le dijo a Wish que tendrian que volver a la calle a buscarlo y ella se ofrecio a conducir. Se pasaron las dos horas siguientes en West Hollywood, casi siempre en la zona de Santa Monica Boulevard. No vieron ni a Tiburon ni a su moto y, aunque pararon a unos cuantos hombres del sheriff y les contaron a quien buscaban, todo fue en vano. Cuando aparcaron junto a Oki Dog, a Bosch se le ocurrio que tal vez el chico habia vuelto a casa y su madre le habia colgado para protegerlo.
– ?Te apetece subir a Chatsworth? -le pregunto Bosch.
– Me muero por conocer a esa bruja, pero yo estaba mas bien pensando en dejarlo por hoy. Podemos encontrar a Tiburon manana -opino Wish-. ?Que te parece la cena que no tomamos ayer?
Bosch queria llegar a Tiburon, pero tambien queria llegar a Eleanor. Ademas, ella tenia razon. Siempre podian continuar manana.
– Me parece muy bien -respondio-. ?Donde quieres ir?
– A mi casa.
Aparcaron delante de la casa de Eleanor Wish, una vivienda realquilada a dos manzanas de la playa, en Santa Monica. Mientras entraban, ella le confeso a Bosch que, aunque vivia muy cerca del oceano, si queria verlo, tenia que salir al balcon de su dormitorio y estirar el cuello hacia Ocean Park Boulevard. Desde alli se divisaba un trocito del Pacifico, entre las dos torres de apartamentos que hacian guardia frente a la costa. Desde aquel angulo, comento ella, tambien se veia el dormitorio del vecino de al lado. Su vecino era un actor de television ahora pasado de moda y convertido en camello de poca monta que no hacia mas que traerse mujeres a casa, lo cual, segun Eleanor, estropeaba un poco la vista. Una vez dentro, le dijo a Bosch que se sentara en la sala de estar mientras ella preparaba la cena.
– Si te gusta el jazz, ahi hay un compact que acabo de comprar. Aun no he tenido tiempo de escucharlo - sugirio ella.
Bosch se dirigio a la cadena, que estaba metida en una estanteria rodeada de libros y selecciono el nuevo disco. Al ver que se trataba de Falling in love with jazz de Sonny Rollins, sonrio, porque el tambien lo tenia en casa. Era un buen punto en comun. Bosch abrio la caja, puso el CD y empezo a curiosear por la sala. Los muebles estaban decorados con telas de colores pastel y, delante de un sofa azul claro, habia una mesa baja de cristal con varias revistas de decoracion y libros de arquitectura. Todo estaba limpio y ordenado. En una pared junto a la puerta, Bosch reparo en un cuadrito con las palabras
«Bienvenidos a esta casa» bordadas en punto de cruz. En una esquina descubrio la firma «EDS 1970» y se pregunto que querria decir la ultima letra.
Bosch descubrio otra afinidad con Eleanor Wish cuando se volvio y vio, en la pared donde estaba el sofa, una reproduccion en un marco negro de Aves nocturnas, de Edward Hopper. Aunque Bosch no lo tenia en casa, conocia el cuadro y a veces pensaba en el cuando se hallaba inmerso en un caso o en una vigilancia. Habia visto el original en Chicago y lo habia contemplado durante casi una hora. Un hombre callado y misterioso, sentado en la barra de un cafe, esta mirando a otro cliente muy parecido a el. La diferencia reside en que el segundo esta con una mujer. De algun modo Bosch se identificaba con el primer personaje. «Yo soy el solitario -penso-. El ave nocturna.» Se dio cuenta de que el cuadro, con sus tonos oscuros y sus sombras, no pegaba en aquel apartamento. Su negrura contrastaba con los colores pastel de la habitacion. ?Por que lo tenia Eleanor? ?Que veia en el?
Bosch siguio curioseando por la sala. No habia television; solo la musica de la cadena, las revistas de la mesita y los libros de la vitrina al otro lado del sofa. Bosch se acerco a ellos y echo un vistazo a la biblioteca a traves del cristal. Los dos estantes de arriba eran casi todos exitos de ventas, desde libros intelectuales a novelas policiacas de autores como Crumley y Willeford. Bosch habia leido algunos de ellos. Entonces se decidio a sacar un libro titulado La puerta cerrada, del que habia oido hablar, pero que nunca habia podido encontrar. Al abrir la tapa, resolvio el misterio de la ultima letra del bordado. En la primera pagina, impreso con un sello, se leia: «Eleanor D. Scarletti, 1979.» Bosch dedujo que, tras el divorcio, Eleanor debia de haber mantenido el apellido de su marido. Despues, devolvio el libro a su sitio y cerro la vitrina.
