antano seria la sala de estar de la casa. Unos veinte hombres estaban sentados ante bandejas de pechugas rebozadas y verdura. Ninguno de ellos miro a Eleanor Wish, ya que en ese preciso instante estaban bendiciendo la mesa, con las cabezas bajas, los ojos cerrados y las manos enlazadas. Bosch vio tatuajes en casi todos los brazos. Cuando acabaron la oracion, un coro de tenedores restallo contra los platos. Entonces algunos de los hombres miraron a Eleanor con cara de aprobacion. El tipo del delantal blanco que habia hablado antes con ellos se asomo por la puerta de la cocina.
– Coronel, ?va usted a comer con los hombres? -le pregunto.
Scales asintio.
– En seguida.
Los tres caminaron por un pasillo y entraron por la primera puerta en un despacho que debia de haber sido un dormitorio. El cuarto estaba casi enteramente ocupado por una enorme mesa. Scales les senalo dos sillas y Wish y Bosch se sentaron en ellas, mientras el se acomodaba en la butaca tapizada detras de la mesa.
– Bueno, se exactamente lo que la ley me obliga a darles y lo que no, pero estoy dispuesto a ir mas lejos si llegamos a un acuerdo. En cuanto a Meadows…, bueno, en cierto modo sabia que acabaria asi. Rece al Senor para que lo guiara, pero en el fondo lo sabia. Les ayudare porque, en un mundo civilizado, nadie deberia quitar la vida a otra persona. Nadie.
– Coronel -empezo Bosch-, quiero que sepa que apreciamos su ayuda. Somos muy conscientes del trabajo que usted hace aqui. Sabemos que merece el respeto y la admiracion de las autoridades tanto estatales como federales, pero la investigacion de la muerte de Meadows nos ha llevado a concluir que estaba involucrado en una conspiracion con otros hombres con un pasado similar y…
– Quiere decir veteranos -interrumpio Scales, que estaba llenando su pipa con tabaco de un bote.
– Puede ser, pero aun no los hemos identificado, asi que no estamos seguros. Si ese fuera el caso, hay una posibilidad de que los conspiradores se hubieran conocido aqui. Insisto en que es solo una posibilidad. Por eso queremos pedirle dos cosas: que nos deje echar un vistazo a cualquier archivo que tenga sobre Meadows y que nos de una lista de todos los hombres que estuvieron aqui durante sus diez meses en la granja.
Scales llenaba su pipa, aparentemente sin prestar ninguna atencion a lo que Bosch acababa de decir.
– No tengo ninguna objecion a mostrarle los archivos de Meadows. Al fin y al cabo esta muerto -dijo finalmente-. En cuanto a lo otro, creo que antes deberia llamar a mi abogado para asegurarme de que puedo hacerlo. Nuestro programa es muy bueno y las verduras y las subvenciones del Estado y los federales no cubren los gastos. Por eso yo me lio la manta a la cabeza y hago discursos; dependemos de las donaciones de la comunidad, de organizaciones civicas y cosas asi. La mala publicidad secaria ese flujo de dinero en menos tiempo que un viento de Santa Ana. Si les ayudo, me arriesgo a ello. Otro riesgo es la perdida de fe entre los que vienen aqui para volver a empezar. La mayoria de los hombres que coincidieron con Meadows han comenzado una nueva vida. Ya no son delincuentes. No estaria bien que yo diera sus nombres al primer policia que pasara por aqui, ?no creen?
– Coronel Scales, nosotros no tenemos tiempo de hablar con abogados -le explico Bosch-. Estamos investigando un caso de asesinato. Necesitamos la informacion. Usted sabe que podemos conseguirla si la solicitamos a los departamentos de prisiones estatales y federales, pero eso puede tardar mas que su abogado. Tambien podemos obtenerla con una citacion, pero pensamos que la cooperacion mutua es la mejor solucion. Estaremos mucho mas dispuestos a ir con cuidado si colabora con nosotros.
Scales no volvio a moverse y no parecio estar escuchando. Una voluta de humo azul emergio de la cazoleta de su pipa.
– Ya veo -dijo finalmente-. En ese caso voy a buscar los archivos.
Scales se levanto y se dirigio hacia una fila de archivadores beige situados detras de su butaca. Tiro de un cajon marcado con las letras M-N-O, saco una carpeta delgadita y la dejo caer sobre su mesa, cerca de Bosch.
