lo dijo, me tranquilice. Me hice un corte en la barbilla, pero ni llore ni nada. Siempre me ha parecido genial que, en un momento como ese, me gritara a mi en vez de preocuparse por el. Pero mi hermano era asi.
Bosch dejo de acariciarla.
– Tambien estaba pensando en que lo de esta noche ha sido bonito.
– Si, sobre todo para un par de aves nocturnas. Ven, vuelve a la cama.
Los dos entraron en el apartamento. Bosch fue al lavabo, se lavo los dientes con el dedo y finalmente se deslizo bajo la sabana con ella. En la mesilla de noche el reloj digital brillaba con un fulgor azulado. Cuando Bosch cerro los ojos, marcaba las 2.26.
Al abrirlos de nuevo, marcaba las 3.46 y un agudo pitido resonaba por la habitacion. Bosch tardo un segundo en darse cuenta de que no estaba en su casa, sino en la de Eleanor Wish. Entonces distinguio su silueta, agachada junto a la cama.
– ?Donde esta? -pregunto Eleanor, mientras revolvia la ropa de Bosch-. No lo encuentro.
Bosch alargo la mano hasta alcanzar sus pantalones, palpo el cinturon y encontro el busca facilmente. Lo apago sin esfuerzo, acostumbrado a hacerlo a oscuras.
– Que ruido tan horrible -comento ella.
Bosch se incorporo un poco, se ato la sabana a la cintura y se quedo sentado en la cama. Bostezo y aviso a Eleanor de que iba a encender la luz. Ella le dijo que adelante. La bombilla deslumbro a Bosch como una explosion de diamantes y, cuando volvio a recuperar la vista, ella estaba de pie ante el, desnuda, mirando el buscapersonas. Bosch finalmente comprobo el numero en la pan-tallita digital, pero no lo reconocio. Despues de pasarse una mano por la cara y el pelo, cogio el telefono de la mesilla de noche y se lo puso sobre el regazo. Marco el numero y registro su ropa en busca de un cigarrillo. Cuando lo encontro se lo metio en la boca, pero no lo encendio.
Algo incomoda, Eleanor camino hacia una butaca para ponerse la bata. Despues se metio en el bano y cerro la puerta. Bosch oyo que abria un grifo. En ese momento una persona cogio el telefono.
– Harry, ?donde estas? -dijo Edgar como todo saludo.
– Fuera de casa. ?Que sucede?
– El chico que estabas buscando, el de la llamada a Emergencias… Lo encontraste, ?no?
– Si, pero lo estamos buscando otra vez.
– ?Como «estamos»? ?Tu y la federal?
Eleanor salio del bano y se sento junto a Bosch al borde de la cama.
– Jerry, ?por que llamas? -pregunto Bosch, sintiendo una opresion en los pulmones.
– ?Como se llamaba el chico?
Bosch estaba aturdido. Hacia meses que no dormia tan profundamente, y ahora le despertaban de golpe… No recordaba el verdadero nombre de Tiburon y no se lo queria preguntar a Eleanor porque Edgar podria oirlo y descubrir que estaban juntos. Cuando Eleanor intento decir algo, Harry le puso un dedo en los labios y nego con la cabeza.
– ?Edward Niese? -dijo Edgar rompiendo el silencio-. ?Se llamaba asi?
La sensacion de opresion habia desaparecido. En su lugar, Bosch noto un puno invisible que le perforaba las costillas y le golpeaba directo al corazon.
– Si -contesto.
– ?Tu le diste una de tus tarjetas? -Si.
– Pues ya no hace falta que lo busques. -?Que ha pasado?
– Ven a verlo tu mismo. Estoy en el Bowl. Tiburon esta en el paso subterraneo debajo de Cahuenga. Aparca en la zona este; ya veras los coches.
A las cuatro y media de la manana el extremo norte del aparcamiento del Hollywood Bowl suele estar vacio, pero cuando Bosch y Wish llegaron al paso de Cahuenga por Highland Avenue se encontraron con los coches patrulla y furgonetas oficiales que senalan el final violento, o cuando menos inesperado, de una vida. El precinto amarillo que se usa para cercar la escena del crimen formaba un cuadrado frente a la escalera que llevaba al paso subterraneo. Bosch mostro su placa y dio su nombre a un policia de uniforme que iba apuntando en una lista a todos los agentes que entraban. Despues de franquear el control, Bosch y Wish se acercaron a la boca del tunel, donde oyeron el eco de un motor. Bosch sabia que el fuerte ruido procedia de un generador que iluminaba el lugar en el que se hallaba el cadaver. Antes de bajar, Bosch se volvio hacia Wish.
– ?Prefieres esperar aqui? -le pregunto-. No hace falta que vayamos los dos.
