hablar del caso del Maquillador. Creo que el Canal 4 fue el que lo bautizo asi, aunque a mi mas bien me parecia un embalsamador. De todos modos no ibamos muy bien; no empezamos a entender al tio hasta que llego a la decena de victimas. Y tampoco teniamos muchas pruebas. El asesino dejaba a las victimas en distintos lugares de la parte oeste de la ciudad. Al analizar la ropa de un par de cadaveres, averiguamos que el Maquillador seguramente llevaba peluca o algun tipo de disfraz con pelo, como una barba falsa. Las mujeres eran prostitutas callejeras y, aunque localizamos las horas y lugares de sus ultimos clientes, cuando llegamos a los moteles no encontramos nada. Entonces dedujimos que el tio seguramente las recogia en el coche y se las llevaba a otro sitio, a su casa o a un lugar seguro donde las mataba. Empezamos a vigilar el Boulevard y otros sitios donde trabajan las profesionales y debimos de detener a mas de trescientos clientes antes de dar con una pista. Un dia, de madrugada, una prostituta llamada Dixie MacQueen llamo a la comisaria diciendo que acababa de escaparse del Maquillador y preguntando si habia una recompensa a cambio de informacion sobre el. Tienes que tener en cuenta que cada semana recibiamos un monton de llamadas como aquella. Despues de once asesinatos, la gente comenzo a llamar como loca con pistas que no eran pistas. Ya sabes lo que pasa cuando cunde el panico.

– Si, ya me acuerdo -comento Wish.

– Pero Dixie era diferente. Yo estaba trabajando en el turno de noche en las oficinas del equipo especial y cogi la llamada, asi que me fui para alla y hable con ella. Dixie me dijo que un cliente la habia recogido en Hollywood, cerca de Spa Row, donde esta la mansion de la cienciologia, y la habia llevado a un apartamento en Silver Lake. Me explico que mientras el tio se desnudaba ella fue al bano. Despues de lavarse las manos, se le ocurrio abrir el armarito debajo del lavabo, probablemente para ver si valia la pena mangar algo. Entonces vio un monton de botellitas de maquillaje, de polveras y cosas de mujer. Lo miro un momento y de repente lo vio clarisimo: ese era el asesino. Total, que le entro el canguelo, salio del bano y, al ver que el tio estaba en la cama, salio corriendo.

Bosch hizo una pausa antes de reanudar el relato.

– La cuestion es que todo eso del maquillaje no se lo habiamos dicho a la prensa. O, mas bien, el gilipollas que se chivo a los medios no lo menciono. Resultaba que el tio se quedaba las cosas de las victimas; encontramos los bolsos, pero no los cosmeticos, ya sabes, pintalabios, polveras y esas cosas. De ahi que cuando Dixie me conto lo del armarito del bano, supe que me estaba diciendo la verdad. Aqui es donde la pifie. Cuando acabe de hablar con Dixie eran ya las tres de la madrugada y todo el mundo se habia ido a casa. Yo me puse a pensar que si el tio creia que Dixie se iba ir de la lengua, se largaria inmediatamente. Por eso me fui para alla solo, bueno, Dixie me acompano, pero no salio del coche. Una vez alli vi una luz encima del garaje, detras de una casa destartalada en Hyperion Street. Pedi refuerzos; llame a un coche patrulla, pero mientras estaba esperando, vislumbre la silueta del hombre caminando por la habitacion. Algo me dijo que estaba preparandose para largarse con todas las cosas del armario. Nosotros no teniamos otras pruebas que los once cadaveres: necesitabamos los cosmeticos. Tambien pense que tal vez tuviera a alguien alla arriba, una sustituta de Dixie. Asi que subi. Solo. El resto ya lo sabes.

– Entraste sin una orden de registro y le disparaste cuando metio la mano debajo de la almohada -continuo Wish-. Despues declaraste ante la comision que te parecio una situacion de emergencia porque el asesino habia tenido tiempo suficiente de salir y conseguir otra prostituta. Segun tu, eso te daba la autoridad para franquear la puerta sin una orden de registro. Dijiste que habias disparado porque creiste que el sospechoso iba a sacar un arma. Si recuerdo bien el informe, fue un unico disparo en la parte superior del torso, desde una distancia de cinco o seis metros. Lo malo es que el Maquillador estaba solo y debajo de la almohada solo habia un peluquin.

– Solo un peluquin -repitio Bosch, sacudiendo la cabeza como un jugador de futbol derrotado-. La comision me absolvio. Demostramos la relacion del tio con dos de los cadaveres a traves del pelo del peluquin y relacionamos el maquillaje del bano con ocho de las victimas. No cabia duda: era el. Yo tenia razon, pero entonces llegaron los buitres: Lewis y Clarke. Acorralaron a Dixie y le sacaron una declaracion firmada en la que afirmaba haberme avisado de que el guardaba el peluquin debajo de la almohada. No se que usaron contra ella, pero me lo imagino. Asuntos Internos siempre la ha tenido tomada conmigo. No aceptan a nadie que no pertenezca a la «familia». Bueno, la siguiente noticia fue que iban a acusarme. Querian expulsarme, llevar a Dixie a un tribunal y presentar cargos contra mi. Era como estar en el agua rodeado de sangre con dos enormes tiburones al acecho.