– Este es el archivo de Meadows -comento-. Dejeme ver que mas tengo por aqui.
Scales se dirigio al primer cajon, que no tenia nada escrito en la etiqueta, y ojeo las carpetas sin sacar nada. Finalmente eligio una y se sento.
– Pueden mirar este archivo y yo les copiare lo que necesiten -les explico Scales-. Aqui esta mi tabla de entradas y salidas. Como solo tengo una, les hare una lista de la gente que Meadows pudo conocer aqui. Supongo que necesitaran fechas de nacimiento y numeros de identificacion carcelaria.
– Si, gracias -dijo Wish.
Leer el archivo de Meadows solo les llevo un cuarto de hora. Meadows habia contactado con Scales por correo un ano antes de salir de Terminal Island y contaba con las referencias de un capellan y un asistente social al que habia conocido cuando le encomendaron trabajos de mantenimiento en la carcel. En una de las cartas Meadows habia descrito los tuneles de Vietnam y lo que le habia atraido de su oscuridad.
«A la mayoria de hombres les daba miedo bajar -escribio-. Pero yo queria ir. Entonces no sabia por que, pero ahora creo que estaba poniendo a prueba mis limites. Sin embargo, la satisfaccion que recibia era falsa, tan hueca como la tierra sobre la que luchabamos. Ahora mi satisfaccion es Jesucristo y saber que El esta conmigo. Si me dan la oportunidad, y con la ayuda del Senor, tomare las decisiones correctas y dejare este lugar de sombras para siempre. Quiero pasar de la tierra hueca a la tierra santificada.»
– Es cursi, pero parece sincero -observo Wish.
Scales alzo la vista de la hoja amarilla donde estaba escribiendo nombres, fechas de nacimiento y numeros de identificacion carcelaria.
– Lo era -pronuncio en un tono que sugeria que no habia otra alternativa-. Cuando Billy Meadows salio de aqui, yo creia que estaba listo para el exterior y que se habia despojado de su pasado de drogadiccion y delincuencia. Obviamente cayo de nuevo en la tentacion, pero dudo mucho que ustedes encuentren aqui lo que buscan. Les dare estos nombres, pero no les serviran de nada.
– Eso ya lo veremos -dijo Bosch.
Scales siguio escribiendo, mientras Bosch lo observaba. Su fe y lealtad le impedian considerar que podia haber sido utilizado. Harry penso que Scales era un buen hombre, pero que quiza se precipitaba a ver sus propias creencias y esperanzas en los demas. En Meadows, por ejemplo. ‹
– Coronel, ?que saca usted de todo esto? -inquirio Bosch.
Esta vez, el coronel deposito su pluma sobre la mesa, se ajusto la pipa y junto las manos antes de decir:
– Lo que importa no es lo que yo saque, sino lo que saque el Senor. -Volvio a coger la pluma, pero entonces se le ocurrio otra cosa-: A esos chavales los destrozaron de muchas formas cuando volvieron. Ya lo se, es una vieja historia que todo el mundo se sabe de memoria. Todos hemos visto las peliculas, pero estos chavales tuvieron que vivirlo en su propia carne. Miles de ellos regresaron y entraron directamente en las carceles. Un dia, estaba leyendo un articulo sobre esto, y empece a preguntarme que habria pasado si estos chicos no hubieran ido a la guerra; si se hubieran quedado en Omaha, Los Angeles, Jacksonville o donde fuera. ?Habrian acabado en la carcel? ?O en las calles, como vagabundos, enfermos mentales o drogadictos? Lo dudo. Fue la guerra la que les hizo eso, la que los envio en esa direccion. -El coronel chupo la pipa con fuerza, pero estaba apagada-. Lo unico que hago yo, con la ayuda de la tierra y un par de libros de oraciones, es intentar devolverles lo que la experiencia en Vietnam les arrebato. Y la verdad es que lo hago bastante bien. Les voy a dar esta lista y les dejo mirar el archivo. Ahora bien, les ruego que no estropeen lo que tenemos aqui. Ustedes dos sospechan de nuestras actividades, algo logico en sus circunstancias, pero no se olviden de todo lo positivo que conseguimos. Detective Bosch, usted parece de la edad correcta. ?Tambien estuvo alli?
Cuando Bosch asintio, Scales dijo: