– De acuerdo, los miraremos, pero te aviso que si sus casos no han sido tramitados en esta oficina, no los tendremos aqui. Y solo tengo lo que esta en el ordenador: fechas de nacimiento, documentacion, nacionalidad… Ya sabes como funciona, Harry.
Bosch lo sabia, pero tambien le constaba que el sur de California era el lugar preferido por la mayoria de refugiados vietnamitas despues de cruzar el charco. Valiendose tan solo de dos dedos, Hector comenzo a introducir los nombres en el ordenador. Veinte minutos mas tarde, Bosch contemplaba una hoja recien salida de la impresora.
– ?Que buscamos, Harry? -pregunto Hector mientras los dos estudiaban la lista. -No lo se. ?Ves algo raro?
Bosch penso que Hector le iba a decir que no, dejandole de nuevo en un callejon sin salida. Pero se equivocaba.
– Bueno, por ejemplo, este debia de tener un enchufe.
Se llamaba Ngo van Binh. Bosch no sabia nada de el, excepto que procedia de la lista B porque no habia denunciado ninguna perdida despues del robo.
– ?Enchufado?
– Tenia algun tipo de contacto -explico Hector-. Tu lo llamarias un enchufe politico. ?Ves? Su caso lleva el prefijo GL, lo cual significa que los archivos estan en nuestra Oficina de Casos Especiales en Washington. Ellos no se encargan de gente normal y corriente, sino de personajes como el sha, la familia Marcos o desertores rusos si son cientificos o bailarinas. Gente que nunca pasaria por aqui.
Bosch asintio, pero le indico con el dedo la hoja impresa.
– Vale, vale. Luego tenemos las fechas, que estan demasiado cerca. Todo ocurrio muy rapido, seguro que le dieron un empujoncito. No tengo ni puta idea de quien era este tio, pero esta clarisimo que conocia gente. Fijate en la fecha de entrada: el 4 de mayo de 1975, cuatro dias despues de salir de Vietnam. Imaginemos que el primer dia lo empleo en llegar a Manila y el ultimo en llegar a EE.UU. Eso le deja solo dos dias en Manila para conseguir el permiso de entrada y obtener el billete. En esa epoca a la capital filipina llegaban barcos repletos de pasajeros cada dia de la semana. Es imposible que consiguiera el permiso sin ayuda en solo dos dias; seguro que conocia a alguien. Tener un enchufe no era tan raro; muchos lo tenian. Cuando empezo el tomate, tuvimos que sacar a mogollon de gente. Unos pertenecian a la elite y otros eran lo suficientemente ricos como para conseguir que se les tratara igual.
Bosch se fijo en la fecha en que Binh habia salido de Vietnam: el 30 de abril de 1975. El mismo dia en que Meadows se habia marchado para siempre del pais, y el mismo dia en que Saigon cayo en manos de las tropas del Norte.
– ?Y esta fecha? -comento Villabona-. El 14 de mayo es muy poco tiempo para recibir los papeles. Significa que diez dias despues de su llegada, el tio consigue un visado. Imposible si no eres Fulanito de Tal, o en este caso, Fulanito de Binh.
– Entonces, ?que opinas?
– No se; el tio podia ser un agente secreto o simple-306 mente tener suficiente dinero para coger un helicoptero. Todavia corren muchos rumores sobre esa epoca: gente que se enriquecia a costa de los refugiados, asientos en los vehiculos militares a cambio de diez de los grandes, visados por un poco mas. Pero nada se ha confirmado oficialmente.
– ?Podrias sacarme el archivo de este tio?
– Si, si trabajara en Washington.
Bosch se lo quedo mirando.
– Todos los GL estan ahi, Harry -se disculpo Hector-. Ahi es donde va la gente con dinero. ?Me entiendes? - inquirio.
Bosch no contesto.
– No te enfades, Harry. Vere que puedo hacer; llamare a un par de personas. ?Vas a estar localizable?
Bosch le dio el numero del FBI, sin decirle que se trataba del Buro, se dieron la mano y Bosch se fue. En el vestibulo del primer piso, Bosch busco a Lewis y Clarke a traves de las puertas de cristal ahumado. Cuando finalmente diviso el Plymouth negro doblando la esquina despues de dar otra vuelta a la manzana, salio del edificio y bajo los escalones de la entrada. Por el rabillo del ojo vio que el coche de Asuntos Internos frenaba y aparcaba junto a la acera, a la espera de que el se metiera en el suyo.
Bosch hizo lo que ellos querian, porque eso precisamente era lo que el queria.