– Soy policia, ?sabes? -le corto ella-. No es la primera vez que veo un cadaver. No empezaras a ponerte paternal, ?no? Si quieres, yo bajo y tu te quedas aqui.
Bosch no dijo nada, totalmente sorprendido por aquel repentino cambio de humor. La miro un momento, perplejo, y ambos empezaron a bajar los escalones. Sin embargo, se detuvieron cuando el enorme cuerpo de Edgar asomo por el tunel y comenzo a subir hacia ellos. Edgar vio a Bosch primero y luego a Eleanor Wish.
– ?Hola, Harry! -le saludo-. ?Este es tu nuevo companero? Por lo visto os llevais muy bien, ?no?
Bosch lo fulmino con la mirada, aunque Eleanor iba unos pasos atras y probablemente no habia oido el comentario.
– Perdona, tio -se disculpo Edgar, con una voz apenas audible por culpa del estruendo procedente del tunel-. Es que llevo una nochecita… Si vieras al capullo de companero que me ha enchufado Noventa y ocho…
– Pensaba que ibas a…
– Pues, no -contesto-. Pounds me ha puesto con Porter, de Automoviles, un borracho de aqui te espero.
– Ya lo conozco. ?Y como has conseguido sacarlo de la cama?
– No estaba en casa. Tuve que ir a buscarlo al Parrot, un club privado de North Hollywood. Porter me dio el numero cuando nos presentaron y me dijo que iba casi todas las noches. Me conto que se ocupaba de la seguridad, pero se me ocurrio comprobarlo telefoneando al Parker Center y alli no sabian nada. Que yo sepa lo unico que hace es beber como un cosaco. Cuando lo llame debia de estar casi inconsciente porque, segun el camarero, no habia ni oido el busca. Si le hicieran un test de alcoholemia ahora mismo, me juego algo a que daria 0,2 como minimo.
Bosch asintio, fruncio el ceno los tres segundos de rigor y acto seguido aparto de su mente los problemas de Jerry Edgar. Entonces oyo a Eleanor detras de el y se la presento a su antiguo companero. Ambos se dieron la mano e intercambiaron sonrisas.
– Bueno, ?que tenemos? -pregunto Bosch.
– Hemos encontrado esto en el cuerpo -anuncio Edgar, mientras les mostraba una bolsita de plastico transparente con unas cuantas fotos.
Mas imagenes de Tiburon desnudo. El chico no habia perdido el tiempo en renovar su oferta. Cuando Edgar le dio la vuelta a la bolsa, Bosch vio su tarjeta de visita.
– Parece ser que el chaval era un chapero de Boytown, pero si hablasteis con el supongo que ya lo sabeis. Al ver la tarjeta, me imagine que podria ser el de la llamada a Emergencias -explico Edgar-. Si quereis bajar a echar un vistazo, adelante. Nosotros ya hemos tomado nota, asi que podeis tocar todo lo querais. Os aviso que no se oye una mierda. Un idiota (no sabemos si fue el asesino o algun gamberro) se cargo todas las luces del tunel y hemos tenido que traer las nuestras. Como los cables no alcanzaban, tuvimos que meter el generador dentro. El muy cabron hace un ruido de la hostia.
Edgar se volvio de nuevo hacia el tunel, pero Bosch alargo la mano y le toco el hombro.
– Jed, ?como os avisaron de esto?
– Con una llamada anonima. No fue al numero de Emergencias y por eso no tenemos cinta. Lo unico que sabemos es que llamo directamente a la comisaria de Hollywood y era un hombre. Es lo unico que fue capaz de decirnos el tonto del culo que cogio la llamada, uno de esos gorditos que no se enteran.
Edgar se volvio hacia el subterraneo, seguido de Bosch y Wish. El tunel era un largo pasillo que giraba hacia la derecha. Tenia un suelo de cemento sucio y las paredes con un estucado blanco casi completamente cubierto de pintadas. «No hay nada como una buena dosis de realidad urbana cuando sales de una sinfonia en el Bowl», penso Bosch. Todo estaba a oscuras salvo la escena del crimen, que estaba banada por un potente chorro de luz. Desde el lugar en el que se encontraba, Bosch vislumbro una forma humana, la de Tiburon, y a los hombres que trabajaban bajo los focos. Mientras iba palpando la pared con la mano para mantener el equilibrio, Bosch noto un viejo olor a humedad mezclado con el nuevo olor a gasolina y a humo producido por el generador. Su frente y su pecho se perlaron de sudor y su respiracion se torno rapida y entrecortada. Cuando llevaban recorridos unos nueve metros, pasaron por delante del generador. Avanzaron otro tanto y alli, bajo la luz brutal de los focos