Los temas de los libros de los estantes de abajo iban desde crimenes reales a estudios historicos de la guerra del Vietnam, y tambien habia manuales del FBI. Incluso habia un manual de investigacion de homicidios del Departamento de Policia de Los Angeles. Bosch habia leido muchos de ellos e incluso aparecia en uno, un libro escrito por el periodista del Times, Bremmer, sobre el llamado Asesino de esteticistas. El asesino, un tal Harvard Kendal, habia matado a siete mujeres en un ano en el valle de San Fernando. Todas las victimas eran empleadas o propietarias de centros de belleza. Kendal elegia una tienda, reconocia el terreno y seguia a las mujeres hasta su casa, donde las mataba cortandoles el cuello con una afiladisima lima de unas. Bosch y su companero de ese momento capturaron a Kendal gracias a un numero de matricula que la septima victima escribio en un bloc de notas antes de ser asesinada. Los detectives nunca comprendieron del todo porque lo habia hecho, pero supusieron que habia visto a Kendal vigilando la tienda desde su camioneta. La victima tomo la precaucion de escribir el numero de la matricula, pero no la de volver a casa acompanada. Bosch y su companero investigaron el numero de matricula y descubrieron que el propietario, Kendal, habia pasado cinco anos en Folsom por provocar una serie de incendios en centros de belleza cerca de Oakland, en los anos sesenta. Despues averiguaron que de nino su madre habia trabajado en un centro de belleza como manicura. Por lo visto, la madre habia practicado con las unas de su hijo y, segun los psiquiatras, este nunca se habia recuperado del trauma. El libro de Bremmer fue un exito de ventas y, cuando la Universal decidio hacer un telefilme, el estudio pago a los dos detectives por usar sus nombres y asesoramiento tecnico. El dinero se doblo cuando el telefilme dio paso a una serie. Su companero dejo el departamento y se mudo a Ensenada, mientras que Bosch se quedo e invirtio su. parte en una casa con vistas al mismo estudio. Harry siempre pensaba que habia una simetria inexplicable en todo aquello.
– Lei el libro antes de que tu nombre saliera en la investigacion.
Eleanor emergio de la cocina con dos copas de vino en la mano. Harry sonrio.
– No iba a acusarte de nada -dijo el-. Ademas, el libro no es sobre mi, sino sobre Kendal. Y todo el asunto fue una cuestion de suerte, pero, como hicieron el libro y la serie… Que bien huele. ?Que es?
– ?Te gusta la pasta?
– Me gustan los espaguetis.
– Pues eso hay. El domingo prepare un pote enorme de salsa. Me encanta pasarme todo el dia en la cocina, sin pensar en nada mas… Es una buena terapia para el estres. Y, ademas, la salsa dura dias y dias. Lo unico que hay que hacer es calentarla y hervir la pasta.
Bosch tomo un poco de vino, mientras miraba un poco mas a su alrededor. No se habia sentado, pero se sentia muy comodo con ella. De pronto sonrio.
– Me gusta, pero ?por que algo tan oscuro? -pregunto Bosch, senalando el cuadro de Hopper.
Ella lo estudio y fruncio el ceno, como si lo considerara por primera vez.
– No lo se -respondio-. Siempre me ha gustado; hay algo que me atrae. La mujer esta con el hombre, asi que no soy yo. Supongo que si fuera alguien, seria el hombre que se esta tomando el cafe, porque esta solo, como mirando a los dos que estan juntos.
– Yo lo vi una vez en Chicago -le conto Bosch-; el original. Habia ido para el traslado de un detenido y tenia una hora libre, asi que me fui al Art Institute. Me pase toda la hora mirandolo. Tiene algo… no se, como tu has dicho. Ahora no recuerdo el caso ni a quien fui a buscar, pero me acuerdo del cuadro.
Despues de cenar, se quedaron hablando en la mesa durante mas de una hora. Ella le conto mas cosas sobre su hermano y la dificultad de superar la rabia y la sensacion de perdida. Dieciocho anos mas tarde aun continuaba intentandolo, le confeso. Bosch admitio que el tambien seguia intentando superar su experiencia. De vez en cuando aun sonaba con los tuneles, pero ultimamente sus batallas eran contra el insomnio. Le conto lo confuso que se sintio al volver y lo fina que era la linea entre lo que el habia hecho y lo que habia hecho Meadows. Podria haber sido al reves, le dijo, y ella asintio con la cabeza como si supiera que era cierto.
Luego Wish le pregunto sobre el caso del Maquillador y su expulsion de Robos y Homicidios. Tras aquella pregunta se ocultaba algo mas que mera curiosidad; Bosch adivino que de su respuesta dependia algo importante. Wish estaba a punto de tomar una decision sobre el.
– Bueno, supongo que lo basico ya lo sabes -comenzo-. Alguien estaba estrangulando mujeres, casi todas prostitutas, y pintandoles la cara con maquillaje. Polvos blancos, pintalabios rojo, mucho colorete en las mejillas y lapiz de ojos negro. Lo mismo todas las veces. Y tambien habia banado los cuerpos. Aunque nosotros nunca dijimos que las estuviera convirtiendo en munecas. A algun gilipollas (creo que fue un ayudante del forense llamado Sakai) se le escapo que el maquillaje era el comun denominador y a partir de ahi la prensa empezo a