Woodrow Wilson Drive se curva en direccion contraria a las agujas del reloj en su ascenso por las colinas de Hollywood. Su asfalto, agrietado y parcheado, no es lo bastante ancho para que pasen dos coches sin reducir cautelosamente la velocidad. A la izquierda, las casas descansan perfectamente sobre la ladera. La mayoria son mansiones decoradas con azulejos de estilo colonial y paredes estucadas, pertenecientes a familias de antiguas y solidas fortunas.
Las viviendas de la derecha, sin embargo, son mas nuevas y sus estructuras de madera se asoman intrepidas a los barrancos cubiertos de arbustos y margaritas. Los edificios se aguantan con cuatro vigas y grandes dosis de fe, aferrandose tan precariamente al terreno como sus propietarios a sus puestos de trabajo en los estudios cinematograficos situados al pie de la colina. La casa de Bosch era una de estas; la cuarta de la derecha empezando por el fondo.
Al doblar la ultima curva, Bosch la vio y se quedo contemplando su madera oscura, su aspecto de caja de zapatos en busca de algo, una senal de que habia cambiado… como si el exterior del edificio pudiera avisarle de que algo iba mal en el interior. Cuando Bosch se fijo en el retrovisor, atisbo el morro del Plymouth negro asomando por la curva. Acto seguido aparco en el garaje de su casa y entro en ella sin mirar al vehiculo que le seguia.
Bosch habia ido al puerto para meditar sobre lo que Rourke habia dicho y entonces recordo que la noche anterior alguien le habia llamado, pero habia colgado. En cuanto entro en su casa fue derecho a la cocina para escuchar los mensajes. Primero oyo la llamada anonima, que se produjo el martes, y luego un aviso de Jerry Edgar aquella madrugada instando a Bosch a que acudiera al Hollywood Bowl. Bosch rebobino la cinta y escucho de nuevo la primera llamada, reprendiendose en silencio por no haber comprendido su importancia la primera vez que la habia oido. Alguien habia telefoneado, escuchado el mensaje de su contestador y colgado despues de la senal. La cinta reproducia el ruido de alguien que colgaba. La mayoria de gente, cuando no queria dejar un recado, simplemente colgaba en cuanto oia la voz de Bosch diciendo que no estaba en casa. Si pensaban que estaba, daban su nombre despues de la senal. Sin embargo, esta persona habia escuchado el mensaje y no habia colgado hasta oir el pitido. ?Por que? Al principio no se le habia ocurrido, pero en ese momento penso que podia tratarse de una prueba de transmision.
Bosch abrio el armarito del recibidor, del que saco unos prismaticos, y se dirigio hacia la ventana del comedor. En cuanto miro por una rendija entre las cortinas, diviso el Plymouth negro, a media manzana de su casa. Lewis y Clarke habian pasado de largo, dado media vuelta y aparcado junto a la acera cara abajo, listos para seguir con la vigilancia si Bosch salia de casa. A traves de los prismaticos Bosch vislumbro a Lewis detras del volante, observando la casa. Clarke se habia recostado en el cabezal del asiento, con los ojos cerrados. Ninguno de ellos parecia llevar auriculares, pero Harry queria estar seguro. Sin apartar la vista de los prismaticos, alargo la mano hasta el pomo de la puerta de entrada, la abrio unos centimetros y volvio a cerrarla. Los hombres de Asuntos Internos no mostraron ninguna reaccion. Los ojos de Clarke permanecieron cerrados y Lewis continuo limpiandose los dientes con una tarjeta de visita.
Bosch decidio que si le habian colocado un microfono, este estaria transmitiendo a un remoto, ya que asi resultaba mas seguro. Probablemente se trataba de una minigrabadora escondida en el exterior de la casa. Lewis y Clarke esperarian a que el saliese para saltar del coche y recoger la cinta, cambiandola por una nueva. De ese modo podrian alcanzarle antes de que llegara a la autopista.
Bosch se alejo de la ventana con el objeto de realizar una rapida inspeccion de la sala de estar y la cocina. Examino los bajos de las mesas y los electrodomesticos, pero no encontro el microfono, y la verdad es que tampoco esperaba encontrarlo. Sabia que el mejor sitio era el telefono y por eso se lo habia dejado para el final. Ademas de suministrar una fuente constante de energia; colocar alli el microfono tenia la doble ventaja de grabar los sonidos del interior de la casa, asi como todas las conversaciones telefonicas.
Con una pequena navaja que llevaba en el llavero, Bosch levanto la tapa del auricular, pero no vio nada raro. Luego saco la otra tapa; ahi estaba. Usando la navaja extrajo cuidadosamente el microfono, al que iba imantado