Bosch se detuvo ahi, momento en que Eleanor retomo la historia.

– Los detectives de Asuntos Internos calcularon mal, Harry. No se dieron cuenta de que la opinion publica se pondria de tu parte. Eras conocido en los periodicos como el poli que habia resuelto los casos del Asesino de esteticistas y el Maquillador. Un personaje de television al que no podian cargarse sin un monton de atencion publica y bochorno para el departamento.

– Si, alguien de arriba les paro los pies en lo de llevarme a juicio -explico Bosch-. Tuvieron que conformarse con una suspension y mi degradacion a Homicidios de Hollywood.

Bosch tenia la copa de vino vacia agarrada por el pie y le daba vueltas distraidamente.

– «Conformarse»… -repitio al cabo de un rato-. Lo peor es que esos dos tiburones de Asuntos Internos siguen nadando por ahi, esperandome.

Ambos permanecieron un rato en silencio. El imaginaba que ella le repetiria la pregunta que ya le habia hecho antes. ?Habia mentido la prostituta? Pero ella no pregunto nada y, al cabo de un rato, simplemente le miro y sonrio. Bosch sintio que habia pasado la prueba. Entonces ella empezo a recoger los platos de la mesa. Bosch la ayudo en la cocina y, cuando hubieron terminado de fregar, se secaron las manos con el mismo trapo y se besaron dulcemente. Despues, como siguiendo el mismo codigo secreto, se abrazaron con fuerza y se besaron con el hambre de la gente solitaria.

– Quiero quedarme -dijo Bosch despues de separarse momentaneamente.

– Y yo quiero que te quedes -respondio ella.

Los ojos drogados de Piromano le brillaban bajo la luz de neon. Chupo con fuerza su Kool, tragandose el precioso humo. Habian liado el cigarrillo con una sustancia psicodelica. Cuando dos columnas de humo se le escaparon por la nariz, el chico sonrio.

– ?Eres el primer tiburon que usan como cebo! -exclamo-. ?Captas?

Piromano solto una carcajada y dio otra fuerte calada antes de pasarle el cigarrillo a Tiburon. Este creia que ya habia fumado bastante, asi que se lo paso a Mojo.

– Me estoy cansando de esta mierda -comento Tiburon-. ?Por que no vas tu, para variar?

– Tranqui, colega. Tu eres el unico que puede hacerlo. Mojo y yo no actuamos tan bien como tu. Ademas nosotros tenemos nuestra funcion. Tu no tienes fuerza para currar a esos maricones.

– Y ?por que no volvemos al 7-Eleven? -sugirio Tiburon-. No me gusta eso de no saber quien es. El 7-Eleven funciona; alli escogemos a nuestra presa, no ellos a nosotros.

– Ni en broma -sentencio Mojo-. No sabemos si el ultimo tio nos denuncio o no. Tenemos que desaparecer un tiempo. Igual la pasma lo esta vigilando desde el mismo aparcamiento que usabamos nosotros.

Tiburon sabia que tenian razon, pero pensaba que pasearse por la zona de maricas de Santa Monica Boulevard se parecia demasiado a hacer la calle de verdad. Muy pronto, adivino, sus dos colegas no tendrian ganas de atacar. Querrian que el se ganara el dinero haciendo chapas. Tiburon tenia muy claro que en ese momento los dejaria y se abriria.

– Vale -dijo bajando de la acera-. No me falleis.

Cuando Tiburon se dispuso a cruzar la calle, Piromano le recordo:

– ?Un BMW como minimo!

«Como si tuvieran que decirmelo», penso Tiburon. Tras caminar media manzana hacia La Brea, se apoyo en la puerta de una imprenta ya cerrada. Todavia le quedaba otra media manzana para llegar a Hot Rod, una libreria para adultos en la que por veinticinco centavos podian verse desnudos masculinos por una ranura. Sin embargo, estaba lo suficientemente cerca para captar la atencion de un hombre que salia de la libreria. Tiburon desvio la vista y, al volverse, vislumbro el brillo del porro en la oscuridad del callejon donde Piromano y Mojo esperaban sentados en sus motos.

Al cabo de diez minutos, un coche, un Grand Am nuevo, se detuvo junto a la acera y bajo la ventanilla. Recordando lo de BMW como minimo, Tiburon resolvio pasar de el hasta que vislumbro un fulgor dorado y decidio acercarse un poco. La adrenalina se le disparo al ver que la mano que agarraba el volante estaba adornada con un Rolex Presidencial. Si era autentico, Piromano sabia de un sitio donde les podrian dar tres mil dolares por el. Tocarian a uno de los grandes por cabeza, sin contar lo que este primo pudiera tener en su casa o en la cartera.

Вы читаете El eco negro
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату